Los 'after' con orden de cierre siguen abiertos: tardarán semanas (o meses) en ser precintados

Los cuatro after hours sobre los que el Ayuntamiento anunció la orden de cierre hace unos días están operando con normalidad. Así lo ha podido comprobar este periódico in situ durante los fines de semana que han seguido a la orden de cierre decretada por el Ayuntamiento para el Moroder y el Garaje Café en Malasaña, el Soniquete de Chamberí y el Jaguerground de Chueca. Todos estaban abiertos y recibiendo clientes con aparente normalidad pese a las multas y suspensiones de licencia que penden sobre ellos.

Según la información facilitada a inicios de febrero por el Ayuntamiento, los impulsores del Moroder tendrán que pagar 69.000 euros en multas y cerrar el local durante 12 meses por saltarse la ley de la Comunidad de Madrid, que les impide poner música de 6.00 a 10.00 de la mañana. Lo mismo sucede con el Garaje Café, que tiene pendiente una multa de 61.500 euros y ocho meses de cierre por el mismo motivo.

Sin embargo, su cierre puede estar todavía lejano. Fuentes del área de Medio Ambiente del Ayuntamiento explican el proceso de cierre, muy garantista y que todavía tiene que completar varias etapas: “Lo que se ha hecho es iniciar un procedimiento sancionador con imposición de multa económica y cierre”, explican. Ahora, el consistorio tiene que tramitar todo el procedimiento sancionador con las alegaciones, después habrá que notificar dos trámites más: la propuesta de resolución y la resolución definitiva. Además, si los infractores interponen recurso de reposición, se alargaría el proceso, ya que solo después de su resolución y notificación se procede a la clausura.

Debido a lo largo y complejo del procedimiento, el Ayuntamiento prefiere no poner fechas definitivas al cierre de estos locales, ya que pueden producirse en las próximas semanas o -a la vista de los trámites pendientes y por experiencias anteriores- en los próximos meses.

Mientras, los vecinos siguen aguantando los desmanes de parte del público de estos locales, que salen a la luz del día con notables síntomas de embriaguez y en ocasiones con violencia sobre el mobiliario público o los viandantes que en ese momento pasean por los alrededores, algo que también pudo comprobar in situ este periódico.

Los que sufren la existencia de estos after apuntan a un empresario de la noche, Mario Cornaccia, como la persona que maneja todos los locales y que se ha especializado en alargar los cierres recurriendo hasta el máximo legal todos los procedimientos de sanción abiertos. “Este hombre se dedica a buscar locales con licencias antiguas de bar-cafetería y permiso de equipo de música para transformarlos en auténticas discotecas clandestinas”, relatan los afectados.

En el Garaje Café, por ejemplo, operó en un espacio que no estaba insonorizado. “Las vibraciones de la música llegaban a sentirse en todas las plantas del edificio y, aunque abrían a las seis de la mañana, la gente comenzaba a reunirse en el exterior del local desde las cinco de la madrugada”, recuerda Sergio quien, como presidente de su comunidad de vecinos y con un hijo recién nacido por aquel entonces, se implicó con intensidad en la lucha contra este after.

Las continuas denuncias interpuestas contra el citado establecimiento tardaron dos años en dar algún fruto, si bien éste resultó ser efímero. El local llegó a ser clausurado pero volvió a abrir y a retomar su actividad en enero de 2019, no sin antes haberse cobrado una víctima: la vecina de 85 años nacida en el edificio del after que sufrió un importante deterioro cognitivo a consecuencia del ruido y que tuvo que ser trasladada a una residencia de ancianos.