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‘You talk’

Luis Palmero, Geometría para encontrarse (2017), acrílico sobre pared

Kumar Kishinchand López

Santa Cruz de Tenerife —

- Tinnitus, de José Herrera / Luis Palmero

- Galería Bibli, en calle de La Rosa, 79, Santa Cruz de Tenerife

- Hasta el 31 de marzo

- Cuadros entre 1.700 y 18.000 euros

Tinnitus es un rumor entre dos de los creadores de arte contemporáneo canario de más repercusión: Luis Palmero y José Herrera, representantes de la investigación en el discurso artístico de los años 80 junto a otros como José Luis Medina Mesa, Fernando Álamo, Juan Gopar, etcétera.

Tinnitus no es una conversación ni una contraposición. Es una invasión serena del espacio de la galería Bibli en la que se comparten reflexiones a media voz. Pero debemos tener en cuenta que venir al mundo es venir al lenguaje y que, por tanto, el habla no es inocente. El sujeto está condicionado desde el nacimiento hasta la muerte por la existencia de alegatos predeterminados por la sociedad que le guían a través de paisajes, valles y montañas; tumultos, señales, equívocos.

En este sentido, la muestra no es un relato lineal ya que comienza por el tiempo eterno: la muerte reflejada en un ataúd sin cerradura de Herrera que en su título - Espacio para el tiempo- refleja la ironía de la narración propuesta. Esta pieza fúnebre queda enmarcada por Casi sin línea de horizonte de Palmero, una composición site-specific en la que el artista tinerfeño interviene las propias paredes de la galería para establecer una abstracción del paisaje, una conversación ardiente en una ventana en la que la señalética de los planos minimal hace su aparición como un acento.

El rumor y la brisa de Tinnitus se detienen en el assemblage de Herrera, Espacio para el aire, en el que se aglutinan puertas de alacena, ventanas de almacenamiento en torno a diversos planos horizontales que provocan reflejos con el alrededor. Una muestra del mal de archivo de Jacques Derrida asociado aquí al recuerdo maldito y perenne, incurable. Ello queda ilustrado por la forma informe de Palmero, obsesiva y repetitiva hasta la saciedad, y que termina componiendo una urdimbre, reflejando el doble plano de la (de)construcción.

La pieza que ilustra toda la sala y que continúa el discurso de Palmero, Geometría para encontrarse, establece un fuerte contraste cromático entre los tonos ya esbozados en el primer caso y la suavidad del margen izquierdo del mismo. La gama cromática del pastel induce a la serenidad de la contemplación, una sombra suave avanza sobre el mismo pavimento. Todo ello fluye hacia la estridencia del rojo, una advertencia de la esquina presente que termina conduciendo a una armonía industrial, molesta, que recuerda al humo de la ciudad.

Ambos creadores establecen un viaje indeterminado de ida y vuelta, rozando temáticas cruciales en el devenir individual. Se intuye un cierto misterio alrededor de todas las piezas. Como Josef K. en El Proceso kafkiano, el espectador se adentra en una maraña dialéctica que conduce a un final nunca conocido.

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