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Movilidad sostenible y protocolos de contaminación para un aire “más limpio”

Madrid —

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Madrid, 7 sep (EFE).- La mala calidad del aire es “el principal problema ambiental que afecta a la salud humana”, asegura a EFEverde el coordinador de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción, Juan Bárcena, quien destaca que la práctica totalidad de los españoles respira aire contaminado.

La mayoría de las poblaciones de España superan los límites legales impuestos por la Unión Europea (UE) y los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), detalla Bárcena, por lo que celebra que Naciones Unidas (ONU) conmemore por primera vez este lunes 7 el Día del Aire Limpio por un cielo azul, porque “refleja la importancia de la situación”.

Según el miembro de Ecologistas en Acción, “a nivel mundial este problema es todavía mayor, porque Europa en su conjunto no es una de las regiones donde se respira peor aire”.

Una de las principales dificultades en materia de calidad de aire es “la exposición estructural a niveles de contaminación a largo plazo”, aunque no se debe desatender “a las situaciones puntuales de picos de contaminación”, defiende Bárcena.

“A pesar de que desde 2007 en la legislación tendría que haber protocolos para hacer frente a estos picos en las ciudades de más de 100.000 habitantes, a día de hoy solo 15 municipios españoles cuentan con ellos”, se lamenta, al mismo tiempo que añade que “en algunos casos tienen deficiencias”, por lo que “desde Ecologistas en Acción pensamos que esta situación debe mejorar”.

El tráfico

“El principal factor contaminante y causante de la mala calidad del aire en las áreas metropolitanas es el tráfico”, señala a EFEverde el profesor de Movilidad de la Escuela de Organización Industrial (EOI), Antonio Lucio.

“La vinculación entre el objetivo de descarbonización en el sector de la movilidad y la mejora de la calidad del aire es uno de los grandes retos en las ciudades”, sostiene.

Lucio expone que existen tres estrategias de descarbonización que son “reducir y evitar los viajes innecesarios”, el trasvase de viajes desde los vehículos privados al transporte público o “a medios no motorizados como la bicicleta o ir a pie” y “sustituir los turismos de combustión interna por eléctricos”.

En países como el Reino Unido se estima que el 5% de los consumidores adquirieron una bicicleta durante la cuarentena, según datos de “Periodistas por el planeta”.

La situación provocada por el coronavirus ha hecho que “se reduzcan los viajes innecesarios para el desplazamiento laboral y ha obligado a optimizar las opciones de teletrabajo”, apunta Lucio, quien explica que esto ha significado “un impulso de diez años a lo que serían los objetivos deseables”.

No obstante, asegura que es esencial que las empresas sean “conscientes de que con ello están ayudando a la descarbonización” y a la disminución de las emisiones contaminantes para que esta tendencia se consolide.

Asimismo, reconoce que la Covid-19 ha producido “un retroceso enorme en el uso del transporte público” por la reducción del aforo y por la “estigmatización de estos medios como lugares donde es posible el contagio”.

En este sentido, Lucio manifiesta que es necesario “defender la seguridad del transporte público” al mismo tiempo que se mejora su efectividad por medio de la colaboración “entre los operadores de transporte público y las grandes empresas para propiciar desplazamientos en las horas valle” y, con ello, descongestionar las franjas en las que existe una mayor aglomeración de personas.

Otras alternativas son modificaciones en las urbes para que existan “alternativas mejores al transporte privado” como, por ejemplo, ampliar las aceras y aumentar el tiempo de los semáforos para que a las personas de mayor edad estos espacios “no les supongan fronteras en sus itinerarios peatonales” o ampliar “los carriles reservados a autobuses que entran a la metrópolis”.

Así, la mejora de la calidad del aire en las ciudades pasa por lograr una movilidad sostenible capaz de resultar atrayente y atender la demanda de los usuarios para conseguir unos desplazamientos “más verdes” que no perjudiquen ni el medioambiente ni la salud.

Natalia Molina Íñigo