Crítica: arrinconada pero imprescindible, la exposición de Javier Sáez Castán en el Museo ABC

Hay un espacio expositivo en la planta baja del Museo ABC de Ilustración que es un tanto desagradecido: está al fondo, pasados los ascensores, y se mezcla con la librería que una editorial tienen allí. Sin embargo, en no pocas ocasiones, este rincón poco visibilizado del Museo nos ha traído sorpresas en forma de pequeñas delicias.

Anoten el nombre del ilustrador que habita allí ahora, medio tapado por souvenirs y libros: Javier Sáez Castán. Para los informados no será ningún descubrimiento, se trata de un artista consagrado que en 2016 fue galardonado con el Premio Nacional de Ilustración. Con todo, se trata de un autor que, quizá por haber vivido casi siempre en Alicante, lejos de los avariciosos escaparates que son Madrid y Barcelona, necesita ser más conocido aún por el público no especializado.

Sus propuestas sorben de la ilustración de época, el surrealismo, el cartelismo y el cómic underground (o eso me parece a mí). El Museo ABC nos brinda ahora la oportunidad de ver los dibujos originales, -en grande-, de las ilustraciones de sus libros, que gracias a ubicación de la muestra podemos también hojear y comprar allí mismo.

La exposición se llama Prodigios y curiosidades y abunda, efectivamente, en el rico universo simbólico del autor, donde convergen lo circense y lo psicológico, con colores prodigiosos y un claro protagonismo de la expresividad de rostro humano.

Resulta divertidísimo jugar con un artefacto que Sáez Castán ideó hace tiempo: el Animalario universal del profesor Revillod, uno de los objetos impresos más increíbles que quien esto escribe haya palpado jamás. Se trata de cuaderno de notas, que podría pertenecer a un naturalista decimonónico, donde aparecen multitud de animales conocidos…y desconocidos, que el lector puede componer por cientos, combinando cada uno de los tres tercios en los que el autor descompone previamente sus figuras. Pues bien, la exposición reproduce el juego con los mismo dibujos pero en tamaño gigante. Un interactivo que ríete de las pantallas táctiles.

La exposición se ve en un santiamén, aunque la profundidad de campo y los detalles de muchas de las ilustraciones permitirían entrar y pasar un buen rato en cada una de ellas. Pueden aprovechar, en todo caso, para ver el resto de exposiciones, más grandes (hablamos de superficie) que esta pequeña maravilla de Javier Sáez Castán.

Dónde: calle Amaniel, 29-31

Cuándo: del 15 de diciembre al 19 de marzo (cerrado los lunes)

Cuánto: entrada libre