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Una educación 'democrática' es útil con menores problemáticos

Los estilos educativos democráticos frente a los autoritarios y/o permisivos, así como la comunicación asertiva, se revelan como adecuados para mejorar las relaciones en las familias que están en programas de prevención para adolescentes con conductas de riesgo.

Son algunas de las conclusiones que se extraen de una tesis doctoral defendida recientemente en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) por la psicóloga, educadora y trabajadora social Sonia Iturain Jiménez de Bentrosa y dirigida por Javier Fernández Montalvo y José Javier López Goñi, ambos, profesores del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad.

La investigación, bajo el título 'Evaluación de los resultados de la intervención familiar en programas de prevención indicada para adolescentes con conductas de riesgo', analiza los datos obtenidos a partir de una muestra de 373 progenitores usuarios de los programas de prevención Suspertu, de la Fundación Proyecto Hombre Navarra, e Hirusta, de la Fundación Gizakia de Bizkaia, entre 2012 y 2016.

En el primero de ellos, de donde proceden la mayoría de los datos y que atiende a jóvenes de entre 13 y 20 años y sus progenitores, la muestra estaba integrada por 229 de ellos (105 padres y 124 madres) y en el segundo, por 144 (63 padres y 81 madres).

El diseño del estudio estaba formado por una evaluación inicial de los progenitores al iniciar los programas; otra, al concluir, y una tercera, a los seis meses. Los resultados del estudio se agruparon en dos bloques: el primero describía las características de los padres y madres que acudieron a los dos programas (sociodemográficas, estilos educativos, estilos de comunicación y presencia de condiciones psicopatológicas) y el segundo se centraba en los resultados obtenidos (atendiendo a las variables educativas y grado de afectación psicológica), ha informado la UPNA en una nota.

El estudio pone de manifiesto el efecto protector que ejerce la adopción de un estilo educativo democrático por parte de padres y madres. Por el contrario, un estilo permisivo es incluso peor que uno autoritario. En cuanto a las características sociodemográficas de los hogares, la autora destaca que se encuentra “un perfil de progenitores muy normalizado” y un mayor porcentaje de hogares monoparentales encabezados por madres frente a los de padres.

En lo referente a los estilos de comunicación, la investigación destaca que los asertivos son los más adecuados, frente a la comunicación pasivo agresiva relacionada, además, con mayores niveles de sintomatología psicopatológica de los progenitores. En este último sentido, destaca también que la investigación demuestra que los padres y madres objeto de estudio presentan con una condición psicopatológica de más gravedad que la población general, especialmente, las madres (con sentimientos de fracaso, baja autoestima, estado de ánimo depresivo y elevados niveles de ansiedad).

A ello se suma que “los conflictos con el hijo o hija adolescente pueden provocar un conflicto de pareja que agrava la situación”, destaca la autora, “y se relacionan con un aislamiento social de la pareja, que deja de interactuar socialmente y abandona las actividades habituales de ocio y tiempo libre”, apunta.

En lo concerniente al estrés parental, el estudio concluye que aquellos progenitores que perciben su rol como estresante presentan mayor sintomatología y afectación en las distintas áreas de su vida. Sin embargo, percibirlo como gratificante tiene un efecto protector. En cualquier caso, el estudio muestra que se trata de progenitores con una elevada inadaptación en todos los ámbitos de la vida y que esta afectación es mayor en el caso de las madres.

Desde una perspectiva predictiva, según apunta la autora del estudio, la edad de los participantes también es un punto importante a tener en cuenta, ya que los padres y madres más jóvenes son más propensos a adoptar un estilo de educación democrático y un papel menos estresante y más gratificante.

Por último, en lo referente a los resultados obtenidos por los programas estudiados, la investigación concluye su seguimiento contribuye a que los progenitores adopten un estilo de educación más democrático y una comunicación más asertiva, dos aspectos que son “cruciales dentro del ámbito familiar para la prevención de conductas de riesgo durante la adolescencia”, señala la autora. Además, según concluye, la participación en los programas reduce de manera importante los síntomas psicopatológicos y los desajustes.

Sonia Iturain Jiménez de Bentrosa es diplomada en Trabajo Social por la Universidad Pública de Navarra (2008) y en Educación Social por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, 2013), donde también obtuvo el grado en Psicología en 2015. Ha realizado el Máster Universitario en Intervención Social con Individuos, Familias y Grupos de la UPNA (2010) y el Máster Universitario en Profesorado de Educación Secundaria en su especialidad de Formación y Orientación Laboral (UNED, 2016).

Sonia Iturain está vinculada profesionalmente desde 2009 al programa de apoyo a adolescentes con conductas de riesgo y sus progenitores Suspertu de Proyecto Hombre, del que fue su directora entre 2015 y 2017. El programa trabaja en la prevención de conductas de riesgo en jóvenes de entre 13 y 20 años y sus madres y padres en los ámbitos personal, familiar, escolar y social, así como en la prevención general a través del asesoramiento y formación en centros escolares. Actualmente, desarrolla su tarea profesional como terapeuta de adolescentes en el mencionado programa, del que fue terapeuta familiar desde 2009 y hasta 2015.