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Los bandidos son los otros

Cristóbal D. Peñate / Cristóbal D. Peñate

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Los manifestantes protestaban, junto a otras centenares de personas cabreadas, por la política de recortes y mentiras del Gobierno central, uno de cuyos miembros estaba también en la cita en su calidad de presidente del PP regional.

Los gritos arreciaron cuando llegaron al recinto la delegada del Gobierno, la portavoz del grupo popular en el Parlamento canario y la ex consejera de Sanidad Mercedes Roldós, tres claros ejemplos de que la política, aunque tenga nombre de mujer, no es siempre mejor a cuando la protagonizan los hombres.

Los manifestantes arrojaron una botella de agua, pintura y un petardo a la acera, pero la policía, en vez de detener a los que nos están mintiendo continuamente y recortando (robando, dirían otros), arremetieron contra uno de los indignados manifestantes. Cuando otro compañero trató de defender al detenido, los agentes hicieron lo mismo con éste, aunque los verdaderos bandidos estaban en la otra acera y los ordenaban desde las alturas.

Solo faltó Bilardo para indicar al masajista que “los de colorado son los nuestros, los de colorado”, mientras el fisio atendía en la hierba al futbolista del equipo rival.

Un día, como esto siga así, los policías tendrán que detener a sus propios compañeros por las protestas: los que están de servicio y uniforme arrestarán a los que están de día de descanso y se manifiestan reivindicando sus derechos laborales. Ya se vio en la manifestación del jueves pasado cómo todos los funcionarios y empleados públicos se manifestaban masivamente, acompañados de otros trabajadores del sector privado y de desempleados, para protestar por las drásticas y draconianas medidas del Gobierno que afectan al bienestar social que tanto costó conseguir.

Lo gracioso (si esto puede tener algo de gracioso) es que el presidente del PP canario, a la sazón ministro de Industria, Energía y Turismo, reconoció que su gobierno toma medidas que no le gustan y que en ocasiones “incluso van en contra del propio ideario del ejecutivo”. José Manuel Soria incidió en que al gobierno no le gusta subir el IVA y el IRPF. No le gusta pero lo sube a lo bestia.

Se me ocurre que cuando un gobierno aplica medidas duras que van en contra de su ideario, debería ser lo suficientemente coherente y valiente como para dimitir ipso facto. Esa es la salida más congruente, digna y consecuente para un político serio, por lo que se colige que este gobierno que sufrimos es de coña.

Es mentira que las medidas que está tomando el gobierno sean las únicas posibles. Rajoy debería aprender de su admirado Winston Churchill. Decía el recordado primer ministro británico: “para mí una nación que trate de lograr más prosperidad a base de impuestos es como un hombre metido en un cubo tratando de elevarse tirando del asa”. Parece que no es lo mismo ser conservador británico que español. Pues eso, que se apliquen el cuento.

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