La vuelta del botellón y la suciedad acorralan el entorno de Barceló

Este lunes el vaso de la paciencia de los padres de los alumnos del CEIP Isabel la Católica se colmó cuando tuvieron que sortear toda clase de basura esparcida por los alrededores del centro escolar al llevar a sus hijos al colegio. El mismo día en el que Somos Malasaña se hacía eco de la denuncia del AMPA de otro colegio cercano, el Pi i Margall, sobre la suciedad que se da en plaza del Dos de Mayo, varios de ellos documentaron fotográficamente su odisea y la hicieron llegar a este periódico. Con los comerciantes del cercano Mercado de Barceló sucedió lo mismo: la noche del domingo debió de ser épica.

Los vecinos de la zona se suman igualmente a las voces que hablan de la degradación del entorno de Barceló, donde la situación no es puntual y la achacan a dos problemas principales: la vuelta del botellón más salvaje y la suciedad que genera la alta concentración de personas sin hogar que se dan cita alrededor del punto limpio de reciclaje instalado junto a la biblioteca municipal Vargas Llosa, algunas de las cuales pernoctan en los alrededores. Durante el día la convivencia se sobrelleva, pero al caer la noche cuentan que el caos se desata.

Las imágenes enviadas a este medio son más que elocuentes: niños entrando al colegio a las nueve de la mañana rodeados de los restos del botellón de la noche anterior, suciedad extrema y excrementos humanos. A un lado del colegio Isabel la Católica los parterres de los Jardines del Arquitecto Ribera están llenos de vasos de plástico, latas y botellas de cristal vacías. Al otro lado, en la plaza situada entre la biblioteca municipal y el Mercado de Barceló, ropa y otros materiales de desecho que habían sido depositados en el punto limpio adosado a la Vargas Llosa han sido esparcidos por todas partes. Todo el perímetro del centro escolar se halla salpicado de defecaciones y orines. Las papeleras no dan abasto.

Los habitantes del edificio del número 2 de la calle Churruca tienen una visión directa de los Jardines del Arquitecto Ribera por la orientación de sus viviendas y experiencia suficiente como para escribir un tratado sociológico de la zona. Antes de la reforma de los Jardines del Arquitecto Ribera sufrieron las grandes noches de botellones salvajes y de grupos de sinhogar -problemáticos en ocasiones- acampados en el parque. Ahora ven con temor indicios de vuelta a las andadas. Sobre el origen del macrobotellón del domingo, cuyos efectos secundarios sorprendían y hartaban la mañana del lunes a padres y madres del Isabel la Católica y a comerciantes del Mercado Barceló, no dudan a la hora de señalar una exitosa fiesta de tarde que se monta mensualmente en la sala Teatro Barceló y que alcanza su punto álgido en los jardines a las 23:30 horas de la noche. “Ya se habían producido otras este verano, pero los que vinieron a la de este fin de semana acabaron ocupando toda la plaza mientras bebían”, señalan. Todo se ha complicado además por tres obras en el entorno, junto al mercado, en Barceló 5 y al lado del Metro Tribunal, cuyas vallas se han convertido en receptoras de excrementos de todo tipo.

“Recibir a nuestros clientes rodeados de basura no es la mejor carta de presentación”, indica el gerente del Mercado de Barceló, Juan Andrés Heras, en referencia a la suciedad que muchos días rodea al centro comercial especialmente a primera hora de la mañana. “La sensación de suciedad se traslada a la misma oferta del mercado y perjudica seriamente nuestra imagen”, asegura antes de continuar diciendo que los mismos comerciantes se dedican a limpiar zonas comunes sin que les corresponda para evitar esa sensación.

Empeoramiento durante el verano

Padres de alumnos y comerciantes aseguran que el problema no es ni puntual ni nuevo, pero señalan que desde el verano se ha incrementado enormemente, llegando estos días a cotas insostenibles. Ambos coinciden en denunciar falta de control por parte de las autoridades sobre lo que sucede en la zona, principalmente durante la noche y a primera hora de la mañana. También creen insuficientes los equipos de limpieza dedicados al entorno. Desde el mercado apuntan a que los viernes y sábados sí hay refuerzos de limpieza para paliar los efectos del botellón nocturno, pero no así el resto de la semana, algo que el día a día demuestra que sería necesario.

Contra las consecuencias del botellón -además de una mayor limpieza-, comerciantes, padres de alumnos y vecinos creen que la solución pasa por aplicar la legislación vigente, que prohíbe esta práctica y multa a quienes se entregan a ella. La erradicación del otro foco principal de suciedad que les afecta quizá sea más compleja: ¿qué se puede hacer con las personas sin hogar?

La instalación del punto limpio junto a la valla del colegio Isabel la Católica y a la biblioteca fue bien recibida en su día por los vecinos puesto que daba solución a la necesidad de desprenderse de infinidad de elementos que no se pueden arrojar a la basura normal y que hasta entonces sólo podían depositarse en los puntos limpios móviles, a horas y días determinados. Estuvo meses funcionando bien, según cuentan desde el mercado, pero ahora se ha convertido en un elemento que provoca un efecto llamada de personas sin demasiados recursos que acuden, sobre todo, con la intención de abastecerse de la ropa que allí se tira.

“Durante el día, la cosa transcurre con normalidad, aunque la ropa ni llega a los contenedores porque las personas que la necesitan se la piden a quienes se acercan a tirarla, pero por la noche, aunque no sabemos bien lo que sucede, es frecuente que la ropa sea sacada del contenedor y esparcida por toda la plaza”, cuentan los comerciantes del mercado. Los vecinos tienen una teoría para explicar este comportamiento: “Algunas personas que duermen allí son las que esparcen la ropa de los contenedores, buscando sus cosas”, explican.

Desde la gerencia del mercado apuntan a que quizá fuera conveniente quitar del punto limpio la recogida de ropa, como posible solución, aunque eso, por ejemplo, no evitaría que la isla de reciclaje se siga usando con frecuencia como mingitorio, tanto por los sintecho como por la gran cantidad de gente que sale de fiesta por la zona. Según padres y madres del Isabel la Católica, muchos de esos orines acaban cayendo al patio del colegio.

“Las personas sin hogar que frecuentan la zona suelen hacer uso durante el día de los servicios públicos que hay en el mercado de Barceló y en la biblioteca Vargas Llosa cuando precisan hacer sus necesidades”, cuenta un vecino y corroboran responsables de ambos lugares. “Los que se quedan a dormir son los que luego manchan pero, sobre todo, son los jóvenes que vienen de fiesta y acaban de botellón en los Jardines del Arquitecto Ribera quienes más ensucian”, concluye este vecino que, como muchos otros, señala a la sala Teatro Barceló -antigua Pachá- como el gran atractivo de ocio del área y principal reclamo de botelloneros antes y después de sus conocidas sesiones. “Durante la época en la que el botellón era más perseguido que ahora en la plaza de Barceló éste no desapareció. Simplemente los grupos se difuminaron y expandieron por las calles aledañas a la discoteca, esparciendo la suciedad y el ruido que provocan. Ahora que el control en la plaza parece haberse relajado, simplemente han vuelto a su lugar de origen, mucho más visible”, cuenta esta misma fuente.

En cualquier caso, y como decíamos al inicio del artículo, lo de este domingo-lunes en Barceló ha sido la desagradable y visible punta del iceberg que ha hecho reaccionar a un entorno que está siendo acorralado de nuevo por el botellón y que luce una suciedad endémica y contagiosa que se resiste a aceptar por norma; algo sintomático que los afectados creen que merece una reacción por parte de las autoridades municipales acorde a lo que destapa.

Estado del entorno de Barceló la mañana del lunes

Estado del entorno de Barceló la mañana del lunes

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