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Javier Fernández pide huir de “las narraciones polarizadas y desintegradoras”

EFE

Oviedo —

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El presidente saliente del Principado, Javier Fernández, ha recomendado en su despedida de la política alejarse de “las narraciones polarizadas y desintegradoras” y ha advertido de que “la exaltación del fragmento y el canto a la diferencia siempre ha sido uno de los ejercicios favoritos de los viejos enemigos de las ilusiones colectivas”.

En su intervención este sábado en el acto de toma de posesión del nuevo jefe del Ejecutivo asturiano, Adrián Barbón, Fernández ha recordado que asumió la Presidencia del Principado hace siete años sin intención de “abrir un tiempo nuevo” porque se sentía “deudor” de los que le habían precedido, “unos gobernantes marcados por un tiempo político en el que la identidad española se reinventó a sí misma como cívica, democrática y constitucional”.

Al pasar el testigo a un presidente 30 años más joven, ha reconocido que le gustaría “que se recordara a aquella generación que llevó a la calles y a las aulas el sueño ilustrado de la España moderna” y que “inició la andadura por un camino distinto” en la transición.

En su intervención, Fernández ha recomendado no dejarse confundir por aquellas “emanaciones que envueltas en leyendas patrióticas y fragancias místicas que empujan a la política hacia el pegajoso rincón de las emociones y derivan en narraciones polarizadas y desintegradoras”.

El exjefe del Ejecutivo asturiano ha advertido de “los relatos que permiten imprimir un sentido de pertenencia que se funda contra el otro, los que dibujan con patrones culturales los perímetros de la ciudadanía y los que buscan en la identidad y la diferencia el fundamento mismo de la sociedad política”, algo que le hace pensar en lo que ocurre en Cataluña y el estrés al que se ha visto sometido el modelo territorial.

Javier Fernández, quien se ha reconocido “incondicionalmente racionalista”, ha considerado que “a veces hay que defender a la sociedad de aquellos que con la razón en la mano tienen demasiada prisa por hacerla perfecta”.

Fernández ha admitido que “los sentimientos y las emociones forman parte del misterio de la política” y ha admitido que “ahora van ganando de los que prefieren sentir a comprender”.

Sin embargo, ha confiado en que “la esperanza, que es enemiga de los utopismos, de la irracionalidad y de las soluciones mágicas, volverá de la mano de aquellos que saben que la exaltación del fragmento y el canto a la diferencia siempre ha sido uno de los ejercicios favoritos de los viejos enemigos de las ilusiones colectivas”.