De muchos es sabido que estamos en época de escasez. Faltan profesores, faltan médicos, hay pocos albañiles, no hay comercio en las ciudades, ni mecánicos en los talleres, no hay ganaderos en la sierra, ni rebaños, ni panaderos que amasen y horneen a diario, si quieres pintar tu casa las listas de espera de los pintores no envidia a las de la seguridad social; lo mismo se puede decir de los fontaneros o electricistas. En la administración los funcionarios se quejan de falta de personal. ¿Alguien me puede decir que está pasando? Si la plantilla de maestros y profesores es escasa, que habrá que preparar a más docentes es obvio. En este caso, y si de mí dependiera, convocaría más oposiciones y con mayor número de plazas. Agilizaría los trámites y reduciría los tiempos desde que se produce la convocatoria y hasta que se realizan los exámenes. Si tengo prisa, no puedo pasear. Toca caminar con rapidez.
Los certificados, acreditaciones y todo tipo de justificantes para verificar lo que dice el currículum, ya me los entregarán después. De momento, me basta con el título académico que les permite presentarse a ese tipo de pruebas y con el DNI. En el caso de los médicos, más de lo mismo. Tengo pocos, luego elimino barreras y no exijo esas «notas de corte» tan altas. Hago más sesiones prácticas en los años de Universidad y en los exámenes MIR, aumento el número en aquellas especialidades más necesitadas. Como la atención primaria es la antesala al sistema público de salud y contradictoriamente la más depauperada, más desatendida y peor pagada, yo la mimaría especialmente. Dotaría de más medios técnicos a los centros de salud. Algunos de esos medios son baratos: termómetros, tensiómetros, básculas. Cualquiera de nosotros, en nuestras casas, tenemos ese tipo de elementos más modernos que los que hay en las consultas médicas.
Yo ya entiendo que no vamos a tener una sala de radiografías en cada barrio, pero dos o tres repartidas para que atiendan a los enfermos de más de un centro, me parecería más práctico que lo que hay en la actualidad. Y el dinero no es excusa se trata de priorizar, valorar y coordinar. Que sepan los lectores de los pueblos que también me acuerdo de ellos. Tanto lo que he dicho de maestros y profesores, como lo que estoy escribiendo de médicos y centros de salud, lo hago extensivo a esas pequeñas localidades de nuestro territorio.
Si los funcionarios de todas las administraciones se quejan de falta de personal, yo no formularía preguntas en unas oposiciones que nadie es capaz de responder en el período de tiempo marcado y que no solo, no solucionan un problema, sino que crean dos o tres más y obligan a repetir los exámenes.
Tiempo, dinero, prestigio y confianza perdidos. ¿Quién gana? ¿Por qué se hace? ¿Quién me lo puede explicar?
Entre tanto, han pasado más de dos años desde que tuvimos elecciones locales, municipales y generales. ¿Qué han hecho para remediar esos problemas a los que me he referido? ¿Cuántas plazas de FP básica se han creado para que en nuestra sociedad haya soldadores, mecánicos, fontaneros? ¿Quién, con nombre y apellidos es el encargado o la encargada de velar por el cumplimiento de la ley en los centros de trabajo privados y públicos? ¿Cuántas son las viviendas que en estos dos años han podido alquilar o comprar, en los pueblos y en las ciudades, los jóvenes, los no tan jóvenes, los que fueron clase media, pero ya no lo son? ¿Cuántas industrias «punteras» se han creado en estos más de dos años? ¿Cuántas están previstas para el próximo año y medio? ¿Qué pasa con RENFE, con Adif, con telefónica? ¿Por qué nadie arregla esos kilómetros de carretera que van de Viniegra de Abajo a Salas de los Infantes?
Me he referido a muchos temas y soy consciente de que algunos son de competencia local, otros pertenecen a la Administración periférica del Estado, y los hay también cuya solución compete a la Comunidad Autónoma. Lo he hecho adrede. Ha sido una manera de plasmar que por encima de esas tres administraciones está la coordinación o si lo prefieren y según la RAE: «la acciones de unir o armonizar elementos para alcanzar un fin común».
Por cierto, que en el haber de mis últimos aprendizajes sobresalen los siguientes: en el rescate multimillonario que hicimos a los bancos en 2012, y que superó los 65 mil millones de euros,todavía tenemos que poner 16.000 millones más. El 54% de la riqueza de mi país está en manos de 28 octogenarios. Y dos millones y medio de nuestros jóvenes viven en situación de exclusión social. ¿Quién me lo explica?