El 'cambio' de la prensa de papel

En septiembre de 1971, con Franco aún firmando sentencias de muerte y la censura como espada de Damocles, 16 inversores decidieron dar un paso valiente: lanzar al mercado una revista centrada oficialmente en la economía pero cuyo objetivo, en realidad, era ofrecer información política. En esos primeros años 70, la sociedad española vivía entre la anestesia de la propaganda franquista y la agitación de los movimientos políticos y sociales que mostraban ya más que signos de cansancio de la dictadura y sentían el calor de una Europa e Hispanoamérica revolucionarias.

La gente quería cambio, y 'Cambio' fue el nombre que aquella publicación presentó en el registro. Pero las trabas de la época no permitieron esa denominación por todo lo que implicaba y los impulsores de aquel medio que nacía le añadieron el número 16 -en referencia a los socios que lo lanzaron- para esquivar los impedimentos. Y, aunque parezca absurdo, con ese pequeño ardid lo consiguieron. 'Cambio 16' nació hace 45 años en una sociedad a punto de entrar en plena efervescencia y se mantiene hoy, renovada, en otra época en la que una parte del país también reclama otro modelo democrático.

La historia de la revista ha seguido un camino muchas veces paralelo a la de España. Ha sufrido desde amenazas de la extrema derecha hasta atentados de ETA -en uno de ellos, Gorka Landaburu -uno de sus directores históricos de Cambio 16 y todavía miembro de la revista- perdió parte de sus manos-. Ha padecido la censura, con números secuestrados hasta en 1983. Tuvo su espectacular crecimiento económico, Cambio 16 aumentó de tamaño hasta conformar el Grupo 16, cuyo baluarte era Diario 16, y un declive que a punto ha estado de condenarle a la desaparición. ¿Cómo superar la situación? Con un nuevo modelo editorial y empresarial.

Renovarse o desaparecer

La última crisis estuvo a punto de borrar de las librerías a la cabecera, como antes desaparecieron productos similares como la histórica Triunfo o Panorama. Ante esta situación, los nuevos propietarios de la revista decidieron ampliar los horizontes y abrir la temática a nuevos nichos de información como el medio ambiente, la economía, tendencias... y variar el enfoque de lo meramente informativo al análisis y la opinión. El producto, antes semanal, sale cada mes con una portada de diseño y temas que requieren una lectura pausada. Con este cambio de modelo editorial han logrado que la publicación haya renacido y que, además de mantener a gran parte de los lectores de siempre, llegue a un público que demanda mayor profundidad en las noticias. Un mercado similar al que antes ocupaba siendo semanal, y donde prácticamente solo sobrevive la revista Tiempo, pero con un producto renovado y adaptado a un nuevo modelo.

De momento, en dos años, Cambio 16 ha logrado aumentar la plantilla hasta las 20 personas y ofrecer un diseño rompedor con la imagen que hasta hace poco les acompañaba. Una reconversión que llama la atención en una época en la que los medios, especialmente los editados en papel, son noticia por recortes y despidos. Pero, con un modelo distinto, hay ejemplos de cabeceras que se mantienen e incluso crecen a pesar del sambenito del nostálgico papel.

Este camino, nace de una reflexión que es casi una obviedad: el papel no sirve para informarse de la última hora, la velocidad de los medios digitales y audiovisuales han logrado que cualquier persona esté enterada de todo lo que sucede casi en tiempo real. Una idea compartido por otros modelos de mayor o menor éxito como, por ejemplo, Ahora SemanalYorokubu, JotDown, Revista Líbero, Perarnau Magazine o la propia revista de eldiario.es.

El salto que ha dado esta cabecera histórica quizás pueda servir de guía para entender hacia donde caminan los distintos modelos empresariales y editoriales de la prensa. El mundo digital en el que vivimos ha cambiado el panorama para siempre. Y junto a ese cambio, ha llegado el azote de la crisis económica y de credibilidad que ha arrasado a los medios de buena parte del mundo y, especialmente, de España. Porque, a pesar de que los cantos de sirena de la recuperación económica, el supuesto crecimiento se traduce en un goteo constante de despidos en las redacciones españolas. Paradójicamente, con especial énfasis en aquellos medios que asoman regularmente a sus portadas los avances de la economía patria como éxitos indiscutibles.

“Ahora, todo se mueve en el inmediato, en lo efímero y en lo superficial”

Gorka Landaburu (París (exilio), 1951) y Óscar Abou-Kassem (Madrid, 1978), anterior y actual director de la revista Cambio 16, personifican el pasado y el presente de la histórica cabecera. No porque uno sea el ejemplo de lo anterior y otro de lo nuevo, sino porque ambos han vivido el viejo modelo de la prensa -uno en la propia revista y otro en el diario de papel Público y El País- y eso les ha servido para creer que el futuro del papel está en otros derroteros distintos a los que hasta ahora conocemos. Ambos comparten algo que, aunque es obvio, no conviene olvidar: “el periodismo no se diferencia por el soporte: papel, radio o digital; lo que se diferencia es el periodismo bueno del malo”. Los dos coinciden en que el momento del sector es complicado pero que, en parte, también es culpa de los medios y de los propios periodistas.

¿Qué ha supuesto Cambio 16 en la prensa española?

Gorka Landaburu: Cambio 16 nació como una revista económica, pero con un carácter político que iban metiendo poco a poco. Era ya el final del franquismo y la revista se va politizando y convirtiéndose en la revista de referencia de la oposición a Franco. Le surgen enemigos férreos, como el ABC o la prensa 'derechona' de la época. Nace gracias a Juan Tomás de Sala, que fue el 'alma mater', y se convirtió en una escuela de periodismo. Por Cambio 16 pasaron todas las firmas importantes de la época: Pepe Oneto, Pedro J. Ramírez, Ricardo Utrilla, José Manuel Arija, Alfonso Rojo... ¡hasta Jiménez Losantos! Cambio 16 fue la referencia y rompe con el molde de la prensa franquista durante 10 o 15 años, hasta que nacen nuevas revistas y periódicos como El País o Diario 16.

Después de esa época, la prensa semanal sufre un bajón. ¿Cómo afectó a la publicación?

G.L: Acabada la transición y pasado el 23F, la llegada de Felipe, etc... hay una reducción del interés en la información de política pura y dura. Entonces, y también porque los periódicos empiezan a dar revistas los domingos, hay una primera crisis. Además de apuestas propias fallidas, que dejan tocada a la revista, como la 'operación Roca'. Pero es una crisis que afecta a todas las revistas en general. Luego hubo un intento de relanzamiento, a finales de los 90, de la mano del empresario Manuel Domínguez, pero eso dura 10 años. De ahí se pasa a una situación precaria, con una redacción casi inexistente hasta hace más o menos dos años, que empieza esta nueva etapa.

Óscar Abou-Kassem: El relanzamiento fuerte empieza en noviembre de 2014. La revista pasa de ser semanal a mensual. El formato semanal ahora mismo, con la prensa digital, no tiene mucho sentido porque es difícil llegar a la actualidad teniendo a los periódicos de papel y digitales ofreciendo lo mismo. Entonces, apostamos por una información más reposada, con reportajes y análisis que te ofrecen más datos, más contexto de lo que rodea a la noticia. Básicamente, partimos de dos lemas: 'de la información al análisis y del análisis a la inteligencia' y, ahora, 'hazte una opinión'. No es que nosotros te demos la opinión hecha, es que con lo que leas en la revista seas capaz de hacerte tu propia opinión. Y no solo de temas políticos, también de otros temas de actualidad. Nos gusta llevar temas de lo que habla la gente y que resulten de interés: educación, sanidad, consumo colaborativo, tecnología, internet... sin dejar de lado la política.

¿El análisis es el futuro del papel?

Ó.A-K: Sí. El periodismo de papel debe ser fuente de información pausada. Y acompañado de un formato y un diseño que resulte atractivo y agradable. Más allá del gusto que dar leer el papel, en casa o durante un viaje, en momentos de calma, es ofrecer un producto de calidad.

G.L: En Francia han sabido mantener las revistas porque se han especializado en el análisis. La gente joven no compra periódicos, pero sí lee revistas si se les ofrece lo que les interesa. Los medios digitales ofrecen lo que la gente demanda, pero también quiere tener análisis para comprender mejor qué es lo que pasa. Necesitamos ponderar, leer tranquilamente como se lee un libro. Eso no se encuentra en las redes sociales.

Ó.A-K: Los productos que sobreviven y tienen éxito son los de calidad. Y creemos que hacemos una revista de calidad. Nos han dado un premio a la revista mejor diseñada y el público está respondiendo.

¿Uno de los problemas que pueden encontrar es que mucha gente se informa solo a golpe de 'tuit' o de titular?

Ó.A-K: Nosotros, en el último número, llevamos una portada sobre la política espectáculo, la política pop. Ahora, todo se mueve en el inmediato, en lo efímero y en lo superficial. Vivimos en una sociedad que todos tenemos aparentemente menos tiempo para todo, para leer, para pensar... Nosotros pretendemos lo contrario, que saquemos tiempo para pensar y para leer. Y creemos que vamos por el buen camino. Hace algo menos de una año sacamos un especial sobre Ciudadanos y Podemos, quiénes son sus líderes, de dónde vienen... y muchos lectores han agradecido que pongamos el contexto a algo que está pasando y que no nos hemos detenido a analizar más allá de Pablo Iglesias o Albert Rivera.

G.L: A mí me preocupa que con un 'tuit' se pueda hacer una opinión. En nuestra profesión, debemos verificar y contextualizar la información. Los periodistas somos la correa de transmisión y nadie debe conformarse solo son un titular. Debemos informar e informarnos.