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Opinión - Ir al grano. Por Rosa María Artal

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

El cardenal de Nicaragua advierte de las trampas del poder en un año preelectoral

EFE

Managua —

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El cardenal de Nicaragua, Leopoldo Brenes, advirtió este domingo sobre las trampas del poder, en el año previo al de las elecciones más esperadas de las últimas tres décadas en el país, que atraviesa una profunda crisis sociopolítica.

“El poder corrompe, muchas veces es para servir, pero el demonio es astuto y nos va a llevar a adorarlo”, dijo Brenes en su homilía dominical.

Brenes también hizo referencia al pasaje bíblico de la serpiente, citado en el evangelio de hoy, y advirtió que este “demonio” es “el padre de la mentira”, tal como lo señaló en 1996 el fallecido cardenal Miguel Obando Bravo (1926-2018), en la “parábola de la serpiente”, que según los analistas políticos le costó las elecciones al presidente Daniel Ortega, quien entonces era opositor.

Un mes antes de los comicios de 1996, Obando Bravo contó que dos hombres vieron a una serpiente moribunda en el camino, uno de ellos la rescató, y esta, tras recuperarse, le quitó la vida a su salvador. En un juego de simbolismos, el cardenal hizo ver que la culebra era Ortega, quien eventualmente perdería las elecciones.

Brenes, quien ha dicho que la Iglesia Católica es perseguida en Nicaragua, afirmó que la serpiente, “con argumentos manipuladores, nos hace creer que la propuesta que él nos está haciendo es verdadera, y si nosotros no estamos firmes en el señor, sentados sobre la base de Cristo, fácilmente podemos caer”.

Actualmente Nicaragua vive una crisis sociopolítica que se refleja en los medios de comunicación. Por un lado, los medios independientes informan a diario sobre asesinatos, arrestos, asedio, secuestros o agresiones, contra personas que rechazan a Ortega, por otro, los medios oficialistas informan que el país es el más seguro de la región y donde se respetan los derechos humanos.

La crisis, que ha dejado cientos de muertos, presos, o desaparecidos, miles de heridos y decenas de miles en el exilio, inició con la llamada “insurrección cívica” de abril de 2018, misma que es definida como “golpe de Estado fallido” por Ortega, quien lleva 13 años en el poder bajo señalamientos de fraude y corrupción, y que aspira a ser reelegido en 2021.

“El demonio no se va a contentar (…) va a volver al asecho”, destacó Brenes, remarcando su referencia a la serpiente, y sin mencionar nombres.

En 2014 el Episcopado de Nicaragua ya había advertido de una segunda crisis si Ortega no cambiaba su modelo de Gobierno, que la oposición identifica como “dictadura”, pero no fueron escuchados.

Las elecciones de 2021 serán cruciales, ya que son vistas por la oposición y por la comunidad internacional como una solución pacífica a la crisis más sangrienta de Nicaragua desde los años 1980 a 1990, cuando también gobernó Ortega.