PATRIMONIO

La reaparición del Cristo del Crucero: las incógnitas de la historia de una imagen rescatada de las llamas

Juan Carlos Romero

0

Dos cristos y la historia de un incendio. En esta Semana Santa, en la que el fuego ha hecho más que acto de presencia en Andalucía, la localidad sevillana de Almadén de la Plata tiene la fortuna de volver a ver el rostro de un crucificado, calcinado en lo que fue un sonado incendio en la Iglesia de Santa María de Gracia. Este Cristo había sido enterrado bajo el altar, se encontró en 2002 y se ocultó por razones desconocidas hasta 2020. Justo cuando se cumplen 70 años de uno de los sucesos más tumultuosos de la Sierra Morena de Sevilla -donde el fuego arrasó con buena parte de los tesoros de los siglos XVI, XVII y XVIII que albergaba el templo- este Cristo calcinado se expone ahora en la sacristía.

Lo curioso es que se trata de una figura rodeada de incógnitas. Porque fueron dos los Cristos que había en aquella iglesia en 1953 con el nombre de “El Crucero”. Algunos expertos han señalado al Cristo reencontrado y mutilado como Cristo del Crucero, una imagen que ocupaba el ático del desaparecido retablo mayor antes de aquel incendio. Pero la información que detalla un catálogo de los años cuarenta y la aparición de otro crucificado han generado dudas.

¿Es la imagen del patrón la que se expone?

Las últimas obras de rehabilitación del templo por una Escuela Taller en el año 2002 trajeron consigo la reaparición de un crucificado del que apenas se había hablado antes en el pueblo. Se localizó calcinado y enterrado bajo la solería del altar mayor, entre otros enterramientos. En aquel momento el tema quedó silenciado y la talla permaneció oculta en un emplazamiento desconocido hasta acabar expuesta de manera discreta recientemente en la nave de la sacristía, lo que ha reabierto el debate sobre si la imagen del patrón, el Cristo del Crucero, es la que se encontraba en el retablo mayor -y ahora se expone como muestra de aquella jornada trágica- o si, por contra, es la que albergaba el retablo lateral de la nave del evangelio. O si eran dos los crucificados con la advocación “del Crucero” ambos.

El Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla, hecho en los años cuarenta por José Hernández Díaz, Antonio Sancho Corbacho y Francisco Collantes de Terán, profesores de la Universidad de Sevilla, hace una descripción del patrimonio que atesoraba el edificio. Los profesores, al documentar el retablo mayor, hacen alusión a que “en el cuerpo superior (se encuentra) el Santo Cristo del Crucero, patrón del pueblo, escultura que no pudimos estudiar a satisfacción por la gran altura en que se halla y escasa luz, dándonos la impresión de ser obra del comedio de la décima - sexta centuria”. Así que los académicos sitúan sin margen de dudas al patrón en el retablo mayor una década antes del incendio que se produjo en 1953.

El mismo catálogo describe que en la nave del evangelio se encontraba un retablo sencillo del siglo XVIII “dedicado (también) a la figura del Santo Cristo del Crucero”. Aunque hace alusión a un retablo dedicado al Crucero, no detalla la existencia de otro crucificado en dicho lugar, ni cita su patronazgo, ni las características que pudiera tener esa otra talla, como sí hace con el resto de esculturas, retablos, pinturas y orfebrería del edificio. 

El incendio

Era el día previo a la Noche de los Reyes Magos, un 4 de enero de 1953, y un problema en la iluminación del Portal de Belén montado en el altar mayor de la Iglesia de Santa María de Gracia provocó el fuego. Los esfuerzos de los vecinos por sofocar las llamas no lograron evitar la desaparición de obras de gran valor artístico y sentimental.

Se sabe que las llamas redujeron a cenizas tanto a la patrona, la Virgen de Gracia, (precisamente rescatada de nuevas llamas esta Semana Santa de 2023) ubicada en la hornacina central del retablo mayor, como a otras dos esculturas que ocupaban los laterales: San Sebastián y San Roque. La misma suerte corrió el crucificado que ocupaba el privilegiado espacio del ático del retablo mayor, aludido en un registro parroquial diez años antes como 'Cristo del Crucero', la misma advocación que tiene el actual patrón de Almadén de la Plata.

El relato oral

Pero el relato que ha llegado hasta nuestros días apunta a que dos vecinos salvaron al patrón, el Cristo del Crucero, otra imagen distinta. La tradición oral señala que las campanas no dejaron de sonar alertando del fuego. Los vecinos acudieron a sofocar el fuego y salvaron al Cristo del Crucero. Esta imagen se ubicaba en un retablo propio junto a la puerta lateral del edificio, según se trasmitió de una generación a otra, y fue sacado en volandas por dos vecinos que lo arrojaron al abrevadero situado a apenas 50 metros de distancia para evitar que acabase abrasado por las llamas (el mismo en el que metieron a la Virgen de Gracia hace unos días). Así, mientras buena parte de las esculturas y retablos se perdieron, el patrón se salvó de este siniestro, y sería el mismo crucificado con el que se celebran actualmente las fiestas en la proximidad del 14 de septiembre en Almadén. Al menos una fotografía anterior al 53 da cuenta de ello.

El historiador Juan José Antequera, en su libro 'Almadén, ayer', publicado por la Diputación de Sevilla en 1990, permite una aproximación a esta historia cuando documenta la existencia de una cofradía de la Vera Cruz. Los “cruceros” eran las personas de esta hermandad, que en 1675 realizaba estación de penitencia el Jueves Santo, celebraba en mayo la Cruz y desde 1763 pasaron a salir en procesión el Viernes Santo.

La hermandad de la Vera Cruz

Es la existencia de esta antigua hermandad de la Vera Cruz la que resolvería las incógnitas que se plantean en torno al Cristo del Crucero. Tanto el retablo como la imagen del Crucificado que se ubicaba en la nave del evangelio podrían no ser otros que los pertenecientes a la extinta cofradía de la Vera Cruz, la de “los cruceros”, que mantuvo la devoción a su crucificado titular entre la población bajo la advocación popular del Crucero en un lugar distinto al del retablo mayor.

Esta tesis la sugiere también el historiador local Miguel Ángel Vargas, de forma que existieron dos imágenes: una, que logró salvarse, la situada en el retablo lateral, y cada mes de septiembre recorre en procesión las calles de Almadén de la Plata en honor a su patronazgo; y otras que quedó calcinada, la del retablo mayor, y fue enterrada bajo el altar del mismo templo parroquial, para reaparecer medio siglo después y ser mostrada a los visitantes siete décadas más tarde.

El valor artístico

La escultura del crucificado expuesto es de gran valor artístico, confirman los expertos a elDiario.es Andalucía. “El Cristo del Crucero es una imagen de primera fila relacionada con el círculo de Pedro Millán y especialmente con un taller de imaginería que formaron los discípulos de este escultor”, explica Jesús Romanov, que toma en consideración “el tratamiento del cabello” que presenta el crucificado. Se trata, por tanto, de una escultura que data de finales del siglo XV o principios del XVI. Ángel Pérez Fernández y Ricardo Llamas León asumieron la restauración de esta escultura para devolverle la fijación y las tonalidades originales a la policromía que el fuego deterioró y oscureció.

Consultado por elDiario.es Andalucía, Romanov atribuye el crucificado que ardió en 1953 a Roque de Balduque, un artista de origen centroeuropeo o nórdico que tiene una pródiga trayectoria documentada en Sevilla entre la época. Coincide con la datación que los profesores hicieron al redactar el catálogo en los años cuarenta.

Reseña y fotografías

Ahora, en la sacristía, junto a la talla mutilada, que no tiene extremidades superiores, hay una reseña y dos fotografías del conjunto artístico que formaba el antiguo retablo con sus esculturas primitivas. Las estampas datan de los años treinta y las realizó el fotógrafo José María González-Nandín y Paúl, como registra la Fototeca de la Universidad de Sevilla.

En la reseña, se indica: “Imagen tallada en madera de cedro, situada en la hornacina superior del altar mayor de esta Parroquia, que ardió en el incendio que tuvo lugar en el año 1953”, detalla una hoja de papel enmarcada al lado del cuerpo calcinado y sin brazos del Crucificado. “La imagen estuvo oculta desde entonces y volvió a ver la luz con motivo de la remodelación del recinto en el año 2002”, sigue la misma información, y confirma: “No es hasta el año 2020 cuando se recupera y se somete a un riguroso tratamiento de fijación, a fin de favorecer su perdurabilidad”.

El recorrido del Cristo mutilado parece ver la luz, como lo ha hecho la propia imagen ahora expuesta. No obstante, quedan todavía preguntas sin resolver: ¿Nadie sabía de su ubicación? ¿Quién lo escondió? ¿Se pensó que se había perdido por completo? Cuando se encontró, ¿se conocía su origen? Y, sobre todo, ¿por qué se escondió debajo del altar mayor?

Las imágenes que sobrevivieron

Para la reconstrucción del templo mayor tras el incendio se adaptó un retablo de la iglesia de San Felipe de Carmona. La hornacina central la ocupó el Cristo del Crucero, que en sus primeros años tras salvarse de las llamas presentaba una pátina de humo que ennegrecía de manera significativa sus facciones. Una imagen de la Inmaculada ocupó el ático del nuevo retablo mayor que en retablo quemado acogía al crucificado que se expone ahora en la sacristía, y la antigua talla del Dulce Nombre de Jesús ocupó el primer cuerpo.

A los lados de este retablo se encuentran en la actualidad las esculturas de San José y de San Antonio. La talla de Jesús Nazareno, del imaginero Juan Bautista Petroni como la Virgen del Carmen, restaurada años después por el alcalareño Manuel Pineda Calderón, son exponentes del patrimonio original que quedó a resguardo tras el fuego. También la Virgen de los Dolores, con capilla propia, sigue recibiendo culto en su emplazamiento histórico junto al Cristo Yacente o del Santo Entierro.

La actual imagen de la Virgen de Gracia, titular de la parroquia y patrona, es obra del escultor local Jaime Mate. De una talla anterior -se desconoce si la perdida en el fuego- se hablaba en 1568 en el archivo parroquial, como cita el catálogo artístico, en una orden de pago en favor de Jerónimo de Obregón “por su trabajo de pintar y aderezar la imagen de Nuestra Señora porque estaba muy maltratada del rostro y del cuerpo y le doró la cabeza y aderezó al Niño Jesús y lo doró”.

Las imágenes de Santiago Apóstol a caballo, San Isidoro de Sevilla, San Nicolás de Bari, Santa Lucía, San Benito y San Gregorio de Osset, la Virgen del Rosario, el retablo y lienzo de las Ánimas, o el altorrelieve del Santo Padre desaparecieron. Este sobresaliente Santo Padre gozó de inusitada popularidad, dado que los más veteranos rememoran que un párroco extendió entre los niños que acudían a comulgar que, el día que el orbe acabase en el suelo, se acabaría el mundo.