La política y el síndrome de Estocolmo. Después del 155, se abre la veda

Rubén Vizcaíno Balsera, SIEx

Un aplauso señor ministro. Sí señor. Acaba de abrir la Caja de Pandora de la autocomplacencia y exculpación de todos aquellos partidos, que a fecha 31 de diciembre de 2017, no han sido capaces de acordar y pactar sus presupuestos para este 2018. “…El ministro tiene la culpa, es el responsable de nuestra falta de carisma diplomático a la hora de negociar enmiendas que culminarán en un acuerdo más allá de lo bilateral en la mayoría de las Comunidades...” Son los Reyes Magos para todos aquellos patanes comunitarios, que siguen sin entender que el encuentro y el diálogo favorecen y agilizan la burocracia eterna, en este país “que no nos merecemos”. Urkullu tiene razón: Cupo para todos (esto se merece una reflexión en otro momento). Y el que no espabile, perderá el tren.

La palabra España, como conjunto orgánico de instituciones que deberían velar por la salvaguarda de las necesidades de todos los ciudadanos, sufre por las intromisiones “interesadas y no justificadas” del Gobierno de España, en las políticas autonómicas, provinciales, comarcales y locales, desde la aplicación del 155. Si bien es cierto que el Pacto Constitucional confiere velar por el principio de “solidaridad” entre todas las regiones, ciertas decisiones están afectando a la desintegración política del principio constitucional que nos une.

 En varias ocasiones desde SIEx hemos opinado sobre la necesidad de potenciar la Conferencia de Presidentes, como órgano interlocutor entre el Gobierno de España y sus regiones para impedir situaciones dantescas como la sufrida en Cataluña. Con decisiones como la aplicación del 155 en Cataluña se abre un periodo incierto en el que tocan “zafarrancho de combate” desde el cuartel general de Génova, inmiscuyéndose en las decisiones territoriales debatidas en los Parlamentos sutonómicos, poniendo en duda la existencia de los diferentes órganos de poder, por debajo de las carteras ministeriales. Y el problema radica en que al ciudadano cansado de los cientos de varapalos sufridos en sus economías domésticas, parece no importarle. Bien jugado, el saber aprovechar el “Síndrome de Estocolmo” de todos aquellos que “no” se han sentido ninguneados con sus políticas intervencionistas y de vuelta al redil, pero le aseguro, que, cuando se pase la fiebre asertiva de las banderas en los balcones, y volvamos a centrarnos en la política del día a día, la política sin florituras, la enfermedad se tornará en “Síndrome de Esto… es… el Colmo”.

 El acierto del desastre reside en saber aprovechar lo peor de cada situación para justificar injerencias políticas carentes de diálogo previo y consenso, con aquellos que van a ser intervenidos. Por eso un aplauso señor ministro. Bien visto el cataclismo y nuestra inanición política, y felicitaciones por haber estado raudo y veloz “en cargarse” a golpe de titular, todo el trabajo previo desarrollado a nivel regional. Le damos las gracias porque ahora, todo será responsabilidad de su Ministerio. Pero se le escapa a su equipo de asesores algún que otro detalle: Toda aquella Comunidad diferente al signo político de su Partido debería eternizar sus debates presupuestarios hasta el infinito y más allá, porque acaba de activar la tecla de “elecciones on fire”. Madrid no debe decidir ni a acelerar las conversaciones por la aprobación de sus Presupuestos Regionales, sólo porque se haya venido arriba con la aplicación del 155. Se le puede volver la tortilla señor ministro, pero este iluso que firma esta felicitación encubierta de ironía sonrojante, ve más allá de su toque de atención a “espabilar”, una política más traicionera si cabe. Comenzó interviniendo las cuentas de Ayuntamientos que vivían como si ni hubiera un mañana, pero ahora que todos volvemos a la senda del centralismo “autoimpuesto”, mola mucho más “intervenir” las cuentas de aquellas regiones que no sonríen a cada ocurrencia de su vuecencia, y mucho me temo que las Comunidades gobernadas por socialistas y regionalistas, están “muy arriba” en su lista. En un momento en el que el “centrismo revisionista” es promulgado a los cuatro vientos por los  dos partidos de derechas en España, se hace necesaria, más que nunca, la labor docente de insistir en nuestros ciudadanos en los beneficios económicos del Federalismo, como verdadero punto de encuentro de todas las tendencias políticas en nuestro país.

 El caso es que ningún vidente político de los que se rodea el PP, le está advirtiendo de las consecuencias políticas que tendrá para su partido a nivel regional. ¿No ha aprendido del bochorno de los resultados del PP, en los últimos comicios en Cataluña? Señor Ministro, no tendrá siempre un “Albiol” en cada Comunidad para echarle el mochuelo. Eso sí, le doy un consejo gratis… “Afíliese a Ciudadanos”, porque es el único que se está beneficiando de la falta de diálogo del PP, y de la falta de coherencia política en el mensaje del PSOE, acerca de qué España quiere.

 “Hacer un Rajoy”, era la manera pragmática de enfocar cada envite político de cierto calado en nuestro país, y les estaba funcionando. Y mira que era sencillo: discurso simple, con la palabra “España” como excusa para todo. Pero señor ministro, la está liando parda, pero aún hay tiempo para salvarse: Afíliese a Cs, se lo digo de corazón, “como el que aparece en sus publicidades”. Porque no creo que vaya a ser capaz de desarrollar un proyecto como el que nuestro país merece: “El Regionalismo Constructivo”. Y ya sabe, “espabile”, porque Rivera, como decía una aseguradora catalana: “lo quiere todo, todo, todo.”

 Nos está dotando de una amalgama enorme de posibilidad de intenciones pragmáticas en nuestros idearios políticos a la hora de presentarnos en sociedad. El desencuentro improductivo entre las posiciones vintage de los partidos tradicionales, confiere una labor inmensa de reordenamiento de las políticas estatales y autonómicas dentro de un marco federal.

 Paso 1, para estropear sus planes: La economía, la educación y la sanidad no necesitan revertir sus competencias al gobierno central, esperando recuperar la unidad “en el asentimiento” de un centralismo constitucionalista que nos solucione la papeleta a cada Región. Se trata de acabar con el “Paternalismo” decisorio que afecta a cada posición de desencuentro con usted y su gobierno ¿De qué vale desmarcarse del discurso gubernamental, ahora que se han atrevido a utilizar el 155 como arma disuasoria?  De mucho señor ministro, de mucho. El discurso del débil inteligente cala. Que tomen nota los excluyentes nacionalistas catalanes, porque les hubiera ido mejor, y no le habrían acolchado la poltrona a usted. En el siguiente tren nos bajamos señor ministro, aunque mucho me temo, que a día de hoy, no llegamos ni a Madrid, para poder protestar, “en tiempo y hora”. Tiempo y dinero y…todo es posible. Lo divertido y grandioso es hacerlo sin un “euro”, y Extremadura le da las gracias. Enhorabuena por ir abriendo, poco a poco la puerta a nuevas ideas en política, que llegarán… (En breve)