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El Banco de España da la razón al Gobierno y eleva la previsión de crecimiento de la economía al 2% en 2023

El Banco de España elevará la previsión de crecimiento de la economía al 2% en 2023, y la igualará con la estimación del Gobierno, que hasta ahora era la más optimista entre todas las instituciones. La del FMI (Fondo Monetario Internacional) se quedó a principios de año en el 1,5%. Y la de la OCDE en en el 1,7%.

La institución monetaria adelantó en la presentación de su Informe Anual de 2022 la mejora de su expectativa de incremento del PIB (Producto Interior Bruto), desde el 1,6% actual, por la menor inflación, la fortaleza del mercado de trabajo y también del sector exterior. Además de por las medidas de choque del Ejecutivo. Y por el desatasco de las cadenas de suministro globales, que favorece el impacto positivo del despliegue del Plan de Recuperación.

“De manera mecánica, si tenemos en cuenta las sorpresas positivas en el crecimiento económico de los últimos trimestres, nuestra estimación aumenta cinco décimas para este año”, reconoce Ángel Gavilán, director general de economía y estadística del Banco de España. Asimismo, según añade, “hay que otros factores que restan y que han cambiado desde que calculamos la última previsión [en enero], como el golpe del endurecimiento de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), pero la previsión que publicaremos en junio se quedará muy cercana al 2%”.

La institución alcanzará así la previsión que el Gobierno incluyó en octubre del año pasado en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y que mantuvo en el Programa de Estabilidad que envió a finales de abril a la Comisión Europea. Respecto a la inflación, conserva la estimación en el entorno del 3,7% de promedio en el conjunto del presente ejercicio.

Las subidas de precios “han pasado de ser una crisis que venía de la energía, a provenir de los alimentos y de otros elementos subyacentes, o más estables, que empezaron a encarecerse con retardo”, explica el director general.

Y el gran problema surge en la actualidad porque los alimentos y otros productos o servicios (el menú del día en un restaurante, los cortes de pelo, o los billetes de avión...) que han subido en los últimos meses después de los aumentos de los costes energéticos de las empresas desde 2021, difícilmente van a bajar en el corto o el medio plazo. Y, a esta persistencia, se unen las nuevas tensiones en la agricultura por la sequía.

La resistencia de la economía de España

“A pesar de un entorno adverso e incierto, en los últimos trimestres, el crecimiento económico en España —y a nivel global— ha sido más resistente de lo esperado”, admite el Banco de España. Y en el análisis de cada factor, destaca como impulsos precisamente la caída de los precios de la energía y “la corrección parcial de los cuellos de botella en las cadenas globales de producción y suministros”.

Por otra parte, incide en que el impulso de la reapertura de la economía tras la pandemia en el primer semestre, “ha dejado efectos relativamente duraderos”. Por ejemplo, en la recuperación del turismo internacional. Mientras que destaca otras factores más estructurales, como el crecimiento de las exportaciones de servicios no turísticos (servicios de consultoría, relacionados con la informática, las telecomunicaciones o la información).

Por último, Ángel Gavilán apuntó que el elevado dinamismo del mercado de trabajo “está apoyado en la moderación salarial”. Es decir, que las bajas remuneraciones de media “han ayudado” a la contratación. Y “con una caída en la tasa de temporalidad”, que según el análisis del Banco de España ha logrado reducir la incertidumbre de muchas familias, lo que se ha notado en el resistencia del consumo pese al daño de la inflación a la renta disponible, de alrededor de 5 puntos porcentuales en 2022 según la OCDE.

“En el primer trimestre de 2023, el PIB español avanzó un 0,5% —por encima de lo previsto y más que en la UE— y prácticamente ha recuperado su nivel pre pandemia, si bien con mucha heterogeneidad”, observa el director general. Y detalla: “El consumo privado y, especialmente, la inversión todavía permanecen por debajo de las cifras de 2019. Por ramas, la agricultura y los servicios ya han recuperado la actividad previa al COVID-19, al contrario que la industria y la construcción”.

Sobre las medidas de apoyo desplegadas por el Gobierno ante la crisis energética y el repunte de los precios (el tope al gas, los descuentos a los carburantes, las bajadas de impuestos...), el Banco de España repara que “han ayudado a reducir la inflación y a dinamizar la actividad económica”.

En 2022, llegaron a reducir las subidas de precios casi 2,5 puntos y aportaron más de un entero del crecimiento del PIB (que fue de cerca del 5,5%), según sus cálculos. Unas proyecciones que desvelan que en 2023 el efecto será mucho menor. Y, finalmente, que la retirada de estas medidas en 2024, según está anunciado por el propio Ejecutivo, generarán el rebote en algunos precios (como en es el caso de la electricidad o el gas por el fin de las bajadas de impuestos) durante ese año.

El golpe del BCE

La combinación de la pérdida de poder adquistivo por la inflación y las subidas de tipos dañan el consumo de las familias

El Banco de España avisa de que la pérdida de poder adquisitivo de las familias por la inflación y las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) están dañando críticamente el consumo en nuestro país.

“Estos factores han incidido sobre la capacidad de gasto de los hogares —especialmente en el caso de aquellas endeudadas a un tipo de interés variable—, que han venido reduciendo su tasa de ahorro en los últimos meses. De hecho, en la segunda mitad de 2002, la tasa de ahorro de los hogares se situó por debajo de los niveles pre pandemia”, lamenta Ángel Gavilán.

“Casi el 45% del abultado ahorro extraordinario acumulado durante la pandemia se mantiene en depósitos bancarios, pero es probable que estos recursos no proporcionen un significativo al consumo”, comenta el director general de economía y estadística del Banco de España.

La principal razón es que los bancos están traslando solo pírricamente las subidas de tipos a los productos de ahorro que ofrecen, mientras que sí han aumentado considerablemente el coste de las hipotecas (tanto las nuevas como las que se renuevan) y del resto de préstamos.

El golpe del BCE también resuena en el mundo empresarial. “Desde mediados de 2022, se ha desacelerado la financiación externa de las empresas, y, en particular, la demanda de crédito para inversión”, alerta Ángel Gavilán.