Crujientes por fuera, suaves como una nube por dentro, los buñuelos de calabacín son una de esas recetas que combinan sencillez con un resultado espectacular. Se preparan con ingredientes muy básicos que seguramente ya están en tu cocina, y no requieren técnicas complicadas ni utensilios especiales. Son perfectos para quienes buscan opciones fáciles y sabrosas con verduras como protagonistas.
El calabacín, que también se conoce como zucchini, zapatillo o auyama dependiendo del país, se convierte aquí en el ingrediente estrella. Aporta humedad, suavidad y un sabor delicado que se equilibra con el dulzor sutil de la zanahoria y el toque aromático de la cebolla. Esta mezcla, bien escurrida y unida a una masa cocida con huevos, da como resultado una textura tan esponjosa que sorprende al primer bocado.
Versátiles y adaptables, estos buñuelos se pueden preparar fritos en sartén para obtener un exterior dorado y crujiente, o al horno si se prefiere una versión más ligera. Se disfrutan tanto calientes como templados, ya sea como aperitivo, guarnición o incluso como plato principal acompañado de una buena salsa.
Beneficios y propiedades del calabacín
El calabacín no solo es una hortaliza versátil en la cocina, sino que es un alimento que aporta múltiples beneficios para la salud gracias a su composición nutricional ligera y equilibrada. Pertenece a la familia de las cucurbitáceas, igual que el melón, la sandía o la calabaza y, aunque su cultivo moderno es común en muchos países, sus raíces se remontan a más de diez mil años en tierras de Mesoamérica. Hoy en día, se cosecha principalmente cuando está tierno, lo que garantiza una textura suave y un sabor delicado.
Una de sus características más destacables es su altísimo contenido en agua, lo que lo convierte en un ingrediente muy hidratante, ideal para climas cálidos o dietas ligeras. Aporta muy pocas calorías y cantidades mínimas de grasa e hidratos de carbono. A pesar de su bajo aporte energético, el calabacín contiene minerales esenciales como potasio, calcio y magnesio, que intervienen en el buen funcionamiento del sistema nervioso y salud muscular.
Además, está cargado de compuestos con función antioxidante, como la vitamina C, la vitamina A y carotenoides como la luteína y la zeaxantina, beneficiosos para la piel y la salud visual. También ofrece fibra soluble, en forma de mucílagos, que favorece una digestión suave y contribuye a reducir el colesterol. Gracias a estos elementos, su consumo regular puede ser una ayuda natural para personas con hipertensión, problemas de retención de líquidos o quienes deseen reforzar sus defensas con una fuente vegetal sencilla y efectiva.
Ingredientes necesarios para la receta
Preparar buñuelos de calabacín no requiere una lista extensa ni ingredientes difíciles de encontrar. Al contrario, todo lo que se necesita probablemente ya forma parte de una despensa básica. La clave está en lograr un equilibrio entre las verduras frescas y una masa suave y bien ligada que les aporte cuerpo y esponjosidad.
Para la parte vegetal, el protagonista es el calabacín, que se acompaña de zanahoria y cebolla para sumar sabor, textura y un toque de dulzor natural. Es importante que estas verduras se utilicen frescas y se rallan finalmente para integrarse mejor con la masa. Lo ideal es usar un calabacín mediano, una zanahoria y una cebolla pequeña.
En cuanto a la masa, se necesita harina común, huevos, agua, mantequilla, sal y levadura química. La combinación de estos ingredientes da como resultado una preparación similar a una masa choux salada, que aporta una textura suave y ligera. Finalmente, si se opta por freír los buñuelos, será necesario contar con abundante aceite. También es útil tener papel absorbente para escurrir el exceso de aceite tras la fritura.
Paso a paso de la receta
Hacer buñuelos caseros es fácil. La combinación de una masa suave con verduras bien integradas da como resultado un bocado esponjoso y lleno de sabor. Para un mejor resultado, es necesario seguir el paso a paso:
- Prepara las verduras. Lava bien el calabacín mediano de aproximadamente 200 gramos, una zanahoria y una cebolla pequeña. Después, ralla las tres verduras finamente y colócalas en un recipiente amplio. Añade una cucharada colmada de sal, remueve y déjalo reposar unos diez minutos para que suelten su jugo natural.
- Cocina la base de la masa. En un cazo, vierte 250 ml de agua junto con 50 gramos de mantequilla y una pizca de sal. Luego, Lleva la mezcla a ebullición. Cuando la mantequilla esté completamente derretida, incorpora de golpe 150 gramos de harina común mezclada previamente con unos diez gramos de levadura química o polvo de hornear. Después, mézclalo rápidamente con una espátula o cuchara de madera hasta que la masa se compacte y se despegue de las paredes del cazo. Más tarde, retíralo del fuego y deja que se enfríe un poco.
- Agrega los huevos uno a uno. Con la masa templada, añade cuatro huevos medianos, de uno en uno. No incorpores el siguiente hasta que el anterior esté completamente integrado. Al principio, parecerá que la masa se corta, pero continúa mezclando hasta que recupere una textura suave y cremosa. El resultado debe ser una masa húmeda pero consistente.
- Escurre y mezcla las verduras. Coge todas las verduras ralladas y escúrrelas con las manos o un paño limpio, presionando bien para eliminar el exceso de agua. Este paso es esencial para que los buñuelos no queden blandos o empapados. Una vez escurridas, mézclalas con la masa de forma uniforme hasta obtener una mezcla bien integrada.
- Cocina los buñuelos. Calienta al menos unos 750 ml de aceite en una sartén profunda. Cuando esté bien calientes, pero sin humear, ve dejando cucharadas de más, sin llenar demasiado la sartén. Fríe durante dos o tres minutos por lado o hasta que estén bien dorados y crujientes. Sácalos con una espumadera y colócalos sobre el papel absorbente. Si prefieres una versión más ligera, puedes hornearlos durante 18 a 20 minutos a unos 220 °C.