La realidad de 'Lluïsa'

Lluïsa Simón i Gispert se distingue, entre otras cosas, por su habilidad para convertir sus obsesiones en pintura. Tal vez esto le confiere a muchas de sus obras ese aspecto característico de “collages imposibles”, como ella define. En la exposición que presenta en la Fundación Canaria Mapfre Guanarteme esa inquietud se imprime en unas pinturas en las que nada es descabellado, ni siquiera ver a una mujer nadando a dos metros sobre el agua.

Bajo el título de Sin Salida, primero de los tres bloques en los que se divide la muestra, se engloban siete pinturas meticulosas, con una factura del cuadro ?propia de la escuela catalana- muy depurada.

La artista barcelonesa, afincada en Las Palmas de Gran Canaria desde hace nueve años, plasma en sus cuadros la realidad cotidiana que ofrecen los medios de comunicación a modo de cajón desastre. De esta forma Simón i Gispert construye unos escenarios que emanan una sensación de mundo imposible donde una masa de carne se cierne sobre la Antártida o un obrero sostiene sobre su dedo una barca. “Pueden encontrarse con facilidad los nexos de unión de cuanto contemplamos en estos cuadros, pero lo más probable, es que no sean los mismos que me impulsaron a establecer dichos vínculos. Qué más da”, explica.

Simón i Gispert no sólo juega en sus cuadros con la realidad, también lo hace con el público. La artista se confiesa encantada con las distintas impresiones que pueden causar sus obras, por eso hace un guiño a los espectadores en todas sus exposiciones.

En el segundo bloque de la muestra la artista aplica esa transfiguración a sí misma. En Autorretratarse la catalana juega con su imagen en cinco retratos que copia de grandes obras de la pintura universal. La Gioconda y La dama del armiño de Leonardo o La Condesa de Vilches de Madrazo adoptan la cara de Lluïsa, “con canas incluidas”, matiza la pintora.

Simón i Gispert se interesa por la ironía que plasma en unas pinturas inspiradas en un humor surrealista. En este segundo apartado un Luis XIV se ofrece sin rostro para que el público se pueda camuflar en Rey Sol.

La preocupación de la pintora por el crecimiento descontrolado se plasma en La ciudad imposible, un bosque de rostros con la urbe a un lado, apartada de los ciudadanos. Ocho cubos con retratos inacabados en tres de sus caras discurren por esta original propuesta.

Las obras presentes en la exposición Lluïsa revelan la maestría técnica de una artista con mucha escuela. Desde niña aprendió en talleres de pintores alentada por una familia vinculada al mundo del arte, su abuelo era litógrafo y su padre dibujaba. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona su obra ha sido colgada en diversas salas, españolas y europeas. Hasta el 13 de abril tienen oportunidad de ver su última exposición en la Fundación Mapfre Guanarteme.

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