Exposiciones, talleres y grandes títulos: el homenaje de este pequeño pueblo al cine de terror japonés

El conocido como “TerrorMolins” o Festival de Cine de Terror de Molins de Rei llega a su 44ª edición consolidado como una institución fundamental dentro del cine del género, siendo de hecho el certamen de terror más veterano de Catalunya y un referente clave para los amantes de este cine en toda la Península Ibérica. Nacido en 1973 originalmente bajo el nombre de “16 horas de cine de terror,” el festival ha evolucionado desde una maratón clásica hasta convertirse en un evento de más de diez días, proyectando cerca de un centenar de largometrajes y cortometrajes. Su esencia es ofrecer un cine de terror de proximidad y mantener viva la maratón de las “Doce horas de cine de terror,” que es la más antigua de Europa.

La inminente edición tendrá lugar del 7 al 16 de noviembre, con la localidad barcelonesa de Molins de Rei como sede principal y el Teatro de La Peni como ubicación central. A lo largo de su trayectoria, TerrorMolins se ha consolidado como miembro de la Méliès International Festivals Federation (MIFF) y ofrece una programación de calidad que incluye secciones competitivas, jornadas profesionales, y actividades paralelas dirigidas a diversos públicos, como el Terror Kids, Terror Jove o los Molins Horror Games. Su propósito es reivindicar la cultura como herramienta de transformación social y el terror como un potente elemento cultural.

Esta vez, las exposiciones, los talleres y los grandes títulos que se podrán ver buscan dar un merecido homenaje al cine de terror japonés. Y es que 2025 es el año de una efeméride crucial: el 25º aniversario del estreno de Ju-on (2000), película dirigida por Takashi Shimizu. Por ello, el festival dedicará la presente edición del festival al J-Horror o terror japonés, bajo el leitmotiv “J-Horror, más allá del susto”. Esta elección conmemora un movimiento que revitalizó el género de terror a principios del nuevo milenio.

El J-Horror, para los entendidos, es un tipo de cine de terror que se distingue por centrarse en el drama psicológico y altos niveles de tensión, apartándose de la espiral del gore sangriento. Su tradición es mucho más longeva que su boom occidental de los años 90 y 2000, remontándose a los cuentos extraños y sobrenaturales conocidos como “kaidan” de los periodos Edo y Meiji, así como a las formas teatrales del kabuki y el noh. Fue en las décadas de 1990 y 2000 cuando diversas películas japonesas captaron la atención de Occidente, destacando historias urbanas de venganza y espectros femeninos.

Estética y simbolismo

Este subgénero se caracteriza por su apuesta por la atmósfera y el malestar psicológico, logrando generar inquietud incluso con presupuestos ajustados. Se destaca una estética depurada, un ritmo pausado, y un fuerte simbolismo. Temáticamente, el J-Horror explora cómo el folclore japonés se fusiona con la tecnología moderna (cintas de vídeo, teléfonos, ordenadores) para hablar de la absurdidad de la vida contemporánea, la soledad, los traumas y el terror existencial.

Un elemento central del terror japonés es el onryō, figuras icónicas femeninas de ultratumba motivadas por un sentimiento de venganza. La apariencia inconfundible del onryō tiene raíces en el teatro Kabuki: cabellos negros, largos y despeinados, maquillaje pálido y kimono blanco de luto. Los fantasmas en este cine, conocidos como yÅ«rei, suelen atormentar a una persona o lugar específicos, manteniendo una razón concreta para permanecer en el mundo. Sadako saliendo del televisor en Ringu (1998) fue un momento clave que puso al J-Horror en el mapa, mientras que Ju-on se centra en la maldición que se instala en los lugares donde alguien muere víctima de la ira.

Además de sumergir al público en el terror nipón, TerrorMolins refuerza su compromiso con el territorio catalán. Como novedad destacada de la 44ª edición, el festival ha lanzado una convocatoria para un concurso de producción de cortometrajes de terror en lengua catalana. Esta iniciativa, abierta a cineastas, productoras y escuelas de cine, ofrece un premio en metálico de 5.000 € y tiene como objetivo visibilizar y apoyar el talento local y la creación cinematográfica en catalán. 

En resumen, el Festival de Cine de Terror de Molins de Rei (localidad situada a apenas 20 kilómetros de Barcelona) promete ser un viaje cinematográfico que une la vasta historia del certamen catalán -con su mencionada maratón y su fusión de excelencia y experiencia inmersiva- con el profundo y psicológico legado del terror japonés. El leitmotiv “J-Horror, más allá del susto” invita al público a prepararse para sumergirse en el corazón del miedo nipón, explorando sus traumas existenciales y sus fantasmas vengativos. Toda una apuesta que, a buen seguro, no defraudará a los miles de aficionados y confesos amantes del cine de terror.