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Arrancan las obras de los ejes verdes en Barcelona, las peatonalizaciones más ambiciosas de Colau

Pau Rodríguez

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El ruido de una fresadora se apoderaba de la calle Consell de Cent, en el Eixample barcelonés, al tiempo que en la perpendicular Rocafort un operario se llevaba los bolardos de hormigón para dar paso a una excavadora. En el cruce entre ambas, la concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, Janet Sanz, anunciaba este martes el inicio de las obras de los cuatro ejes verdes que atraviesan este distrito y que suponen el plan de peatonalizaciones de calles más ambicioso del mandato de Ada Colau. 

Los trabajos comienzan en las citadas cuatro calles a la vez. Todas ellas –Consell de Cent, Rocafort, Comte Borrell y Rocafort– contaban ya con actuaciones de urbanismo táctico desde la pandemia para ampliar el espacio para peatones, pero de ahora en adelante la pintura amarilla y azul que decoraba el asfalto dara paso a una transformación que incluye nuevos pavimentos, arbolado, iluminación y zonas de juego y descanso. Además de cuatro nuevas plazas en las intersecciones entre estas cuatro vías. 

Con un calendario de ocho meses y medio de obras, el consistorio prevé estas pacificaciones estén a punto justo antes de las elecciones municipales fijadas para mayo de 2023, pero quizás no lo suficiente como para que la alcaldesa pueda hacerse la foto de inauguración junto a las nuevas calles, puesto que la ley electoral lo prohíbe tan cerca de unos comicios. “El objetivo no es la inauguración, sino que esté en marcha este nuevo modelo cuanto antes”, expresaba Sanz en una atención a los medios de comunicación.

Esta intervención, que debe acarrear un incremento de 58.000 metros cuadrados para peatones, y que reducirá en esas calles el uso de tráfico rodado a un solo carril, sin prioridad y de 10 kilómetros por hora, es el primer paso de la llamada Supermanzana Barcelona, bautizada así por el gobierno municipal, y que debe extender estas peatonalizaciones a 21 calles y 21 nuevas plazas. Esta fase, que se prevé para los próximos diez años, dependerá sin embargo del color del gobierno municipal a partir de 2023. 

El coste de los trabajos, que desempeñarán simultáneamente diez empresas distintas, asciende a 52,7 millones de euros, en parte financiados con los fondos Next Generation. Con la transformación de estas calles se cambiará el asfalto por un nuevo pavimento peatonal y se plantarán más de 400 arboles. La presencia del tráfico motorizado, que en todo el distrito supone 350.000 desplazamientos diarios, quedará reducido –no eliminado– en estas calles. Los coches tendrán un único carril de circulación, con plataforma única, un máximo de 10 km/h y obligados a desviarse en distintos tramos. Esta última medida se pondrá en marcha ya a partir de finales del mes de agosto. 

Sanz ha puesto estas obras a la altura de las que acompañó la cita olímpica barcelonesa hace treinta años. “Desde los Juegos Olímpicos esta ciudad no ha vivido una transformación de esta magnitud”, aseguraba la teniente de alcaldía, que añadía a los ejes verdes las remodelaciones urbanísticas de arterias como Diagonal –que pronto recibirá un nuevo tramo de tranvía–, la Meridiana, Via Laietana o la retirada de coches cerca de las escuelas. “Debemos recuperar un modelo que prioriza la salud y la justicia, un espíritu con el que intentamos que la ciudad sea un espacio más confortable”, añadía. 

Durante la presentación de las obras han hecho acto de presencia algunos líderes vecinales, que, como Jaume Artigues, de la asociación de Dreta de l’Eixample, se muestran favorable a esta política pero con matices. “No podemos estar en contra de proyectos que tienden a mejorar la calidad de vida y a reducir la contaminación”, mencionaba este activista. “Digamos que satisfacen una reivindicación bastante histórica”, resumía, y añadía como motivo de crítica que la peatonalización de la calle Girona no sea completa para toda la vía, hasta el barrio de Gracia, sino que llegue solamente hasta la Diagonal.