La playa que conserva un paisaje rocoso prehistórico único y aguas tranquilas en el Cantábrico

Edu Molina

8 de julio de 2025 13:50 h

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La playa de La Arnía, situada en el municipio cántabros de Piélagos, se ha consolidado como uno de los enclaves más singulares del litoral norte peninsular. Pese a su reducido tamaño —apenas 220 metros de longitud—, el paraje que la rodea ofrece una particularidad difícil de encontrar en otros puntos del Cantábrico: un paisaje costero conformado por formaciones rocosas de más de 90 millones de años. Su inclusión dentro del Parque Natural de las Dunas de Liencres y la Costa Quebrada no es casual.

La configuración geológica de esta zona permite observar cómo los estratos terrestres se han ido plegando y levantando a lo largo de millones de años, haciendo visible un corte transversal del tiempo. Las rocas que flanquean el arenal y las que emergen del mar en forma de pequeños islotes se cuentan entre los materiales más antiguos aflorados en esta franja de costa.

El acceso a la playa se realiza a pie, descendiendo desde un aparcamiento situado en las proximidades del bar-restaurante El Cazurro, ubicado entre las localidades de Liencres y Soto de la Marina. El camino es corto, pero presenta un desnivel considerable, por lo que no está adaptado para personas con movilidad reducida ni se recomienda para quienes viajen con carritos o equipaje voluminoso.

Esta dificultad, sin embargo, actúa como un filtro natural, limitando el número de visitantes y manteniendo el entorno relativamente tranquilo incluso en temporada alta. A pesar de la escasez de servicios —la playa no dispone de duchas, baños públicos ni vigilancia—, la afluencia de bañistas es constante durante los meses de verano, especialmente en jornadas de mar calmada y pleamar baja.

Uno de los elementos más llamativos del lugar son los llamados “urros”, bloques rocosos verticales que emergen del mar a escasa distancia de la orilla. Estas formaciones calizas constituyen restos de antiguos sistemas de arrecifes, esculpidos por la acción del oleaje y el viento a lo largo de los siglos. En marea baja, el retroceso del mar deja al descubierto una plataforma de abrasión que conecta el arenal con las rocas cercanas, generando pozas naturales de poca profundidad.

Este fenómeno convierte a La Arnía en un destino popular para quienes buscan bañarse en aguas tranquilas y con temperatura algo más elevada que la media del Cantábrico. La singularidad geológica del entorno, junto con la escasa urbanización del paisaje, ha llevado a que diversas publicaciones la incluyan entre los puntos de mayor interés del norte peninsular para observar formaciones del Cretácico en superficie.

Un paraje natural entre rocas y mar

Se trata de un espacio costero de tamaño reducido, rodeado por un paisaje rocoso que domina gran parte del entorno. La arena, de textura fina y color dorado, se mezcla con diversas formaciones de piedra que emergen tanto en la orilla como en el mar cercano. Estas rocas, junto con las pozas naturales que se forman en marea baja, crean un escenario particular para el baño y la exploración, atrayendo a quienes buscan un ambiente más tranquilo y natural que otras playas más urbanizadas.

El acceso a esta playa se realiza a pie, el recorrido es relativamente corto, presenta una pendiente considerable que puede resultar exigente para personas con movilidad reducida o para quienes lleven equipaje voluminoso. Esta dificultad en el acceso contribuye a que el número de visitantes sea moderado, lo que favorece la conservación del entorno y el disfrute en un ambiente menos masificado.

En términos de servicios, La Arnía no cuenta con instalaciones específicas como duchas, baños públicos ni vigilancia en temporada alta. Esto implica que los visitantes deben acudir preparados y respetar las normas básicas de cuidado del entorno para mantener la playa en buen estado. A pesar de la ausencia de equipamientos, la playa recibe afluencia constante de bañistas, especialmente en días con mar calmado y temperaturas suaves, momento en que las pozas naturales se convierten en zonas ideales para el baño.

En conjunto, la playa de La Arnía destaca por su valor geológico y natural, que se refleja en las formaciones rocosas de gran antigüedad y en la biodiversidad que habita el entorno. Su difícil acceso y la ausencia de servicios contribuyen a conservar un espacio poco alterado, que combina interés científico con atractivo turístico para quienes buscan un destino singular y alejado del turismo masivo.