Casado avisa al PP donde no gobierna: habrá intervención de Génova en las listas para evitar “reinos de taifas”

El líder del PP, Pablo Casado, quiere recuperar en las elecciones autonómicas y municipales de 2019 todo el poder territorial que perdió su partido en 2015 cuando no logró refrendar mayorías absolutas en comunidades autónomas y municipios en los que la izquierda pudo poner en marcha alianzas postelectorales. También quiere que los populares gobiernen en aquellos lugares donde no lo han hecho nunca. Por ello, Génova se va a volcar en la elaboración de las listas en todos esos territorios para garantizar esas opciones de gobierno y asegurarse la “sintonía” de las candidaturas con la dirección nacional.

Fuentes de la Secretaría de Organización del PP explican que el equipo de Casado quiere “conocer” a todos los integrantes de esas listas e incluir a personas afines en todas ellas para evitar que las direcciones regionales sean “reinos de Taifas”. En ese proceso, Génova pretende seguir el ejemplo de la convulsa elaboración de las candidaturas para las próximas elecciones a la Junta de Andalucía del 2 de diciembre, que concluyó con la designación de nuevos cabezas de lista afines al presidente de los populares. 

Génova reconoce que en ese proceso se vivieron “tensiones” que hicieron aflorar “antiguas” rencillas internas del PP andaluz que se escenificaron, por ejemplo, durante el proceso de primarias, con la dirección regional en manos de Juan Manuel Moreno apoyando la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría y pesos pesados del partido como el exministro de Juan Ignacio Zoido respaldando a Casado.

La dirección nacional del PP considera, no obstante, que las negociaciones con Moreno y sus afines -que reivindicaba su cuota en todas las provincias andaluzas– concluyeron con éxito al lograr que cuatro de los cabezas de lista –Jaén, Huelva, Granada y Málaga, donde el número uno es el propio Moreno– fueran de la cuerda del líder autonómico y otros cuatro –Sevilla, Córdoba, Cádiz y Almería– cercanos a Casado.

Entre los nuevos cabezas de cartel Génova impuso a Zoido por Sevilla y al exsecretario de Estado de Seguridad y exalcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, –ambos afines a Casado– por Córdoba, dos nombramientos que escocieron especialmente a la dirección regional de Moreno.

Evitar la “sangre y revancha”

Pero Génova defiende este resultado asegurando que encima de la mesa de las conversaciones había “tres escenarios”. El primero consistía en “no cambiar nada”, de forma que la dirección regional habría tenido total autonomía para elaborar las listas con sus afines. El segundo implicaba “sangre y revancha” e implicaría que sería Casado quien elaboraría todas las candidaturas. Génova apostó, en cambio, por un tercero, el del “equilibrio”, que implica que las listas son “consensuadas” entre ambas direcciones en un proceso que el equipo de Casado reconoce como arduo pero que, explican, garantiza una corresponsabilidad y una implicación ecuánime de todas las sensibilidades en la campaña electoral. 

Esa vía “a la andaluza” es la que pretende aplicar la dirección nacional del PP en la elaboración de listas que va a tener lugar en los próximos meses de cara a las autonómicas y municipales de 2019. En la práctica, esto implicará que el vicesecretario de Organización, Javier Maroto, o miembros de su equipo se irán desplazando por las distintas comunidades sondeando con reuniones con alcaldes y con otros cargos locales las opciones para elaborar unas candidaturas lo más equilibradas posibles y en las que haya una presencia de dirigentes afines a Génova. 

La dirección del PP excluye de esa intervención de las listas comunidades en las que el partido no tiene problemas para gobernar. Citan como ejemplo de territorios en los que el sistema actual “funciona” Galicia –donde Alberto Núñez Feijóo gobierna con mayoría absoluta–, Castilla y León –feudo popular de Juan Ignacio Herrera– o Murcia –donde el PP gobierna ininterrumpidamente desde 1995–. 

En lo que hace especial hincapié el equipo de Casado es en el hecho de que a través de las “duras” negociaciones de las últimas semanas se haya conseguido “coser” al PP andaluz. La imagen que se veía este sábado en la reunión de la Interparlamentaria que la dirección de los populares llevaba a Sevilla ejemplificaba, sin embargo, que la división interna sigue existiendo y que los fantasmas de las primarias persiguen a Casado tres meses después del proceso que le hizo presidente. 

Un partido “fuerte y unido”

Exultante y alegre se podía ver a la exnúmero dos del PP, María Dolores de Cospedal, cuyo apoyo resultó crucial en la segunda vuelta de las primarias para decantar la victoria de Casado y a quien el líder de los populares devuelve el favor siempre que puede incluyendo a los afines a la exministra –como Zoido o la portavoz en el Congreso, Dolors Montserrat– en puestos de responsabilidad. La aún diputada estaba sentada en la tercera fila del auditorio del Edificio Expo de la capital andaluza, en un lugar visible para las cámaras. 

Tres o cuatro filas más atrás se situaba el bando perdedor de las primarias con semblante serio, forzado. Entre ellos estaban algunos de los más firmes apoyos de Sáenz de Santamaría como la exministra de Empleo Fátima Báñez o el de Hacienda Cristóbal Montoro. También se podía observar con gesto incómodo al extodopoderoso Javier Arenas. 

Justo el día en que el expresidente del Gobierno evitaba acudir a la Interparlamentaria que Casado llevó a Sevilla a pesar de estar también en la capital andaluza el líder del PP insistía en que el partido está “fuerte y unido”.

Su equipo asegura que en Andalucía el trabajo entre la dirección nacional y la autonómica es constante. Este mismo sábado se celebraba una reunión en la sede del PP de Sevilla para ir preparando la campaña que comenzará a mediados de noviembre. Las encuestas internas les dan opciones de gobernar, ya que explican que en ningún caso se producirá el tan temido “sorpasso” de Ciudadanos que aventuran otros estudios demoscópicos. 

Los resultados de las elecciones del 2D serán la prueba de fuego que testará si esa cohesión interna de la que presume Génova es real o es una mera escenificación de la tregua propia de la campaña electoral.