Claves para contar mejor los cuentos a los niños

A todos los niños les gusta que les cuenten cuentos, y en general todos los padres y todas las madres cuentan cuentos a sus hijos. Muchos adultos, además, cuentan o han contado cuentos a pequeños que no son sus hijos: sobrinos, nietos, ahijados, hijos de amigos, etc. “Para contar un cuento a un niño lo que se necesita son ganas de compartir un momento agradable con él”, como explica la cuentacuentos Cecilia Silva.

Se puede decir, por lo tanto, que es una actividad al alcance de cualquiera, que no requiere de ninguna preparación en particular. “Las abuelas -añade Silva- siempre han sido grandes narradoras y carecían de entrenamiento para hacerlo”. Sin embargo, se sabe también que hay personas que tienen más habilidad que otras para narrar historias. Y esto se debe a que dominan, desde luego, ciertas técnicas y claves.

¿Hace falta entonces un cierto entrenamiento para contar cuentos? “No es un requisito indispensable”, apunta Enrique Páez, cuentacuentos y escritor, autor de varias novelas, libros de texto para ESO y bachillerato e incluso un Manual de técnicas narrativas (Ediciones SM, 2005). Páez enfatiza que “contar cuentos, cantar, hacer deporte, pintar o escribir es algo natural y que deberíamos practicar todos, no solo quienes se dedican a ello a tiempo completo”. Pero también cree que “cualquier entrenamiento en las técnicas del cuentacuentos es bueno”.

Consejos para contar cuentos a los niños

Estos especialistas enumeran algunas recomendaciones esenciales que se deben tener en cuenta a la hora de contar cuentos a los niños.

  1. En primer lugar hay que asegurarse de hacerlo en el momento oportuno. En realidad, casi siempre se puede contar un cuento, pero si se prevé que no habrá tiempo suficiente y habrá que interrumpir el cuento antes del final, quizá resulte mejor dejarlo para más tarde. Hacerlo justo antes de dormir, además de ser un clásico, ofrece varias ventajas: es un momento de plena intimidad con el niño, las interrupciones son poco probables, y de este modo se forja una rutina que da tranquilidad al niño, lo relaja y, por ello, favorece su buen dormir.
  2. Algo parecido ocurre con el lugar: se puede contar un cuento en casi todas partes, pero conviene procurar hacerlo en un sitio tranquilo, sin mucho ruido ni distracciones externas, como otras personas en movimiento, la televisión, teléfonos móviles u otros dispositivos electrónicos y, en general, cualquier elemento que pueda “robar” la atención del pequeño.
  3. Más allá de las circunstancias en que se ha de contar la historia, es fundamental la elocución utilizada, es decir, el modo de hablar. Se deben pronunciar las palabras con claridad y con voz agradable, evitando una dicción monocorde que cause aburrimiento. En palabras de Beatriz Montero, autora de un Decálogo del cuentacuentos, hay que “masticar” las palabras, sin acelerarse. “Deja que los niños se deleiten con tus palabras y dales tiempo a que visualicen todo lo que va ocurriendo en la narración”, detalla Montero en este texto incluido en su libro Los secretos del cuentacuentos (Ediciones CCS, 2010).
  4. Otra clave radica en el uso de palabras sencillas, que los niños puedan entender sin inconvenientes. Si es necesario utilizar algún término más complejo o que el pequeño no conozca, es importante explicarlo de un modo simple pero sin dejar dudas. Por eso, es fundamental que quien cuenta tenga claro de antemano el significado de todos los vocablos del texto y, si desconoce alguno, que lo busque en el diccionario.
  5. Por supuesto, es fundamental la expresión dramática: cambiar el ritmo del relato, modular la voz, hacer gestos con la cara y el resto del cuerpo, incluir onomatopeyas, silbidos, canciones y sonidos efectuados con otros elementos (palos, campanas, etc.).
  6. Y también es muy bueno dar participación al niño, a través de preguntas que él deba responder o canciones que pueda cantar.
  7. En general, se trata de convertirse en una especie de actriz “para componer los personajes y dar más verosimilitud a los relatos”, indica Cecilia Silva. Y para que la puesta en escena sea aún más espectacular, se pueden emplear títeres, marionetas, instrumentos musicales, disfraces, láminas y cualquier otro recurso que la creatividad disponga. “Cada narrador cuenta con su manera de trabajar -señala Silva-. Cuantas más herramientas tenga y cuanto más se apropie del cuento que narra, mejor podrá transmitir una historia”.

 

Cómo contar los cuentos según la edad del niño

El modo de contar las historias también cambia en función de la edad de los niños a las que van dirigidas. Si bien leerles desde muy pequeños ofrece varios beneficios para los niños, hasta alrededor de los dos años todavía no llegan a comprender el sentido de los cuentos, por lo cual lo importante es leerles para crear el hábito de la narración.

Según la estimación por edades de Elena Fortún, una autora clásica de la literatura infantil y juvenil española, para los niños de entre dos y cuatro años las historias más apropiadas son las que incluyen pocos personajes, con argumentos muy simples, a menudo con escenas que se repiten y frases con rima. También las onomatopeyas y otros sonidos sin un sentido literal son atractivos para los niños, en un periodo durante el cual adquieren y se apropian del lenguaje.

A los cuatro o cinco años la imaginación es la que manda: los argumentos siguen siempre simples pero añaden una cierta complejidad, sobre todo a partir de hechos maravillosos, como transformaciones, exageraciones, animales u objetos personificados, etc. Los cuentos tradicionales -Cenicienta, Pulgarcito, Pinocho, Hansel y Gretel y muchos otros- se disfrutan más que nunca a estas edades.

En el periodo entre los cinco y siete años lo idóneo es introducir cuentos con alguna enseñanza o mensaje, aunque es mejor evitar las morales demasiado directas, que pueden hacer que el niño se sienta un poco engañado y que, en consecuencia, se aburra o se frustre. Así como a los niños pequeños les gusta la repetición, porque “les da seguridad”, a los más grandes, a partir de los 7 años, les gustan las historias que narran aventuras o tratan temas que a ellos les preocupan, protagonizadas por niños o niñas con los que se identifiquen.

De cualquier manera, explica Cecilia Silva, “contar historias es una cuestión de escucha”, es decir, de estar atentos a los intereses de los niños. “Una misma historia -añade la cuentacuentos- puede ser apropiada para edades diferentes de acuerdo a cómo se narre”. Por ello, lo fundamental es acompañar a los pequeños en sus gustos y tratar siempre de adecuar los relatos a sus expectativas. 

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