Cuando se piensa en Baleares, los turistas suelen imaginar ensaimadas, sobrasadas o una caldereta de pescado que acompaña las puestas de sol en la costa. Sin embargo, según el último análisis de Turismo y Gastronomía del CIS, el plato que los propios baleares consideran más representativo no es ninguno de esos clásicos. El ganador es el frito mallorquín, una receta humilde, contundente y cargada de historia que refleja la tradición culinaria de la isla.
El estudio, realizado el pasado julio a partir de casi 3.000 encuestas, revela que el frito mallorquín concentra el 35% de los votos, siendo más popular entre los hombres (40,2%) que entre las mujeres (29,6%). Este plato combina ingredientes locales como carne de cerdo, verduras y embutidos, cocinados a fuego lento, y se sirve caliente en prácticamente todos los hogares y restaurantes tradicionales de Mallorca. La ensaimada queda segunda con un 32,3%, mientras que la caldereta apenas alcanza el 14,1%.
Qué hace al frito mallorquín tan especial
Más allá de sus ingredientes, el frito mallorquín simboliza la cocina de subsistencia convertida en plato emblemático. Su elaboración requiere tiempo y paciencia, y cada cocinero añade su toque personal, haciendo que no existan dos fritos iguales. Es un plato que une tradición, sabor y cultura local, servido en celebraciones familiares, ferias y restaurantes típicos de las islas.
El reconocimiento de este plato en el ranking del CIS confirma también que, aunque la ensaimada y la sobrasada sean los productos más reconocibles internacionalmente, los baleares valoran la autenticidad y la fuerza de su cocina cotidiana. La encuesta deja claro que, para los residentes, la gastronomía local no se mide solo por la fama de un dulce o un embutido, sino por lo que se cocina y se comparte en casa.
Frito mallorquín: dónde probarlo en Mallorca
Si visitas la isla y quieres acercarte a su plato más representativo, existen varios restaurantes que mantienen la tradición del frito mallorquín. Entre los más recomendados destacan los que se especializan en cocina típica mallorquina en Palma, Inca y Sóller, donde se sirven recetas fieles al estilo familiar y casero, con carnes y verduras de kilómetro cero. Cada bocado es una forma de entender la cultura y la historia de las Baleares a través de su gastronomía más auténtica.
El frito mallorquín no es solo comida: es un reflejo de la identidad de las islas y la muestra más genuina de que, en Baleares, los platos tradicionales todavía tienen el poder de conquistar a los locales y a los visitantes por igual.