Narbona, situada en el sur de Francia, combina un patrimonio histórico que abarca desde la antigüedad romana hasta la Edad Media, con una trama urbana que refleja siglos de evolución. La ciudad se encuentra en una región que conectaba antiguamente rutas comerciales y estratégicas, lo que la convirtió en un centro neurálgico durante distintas épocas. Sus calles, plazas y edificios conservan vestigios que permiten entender el pasado de la ciudad a lo largo del tiempo.
El centro histórico de Narbona ofrece un recorrido que integra elementos arqueológicos, arquitectónicos y urbanos. Desde antiguos caminos romanos hasta catedrales y palacios medievales, la ciudad permite observar la superposición de distintas capas históricas. Además, su patrimonio fluvial, como el Canal de la Robine, muestra la relación entre la planificación urbana y las infraestructuras de transporte.
La Via Domitia, un legado romano en Narbona
En el centro histórico de Narbona se conserva un tramo de la Via Domitia, reconocida como la calzada romana más antigua de la Galia. Construida a partir del año 118 a.C., esta vía tenía como objetivo conectar Italia con la Península Ibérica, facilitando el tránsito de mercancías y la comunicación entre las ciudades del sur de Francia. En aquel entonces, Narbona era una colonia romana que, gracias a su ubicación estratégica en esta ruta, experimentó un notable crecimiento económico y urbano.
El tramo que hoy pueden recorrer los visitantes se sitúa en la plaza principal, justo frente al Palacio de los Arzobispos. Descubierto en 1997, ha sido conservado con especial cuidado, ofreciendo un testimonio directo de la ingeniería romana. Las losas y el trazado original permiten apreciar cómo se organizaba el flujo de personas y mercancías, al mismo tiempo que evidencian la función de Narbona como nodo de comunicación clave en la región.
Otros sitios de interés en Narbona
La localidad francesa conserva elementos que permiten seguir su evolución desde la época romana hasta la Edad Media. En el centro histórico se encuentra la Cathédrale Saint-Just et Saint-Pasteur, cuya construcción principal tuvo lugar entre los siglos XIII y XIV. Aunque incorpora estructuras de distintas épocas, nunca se completó.
En la plaza principal se sitúa el Palacio Arzobispal, un conjunto de edificios con funciones variadas que incluye el Palacio Viejo, el Palacio Nuevo, la Torre de la Magdalena, la Torre de San Marcial y el Torreón Gilles Aycelin. Esta torre, de planta cuadrada y 41 metros de altura, fue construida entre 1295 y 1306 por el arzobispo Gilles Aycelin y formaba parte de la muralla defensiva de la ciudad.
El patrimonio romano se concentra en el museo Narbo Via, inaugurado en mayo de 2021 para dar a conocer la historia de Narbo Martius, la primera colonia romana fundada fuera de Italia en el año 118 a.C. El museo se organiza en tres sedes: la exposición principal, las galerías subterráneas del Horreum y el yacimiento arqueológico de Amphoralis. El Horreum, situado en el centro histórico, consiste en un conjunto de galerías subterráneas construidas en el siglo I a.C., situadas a cinco metros bajo el nivel del suelo, que se utilizaban como almacenes de productos.
La visita puede completarse con el Canal de la Robine, que atraviesa la ciudad y forma parte del Canal du Midi, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El canal permite observar cómo las infraestructuras fluviales se integran en la trama urbana y evidencian su relevancia histórica en el transporte y la economía de Narbona.