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ENTREVISTA Eduardo López-Collazo, director científico del hospital La Paz

“A los ocho meses de estar vacunado puedes no tener anticuerpos, pero sí producirlos tus células”

El equipo del Instituto de Investigación Biomédica del Hospital La Paz de Madrid, liderado por Eduardo López-Collazo (Cuba, 1969), acaba de publicar un estudio en Cells Report que revela cómo la inmunidad celular responde ante el SARS-CoV-2 aunque los anticuerpos hayan caído por el paso del tiempo tras la vacuna.

El director del organismo, que atiende a elDiario.es por teléfono, sugiere que la tercera dosis debería limitarse solo a las personas que no conserven este tipo de inmunidad –más lenta en su activación pero más duradera– para evitar vacunas innecesarias y sueña con que pronto pueda medirse, aunque es un proceso complejo. En estas semanas, su grupo estudia en el laboratorio la capacidad del sistema inmune para defendernos frente a ómicron con el booster puesto. Esperan buenas noticias. “Sospechamos que la respuesta es bastante fuerte, aunque no está confirmado del todo”.

Por empezar con algo muy básico... ¿Cuántos tipos de inmunidad hay?

La inmunidad la dividimos en dos. La humoral, basada en anticuerpos; y la celular, que depende de las células. La humoral es muy rápida. Los anticuerpos son una especie de capuchas, estructuras moleculares que se pegan a una parte del virus y evitan que infecte las células. El proceso es rápido. La celular es más lenta y necesita unos días para activarse, pero es muy efectiva. Es una especie de memoria que tenemos para detectar que hay algo que nos está afectando que ya nos afectó anteriormente y hay que atacar.

Es importante tener anticuerpos, pero también tener inmunidad celular, porque los primeros van reduciéndose con el tiempo. Y esto explica por qué en esta sexta ola hay una gran cantidad de infecciones, pero no se corresponde con la gravedad de los pacientes. Hay mucha población vacunada que quizá ya no tenga anticuerpos suficientes para detener la infección en un primer momento, pero sí para activar la inmunidad celular. Unos días después se defienden y, por tanto, enferman pero no gravemente. Con síntomas leves.

El estudio que ha coordinado analiza la inmunidad celular de las personas vacunadas en diferentes momentos. ¿Qué han observado?

Es un estudio muy completo porque hemos hecho fotografías de la inmunidad antes de la primera dosis, después, tras la segunda dosis y ocho meses más tarde del segundo pinchazo a una cohorte de personas. Hemos visto que los anticuerpos bajan con el tiempo, en muchos casos transcurridos ocho meses. Pero la inmunidad celular se mantiene y eso es una buena noticia porque ataca al virus y crea anticuerpos nuevos al recordar el patógeno, aunque tarde un poco en activarse. ¿Qué significa? Que se puede coger el virus pero no desarrollar la enfermedad grave.

Con el estudio demostramos también que la segunda dosis es muy necesaria en personas que no han pasado la Covid, pero no tanto en las que sí; y que la inmunidad celular es muy potente en los pacientes que nunca se han infectado recién pinchados de la segunda dosis. Luego se iguala con los que solo tienen una por haber pasado la enfermedad. Es alta y similar en ambos grupos.

¿La enfermedad puede evitarse si se tienen inmunidad celular pero no anticuerpos?

Depende. Hay veces que con una inmunidad celular fuerte se logra bloquear absolutamente la enfermedad. Pero es más complicado. 

¿Poder medir la inmunidad celular es viable a nivel general, de un modo similar a las pruebas para ver los anticuerpos?

Es muy difícil medir la inmunidad celular a todo el mundo. En el laboratorio les sacamos la sangre, les simulamos que se infectan con un fragmento del virus y esperamos unos días para empezar a medir qué moléculas se producen, poblaciones que empiezan a aparecer... y nos hacemos una idea de si tienen o no inmunidad celular. Se necesita expertise, infraestructura y tiempo. La inmunidad de las células es multifactorial, requiere estimulación y para medirla hay que ser muy serios.

Estamos tirando dinero haciendo antígenos a todo el mundo si no estás muy enfermo, pero qué político dice eso ahora

Con todo, especulo que en un tiempo no muy largo podamos desarrollar una prueba rápida para determinar de manera indirecta si tiene o no inmunidad celular. Se necesita inversión, pero sería un ahorro en tiempo y protección. Estamos tirando dinero haciendo antígenos a todo el mundo si no estás muy enfermo, pero qué político dice eso ahora. Podríamos hacer un cribado masivo para ver quién necesita la vacuna y quién no y entonces donarlas a quienes las necesitan. En el estudio nos planteamos que la necesidad de la tercera dosis se debería circunscribir solo a los que no tengan inmunidad celular.

¿Qué permitiría tener esa información? ¿Modificar campañas de vacunación?

Permitiría pautas de vacunación más personalizadas. Vacunar solo a quien no tiene inmunidad celular, evitar gasto, poder donar esas dosis...

Hace unos días se publicó un preprint que, a falta de ser revisado, asegura que pese a las mutaciones y a la reducción de anticuerpos neutralizantes, la inmunidad celular aguanta frente a ómicron. ¿Hay evidencia suficiente en este sentido?

Es un estudio muy preliminar. A veces se mide un único factor cuando la inmunidad celular es multifactorial. Ahora en laboratorio estamos viendo en la población que estaba vacunada y que tiene la tercera dosis puesta cómo es la inmunidad celular frente a ómicron y delta. No tenemos esa respuesta y probablemente nadie en el mundo la tenga de manera robusta. Estamos asistiendo a un real time de la ciencia que vuelve verdad absoluta algo que se mide de una manera indirecta o poco firme. Para primeros de febrero podremos enviar a revisión nuestro estudio. Sospechamos que hay una respuesta de inmunidad celular bastante fuerte frente a ómicron y es buena noticia pero no está confirmado del todo. 

¿Cuál es la diferencia de la respuesta inmunitaria de los anticuerpos y de las células?

Los anticuerpos bloquean que el virus infecte la célula. Y la inmunidad celular puede generar anticuerpos a su vez y puede matar o eliminar aquellas células que reconozca que están infectadas. Es una respuesta mucho más organizada pero tarda un poco. 

Los linfocitos son células del sistema: tenemos los T y los B. Los B generan anticuerpos y los T matan células infectadas. A los ocho meses de estar vacunados, puedes no tener anticuerpos pero sí producirlos tus células, los linfocitos. 

La variante ómicron avanza muy rápido y otorgará inmunidad natural a un gran porcentaje de la población, junto a la que ya aportan las vacunas ¿Nos acerca a la inmunidad de grupo o sigue siendo una quimera?

El problema es la generación de nuevas variantes. Si tuviéramos vacunados a gran parte del sur, con la aparición de una variante tan infecciosa y que se puede paliar con vacunación actual, podríamos hablar de un inicio de la transformación de pandemia en endemia. Pero es especulativo. Existe la posibilidad de que emerjan nuevas variantes más infecciosas y que desplacen a la ómicron. La inmunidad de grupo es un escenario posible, no obstante. No la desaparición, sino una circulación basal del virus. Es importante no solo la vacunación, sino medicamentos para tratar a las personas que enferman y que todo sea más residual. 

¿Cómo valora el giro de timón de España en la gestión de la sexta ola? La última modificación del protocolo renuncia en términos generales al rastreo y a la confirmación de casos salvo en entornos vulnerables.

Es un giro demandado por la economía, con ciertos matices científicos. Habrá que ver si funciona. Por ahora hay un colapso de la atención primaria y eso trae problemas graves. Se está prestando atención a mantener los niveles de empleo, y de producción económica en unos valores que permita seguir funcionando. La contrapartida de equivocarnos es colapsar la sanidad de nuevo. Eso sería espantoso.  

En las últimas semanas, algunos sectores consideran que debemos encaminarnos hacia un cambio de fase que pase por autocuidarse en casa y solo acudir a la sanidad en caso de complicaciones o riesgos. ¿Le parece una decisión acertada teniendo en cuenta el nivel de inmunidad y cómo están respondiendo los sistemas inmunes a la variante ómicron?

No hay recursos infinitos en la sanidad y afecta a otras patologías. Lo fundamental es que hay un gran nivel de desinformación que no ayuda. Las personas ahora quieren a toda marcha saber si están protegidos o no, o si tienen ómicron, y eso está generando un colapso del sistema terrible, que recibe a la persona grave, a la medianamente grave y a la que se le dice: tiene Covid, váyase para casa.

Mi recomendación en el escenario: si no se tienen síntomas preocupantes, mucha fiebre y saturación de oxígeno baja, mantenerse a resguardo, teletrabajar y no colapsar la sanidad. Todos queremos cuando estamos enfermos que nos atiendan, pero tenemos que pensar que el sistema sanitario no es infinito. Tenemos posibilidades de autotestarnos, autoconfinarnos… pasarlo e intentar no saturar la sanidad pública cuando realmente no la necesitas.