La crisis como factor de riesgo

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El estrés derivado de problemas financieros, la preocupación por el fracaso de un negocio o la pérdida del trabajo se han convertido en consecuencias inherentes a una de las peores crisis económicas que se han vivido hasta el momento.

Sin embargo, a pesar de que el efecto del estrés sobre el riesgo de infarto se observa de forma general, con independencia de la edad, sexo, región demográfica o grupo étnico, “se ha demostrado que los diferentes indicadores de estatus socioeconómico, y nivel educativo vinculado a otros factores de riesgo cardiovascular, se asocian de manera consistente a un mayor riesgo de padecer un infarto, en especial en países con elevado nivel de desarrollo”, indica Alfonso Varela Román, secretario de la Fundación Española del Corazón (FEC).

Esta situación se debe fundamentalmente a que el estrés es el gran causante del aumento de la secreción de las catecolaminas, que provocan un incremento de la tensión arterial, convirtiéndose en un importante factor de riesgo cardiovascular. “A su vez, el incremento de la tensión arterial, de la frecuencia cardíaca y las alteraciones metabólicas favorecen el desarrollo de la aterosclerosis, lo que puede desencadenar complicaciones cardiovasculares asociadas, tales como infartos, anginas de pecho y accidentes cerebrovasculares”, afirma el Dr. Varela Román.

En nuestro país, el perfil de paciente que puede verse más afectado por este tipo de circunstancia, y por tanto convertirle en vulnerable, es el paciente de cualquier sexo y grupo de edad, en especial aquellos procedentes de estratos socioeconómicos bajos, con un nivel educativo inferior, y con elevados niveles de estrés, que pueden ser derivados de situaciones vitales estresantes, como problemas financieros, fracaso en los negocios o pérdida del empleo“, indica el Dr. Varela Román.

INTERHEART

En la actualidad existen numerosos trabajos en la literatura médica en los que se relaciona el estrés psicosocial, laboral, financiero y las situaciones vitales estresantes, con una mayor incidencia de infarto de miocardio. Entre ellos está el estudio INTERHEART, publicado en el año 2004.

“El estudio INTERHEART analiza la relación entre diferentes factores psicosociales y el riesgo de infarto, en una amplia población, con más de 11.000 casos y 13.000 controles, de diferentes edades y sexos, procedentes de distintas regiones geográficas de todo el mundo y con diversos orígenes étnicos. En él se observó un exceso de riesgo de infarto asociado a niveles elevados de estrés”, señala el Dr. Varela Román.

Teniendo en cuenta que, tal y como indica el especialista, “es muy difícil actuar sobre los factores psicosociales, ya que en muchos casos dependen de condiciones externas, no controlables por el propio paciente, como puede ser la pérdida del empleo”, es necesario incidir en mayor medida en el control de factores de riesgo cardiovascular modificables clásicos, como son el tabaco, la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión y la diabetes e hiperlipemia, “a través de la realización de ejercicio físico de forma regular y tratando de controlar periódicamente los niveles de presión arterial, glucemia y lípidos”, concluye.