Necesitas escapar, salir de la ciudad. Llevas meses muy intensos a nivel laboral y estás que te tiras de los pelos. Te das cuenta de que necesitas un respiro y recurres a aquello infalible en lo que te has apoyado otras tantas veces: la típica escapada de fin de semana. Un par de días fuera de casa: sabes que eso sería más que suficiente para que mejorase tu estado de ánimo. Coges el ordenador, empiezas a mirar precios y, lejos de sentir cómo te bajan las pulsaciones, se te disparan aún más. ¿Cómo puede estar todo tan caro hasta el punto de que salir de tu localidad un fin de semana sea un dolor de cabeza?
Eso fue lo que le ocurrió a María y a su madre hace un par de meses: “Miramos de irnos dos días a Sevilla y solo encontramos precios desorbitados. Eso lo comparamos con ir a Bélgica y, sorprendentemente, era mucho más barato. Se hacía más económico irnos a la conchinchina, aunque, por desgracia, fuese algo mucho más contaminante”.
Desde el fin de la pandemia, en nuestro país se han ido acumulando titulares que han anticipado, prácticamente año tras año, que íbamos a vivir “las vacaciones más caras de la historia”, y 2025 no ha sido una excepción. Veranear en una de las 15 zonas costeras más visitadas de España en un mes como el de agosto costará alrededor de un 8% más que en 2024, según un informe publicado por el comparador de viajes Rastreator.
Un viaje de fin de semana, un 46,44% más caro
Pero los precios no están por las nubes únicamente en temporada alta. En general, el gasto medio por persona que la población residente en España destina a las escapadas de un par de días se ha incrementado, aproximadamente, un 46,44% desde 2018, según datos extraídos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los cuales también apuntan a que este tipo de viaje ha decrecido desde entonces casi un 20%.
Dicho de otra forma: hace siete años un español se podría llegar a gastar, de media, hasta 366 euros en estas pequeñas salidas anualmente. Para 2024, la cifra había ascendido a 536. Y es que, por ejemplo, desde 2021 los precios de los hoteles han acumulado una subida superior al 50%. Mientras tanto, el salario de los españoles no ha estado aumentando al mismo ritmo.
La gente se está empezando a acostumbrar a pagar un dinero desorbitado por ‘cualquier cosa’ por el simple hecho de salir. Hay hoteles que no valen el precio que ponen
Es por eso que muchos, como María y su madre, cada vez realizan más comparativas con otras ciudades europeas. “Hay gente cuya primera opción es España pero, al ver que está imposible, dice: ‘bueno, pues a donde sea’, y busca países donde el nivel de vida sea similar, como Portugal o Malta”, explica María Ángeles Ruíz Guillamón, agente de viajes en Viajes Altiplano, en una localidad valenciana. Ella, asegura, en sus más de treinta años en el sector, nunca había visto un turismo “tan loco, tan exagerado, tan masivo” como el que está viendo ahora.
También cree que, debido a este feroz incremento de precios, la gente se está empezando a acostumbrar a “pagar un dinero desorbitado por ‘cualquier cosa’ por el simple hecho de salir”. “Hay hoteles que no valen el precio que ponen. No todo vale”, denuncia.
Sigue siendo más barato viajar por España
Pero pese al cierto espejismo que se pueda originar al comparar precios con otras ciudades europeas, Francisco Coll, economista especializado en turismo, explica que sigue siendo, en general, más barato realizar esa escapada en suelo nacional, aunque sí que haya algunos casos aislados: “La patronal turística lo mide todos los años. La multinacional Visa también ha hecho un informe que dice que, mientras viajar por Europa saldrá este 2025 en torno a los 1.475 euros de media, hacerlo por España saldrá por 900. Pese a que el alojamiento y el transporte, a priori, pueda parecer más barato, después el gasto que se hace allí sale más caro, debido a nuestro bajo poder adquisitivo”.
Viajar al extranjero es más barato que nunca comparándolo con el precio de viajar por España. Es decir, la opción de viajar por Europa nunca había estado tan igualada con viajar por el territorio nacional como ahora
Lo que sí se puede afirmar, explica Coll, es que “viajar al extranjero es más barato que nunca comparándolo con el precio de viajar por España. Es decir, la opción de viajar por Europa nunca había estado tan igualada con viajar por el territorio nacional como ahora”.
El cambio de paradigma pospandemia
Marcos Franco, socio fundador de ObservaTUR, observatorio que analiza cómo se comporta hoy en día el turista español, explica a elDiario.es que “pese a que objetivamente hay una situación más incierta, más complicada a nivel económico, ello no está afectando, en general, a las ganas de viajar”.
“Antes el sector turístico era un sector muy sensible a cualquier volatilidad, incertidumbre. Desde la pandemia ha cambiado radicalmente. A lo mejor no cambias de coche, o no compras más ropa, reduces en la cesta de la compra, o piensas en financiar esas vacaciones, pero viajar sigues viajando. Ha escalado en nuestras prioridades vitales de una manera importantísima”, profundiza.
Desde ObservaTUR explican, concretando en la temporada estival, que “los viajes que sobre todo se están viendo más penalizados son los viajes largos, pero los más cortos no se están viendo penalizados, sino todo lo contrario. Pese a esa preocupación económica, lo que nos dice nuestro último informe es que un 94% de los españoles que suelen viajar sí van a salir de vacaciones este verano”.
¿Seguirán aumentando los precios?
Este tipo de precios desorbitados responden a causas multifactoriales. Coll habla de “cóctel molotov”: “El principal factor ha sido la intensa demanda por parte tanto del mercado nacional como del mercado extranjero, que está saturando el país. Y, analizando la parte de la oferta, podríamos decir que tenemos una oferta más escasa que nunca, debido, entre otras cosas, a la alta regulación que ha experimentado el sector turístico”.
Los turistas extranjeros quieren venir aquí en mayor medida, y su poder adquisitivo está haciendo que todo se incremente. “Si puede venir un guiri a pagar por una habitación 400 o 500 euros, pues no se la van a dar a un español por 200 ni por 300. Podríamos decir que esa demanda internacional está ‘pujando’ muy fuertemente por nuestro territorio”, prosigue. El año pasado su gasto en suelo español se incrementó en un 16%.
Desde la pandemia, viajar ha escalado en nuestras prioridades vitales de una manera importantísima
“¿Esto es trágico? Sí, es trágico. Ahora, ¿lo hemos buscado nosotros? Sí, lo hemos buscado. Buena parte de nuestro PIB y de nuestro empleo se lo damos al turismo. Si queremos seguir manteniendo la posición de potencia turística líder a nivel mundial y a la vez tener contentos a los españoles, el país tiene que mejorar su modelo turístico para hacer que este beneficie, y acaudeladamente, a la sociedad”, opina Coll. “Tenemos que olvidar el modelo de Magaluf e ir hacia un turismo profesional, con valor añadido”, defiende.
Es una de las tantas propuestas que se están dando estos años en favor de intentar ordenar o moderar el turismo. Otros países europeos ya están experimentando con diferentes fórmulas, como las tasas turísticas, la limitación de licencias para nuevos hoteles, o las restricciones de aparcamiento en espacios naturales.
Por otro lado, opina que los efectos negativos de este turismo, como el hecho de sentirnos “desplazados” en este sentido por el poder adquisitivo de los extranjeros, se tienen que combatir desde otro tipo de lugares: con políticas que consigan hacer que suban los salarios, que aumente nuestro poder adquisitivo o que se reduzca el desempleo juvenil.
Esta saturación está ocurriendo, además, en un contexto de inflación en la Unión Europea, que, pese a haberse moderado un poco en los primeros meses de 2025, sigue sin relajarse de forma sustancial. En ello están influyendo factores como el de los costes de la energía, que siguen siendo altos: “Si el primer eslabón de la cadena económica, que es la energía, se encarece, todo el resto de la cadena se va a encarecer. En temporada baja los hoteleros están diciendo: 'cierro 40 habitaciones y le subo el precio a las otras, porque si no, no me compensa”, asegura el economista.
Coll también incide en cómo están afectando “las perturbaciones” que están haciendo que la economía (globalizada) no funcione como debe: “Sucesos como Estados Unidos bombardeando Irán, la guerra Rusia-Ucrania, lo que está pasando con Israel y la franja de Gaza, o las guerras arancelarias que todavía complican aún más la situación”.
Por último, apunta a que “los precios generalmente siempre van in crescendo”. Ahora bien, ¿el ritmo al que han estado creciendo en los últimos años es el ritmo al que van a seguir creciendo? “No tiene por qué. Lo normal es que el ritmo se vaya moderando: que los precios sigan subiendo, pero a un ritmo mucho más lento”, concluye.