¿Intervenir el mercado del alquiler? Mirando a Europa para tomar perspectiva

José Manuel Calvo, Delegado del Área de Gobierno de Desarrollo Urbano Sostenible, declaró el miércoles 25 en una entrevista en la cadena SER – motivada por el nuevo plan de regulación del hospedaje para frenar el efecto Airbnb que este medio dio en primicia– que entraba en sus planes solicitar al gobierno central poder regular el mercado del alquiler.

El asunto volvió a salir en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno del jueves 26, donde explicó que “necesitamos un ley que habilite a los Ayuntamientos a establecer topes en base a criterios objetivos que no sigan estrictamente la lógica del mercado. Si mañana tuviéramos ese marco legal que nos permitiera hacerlo” -continuaba Calvo- “estableceríamos un decreto, una ordenanza u otro elemento regulador. Luego, será relativamente sencillo controlarlo porque el arrendador tiene que firmar un contrato con su arrendatario y éste se ha de registrar. Habría que controlarlo y establecer una oficina de denuncias para que no se produjeran abusos y pagos en B”. El Delegado ya se reunió con el nuevo gobierno con motivo de la Operación Madrid Nuevo Norte y, aunque no trataron el tema al detalle, coincidieron en que es necesario pinchar la burbuja de los alquileres.

Cuando se habla de intervenir el mercado de los alquileres siempre surgen voces críticas que lo tildan de locura. Lo cierto es que hay distintas experiencias fuera de España de las que podemos aprender y que nos sitúan en un escenario en el que la posibilidad deja de ser una ocurrencia para pasar a ser una alternativa evaluable.

Es el caso de Holanda, por ejemplo, donde existe una regulación de precios desde el Estado central; o de Suecia, donde el gobierno no fija precios, pero es árbitro en un proceso de negociación entre asociaciones de inquilinos y propietarios. En España, la PAH impulsó este mismo año una Ley de Vivienda que incluía la regulación de los alquileres. Fue presentada a través de Unidos Podemos, ERC, Compromís y EH Bildu, pero no llegó a ser debatida en el Congreso por el veto de PP y Cs.

En París los alquileres han estado regulados cerca de dos años (entre 2015 y 2017), hasta que los tribunales anularon la legislación a finales del año pasado. La ley Alur (del acceso a la vivienda y la renovación de la planificación urbanística, por sus siglas en francés) estableció unos coeficientes de referencia en los 80 distritos de París –teniendo en cuenta tipologías de vivienda, ubicación y antigüedad– y limitó las subidas de los alquileres a un 20% por encima del medidor. La situación de partida en la capital francesa no difería mucho de la de nuestro mercado de alquiler: la norma surgió de la constatación de una subida descontrolada de más de un 40% en la última década.

La medida contó desde el principio con la oposición de los operadores inmobiliarios, tuvo que afrontar una batalla legal (que acabó perdiendo, aunque se recurrió la decisión) y sus críticos la han tildado de fracaso por sacar viviendas del parque de alquiler. Es este un aspecto clave a la hora de pensar en una posible regulación, según advierten distintos expertos: debe ir acompañada de medidas que imposibiliten dejar las viviendas vacías. A pesar de todo, la subida de los precios se contuvo.

Ahora, un estudio de una asociación de consumidores (CLCV) sobre un millar de inmuebles, ha concluido que la cancelación de la Ley Alur ha traído una fuerte subida de los precios de los alquileres. La noticia ha sido comentada a través de twitter por Ian Brossat, Teniente de Alcalde de París, a cargo de la vivienda, la vivienda sostenible y la vivienda de emergencia, que ha manifestado la intención del Ayuntamiento de Anne Hidalgo de reactivar los controles sobre el alquiler el próximo otoño, aviniéndose a otras posibilidades que brinda la legislación francesa.

El propio José Manuel Calvo hizo referencia en rueda de prensa a la experiencia parisina, una de las más conocidas aunque no la única sobre regulación del mercado de alquiler, como hemos visto. Se trata de una posibilidad que aquí nos es desconocida desde el franquismo (entonces salió mal porque no se evitó que los propietarios forzaran las situaciones de ruina de los inmuebles). Lo cierto es que mirar fuera de casa puede ayudarnos a normalizar la idea... antes de evaluarla sin prejuicios.