El poder de los animales

Terapia con delfines. | Jorge Serradilla

Alexandra R. Cifre

Las Palmas de Gran Canaria —

Tanto en su forma salvaje, como domesticados para hacer compañía o entrenados para ayudar en diversas labores, los animales han compartido su vida junto a los seres humanos desde tiempos inmemoriales. En la actualidad, tanto expertos como usuarios aseguran que las personas que comparten su vida con un animal en su hogar gozan de una mejor salud y, por tanto, de mejor calidad de vida.

Tanto es así que la Universidad de Missouri-Columbia, en Estados Unidos, demostró que acariciar a un perro durante 15 ó 30 minutos al día reduce la tensión arterial en un 10%. Aunque existen pocos estudios relacionados con el tema, los que se han realizado demuestran que tener un compañero de cuatro patas, a parte de reducir la tensión arterial, ayuda también a minimizar los índices de colesterol, el estrés y mejora las relaciones sociales.

Siendo conscientes o no de la larga lista de beneficios que aportan los animales, lo cierto es que cada año aumenta el número de mascotas en los hogares españoles. Según el último estudio de la Feria Profesional del Animal de Compañía Propet, en seis de cada diez viviendas habita al menos una mascota. Esto se traduce en que actualmente en España conviven cerca de 5,5 millones de perros, cuatro millones de gatos, más de siete millones de pájaros, alrededor de 4,5 millones de peces y aproximadamente dos millones de animales exóticos, como pequeños mamíferos y reptiles. Además, de acuerdo con las conclusiones extraídas del estudio elaborado por Propet, más del 80% de las familias propietarias de un perro o un gato consideran que su mascota es una fuente de bienestar y aseguran que es un miembro más del núcleo familiar.

Los beneficios que aporta la presencia de un animal en la vida de las personas fueron detectados por la comunidad médica y educativa hace ya años. La Fundación Affinity fue la primera en dar parte de cómo los animales suponen una fuente de salud para los seres humanos, y en 1990 empezó a impulsar las Terapias y Educación Asistidas por Animales de Compañía (T.E.A.A.C.), un tipo de terapia que era bastante desconocida hasta aquel entonces en España. Desde sus inicios, Fundación Affinity ha trabajado para difundir los beneficios de los animales de compañía en sociedad, y desde principios de la década de los 90, se ha esforzado por introducir la aplicación terapéutica de perros, gatos y otras mascotas en el marco de la integración, la rehabilitación y la socialización.

El objetivo principal, según explican los responsables de la fundación, es aprovechar los valores intrínsecos de los animales, como son su respuesta invariable, la fidelidad y la incapacidad para juzgar. De esta forma, sirven como herramienta para facilitar la labor del terapeuta, médico o educador en el tratamiento de ciertas patologías físicas o psíquicas e, incluso, para mejorar la calidad de vida de algunos colectivos con problemas de integración social como ancianos, personas bajo privación de libertad o menores con problemas.

Con más presencia en el ámbito médico que en el de la educación, cada vez son más los centros que recurren a las Terapias Asistidas con Animales (T.A.A.), una modalidad de intervención terapéutica en la que un animal es parte integrante de un proceso de rehabilitación, reeducación, integración y socialización de una persona. Los expertos insisten en que se debe entender como un complemento terapéutico y no como una alternativa a las intervenciones médicas, ya que simplemente el animal es un instrumento más en el objeto del tratamiento.

Los beneficios de las T.A.A. inciden en todas las dimensiones de la persona a nivel físico, psicológico, social y emocional. Deben ser aplicadas y supervisadas por un terapeuta profesional, que es quien fija los objetivos, guía la interacción entre el animal y el paciente, mide el progreso y evalúa todo el proceso. Las claves de la eficacia de esta terapia son el vínculo que se crea con el animal y las relaciones de afecto que se establecen, así como la estimulación cognitiva, sensorial y física que se recibe por el contacto con el animal.

El perro, mucho más que un amigo

Aunque son muchos los animales que se pueden utilizar en este tipo de terapias, los perros son los líderes absolutos. La Asociación de Terapias Asistidas con Perros de Gran Canaria (ATAPGC) es el centro con mayor equipo de intervención de toda Canarias, así como la única apadrinada y reconocida por la Fundación Affinity. Con más de 30 unidades de intervención, compuesta cada una por un técnico y su perro, la ATPGC ofrece sus servicios a diferentes centros de toda la isla, y actualmente están desarrollando programas de intervención asistida con perros en Salto del Negro, la Asociación Síndrome de Down, el Centro Ocupacional y residencia de ancianos de Moya, el Centro Tabaiba dedicado a personas que padecen alzhéimer y la Mancomunidad del Norte para enfermos mentales.

Pedro Oliver, director de ATAPGC y experto en unidades de intervención con perros, explica que estas terapias son siempre complementarias al resto de recursos médicos que necesite el paciente, ya que el perro es una mera herramienta adicional. Su trabajo consiste en ayudar a enfermos mentales, discapacitados intelectuales, personas con trastornos alimentarios, depresiones o alzhéimer y también acuden a centros residenciales de ancianos y de menores bajo medidas judiciales.

“Cada intervención es diferente, depende de los objetivos a cumplir”, señala Oliver. De esta forma, no actúan igual cuando trabajan con personas enfermas como cuando acuden a una residencia de personas mayores. En este último caso, el director del ATAPGC señala que es de los más especiales, porque no se trata únicamente de visitar a personas enfermas, sino que muchos ancianos sufren problemas sociales y de salud porque a menudo no se sienten queridas, les cuesta comunicarse y acaban teniendo una sensación de soledad, aislamiento y poca estimulación mental. “Los perros les ayudan a recuperar la confianza, a sentirse más queridos y hacen que vuelvan a sonreír”, destaca Oliver.

¿Y por qué los perros son los más indicados para este tipo de terapias? Según explica el director de ATAPGC, la característica más importante de estos animales es que no juzgan: “Al perro no le importa tu estado físico o mental, él sólo quiere tu cariño y siempre se acercará a ti para intentar robarte una caricia”. Además, también señala que es muy importante la estimulación sensorial, y en el caso de los perros su pelaje suele ser muy suave y agradable al tacto, “lo que hace que casi todas las personas quieran siempre acariciarlos e interactuar con ellos”.

Además, son animales activos, al igual que los gatos, “pero éstos se estresan en los traslados y sólo podrían funcionar como animales residentes”, afirma Oliver. El principio básico de estas terapias es que el animal sea feliz durante la intervención, en la que siempre trabajan de forma conjunta el perro con su técnico, supervisados en todo momento por el experto, una persona con formación en el ámbito sanitario o educativo. Ellos dos son los encargados de tener en cuenta en todo momento el estado del perro gracias al lenguaje canino porque, tal y como comenta Oliver, un buen perro puede tener una semana mala, pero no por ello lo retiran de las terapias asistidas, sino que lo mandan a descansar.

Los perros que trabajan en terapias asistidas pueden ser de cualquier raza y tamaño, pero deben cumplir con unas características. En primer lugar, deben vivir con sus técnicos, ya que ellos también trabajan como educadores y son los que mejor conocen a su acompañante canino a la hora de trabajar juntos en las terapias. No pueden ser perros de albergues o que hayan sido abandonados porque necesitan conocer todo su historial médico, desde el momento de su nacimiento, para tener constancia de cualquier enfermedad que pudiera desarrollar el animal. Además, deben ser perros que nunca hayan mostrado conductas agresivas y que estén muy socializados y acostumbrados a estar con personas y otros perros a su alrededor.

Caballos y humanos, un vínculo eterno

Después de los perros, los caballos son los más solicitados para realizar terapias asistidas con animales. La equinoterapia es otro método que ayuda positivamente al desarrollo cognitivo, físico, emocional social y ocupacional, especialmente a las personas que sufren algún tipo de discapacidad o necesidad especial.

Alexis Díaz forma parte del equipo de Arucas a Caballo como experto en equinoterapia. Asegura que siempre hemos sido un binomio perfecto humano-caballo, pero la evolución de la vida ha hecho que nos alejemos de la naturaleza y, por tanto, de los cuadrúpedos. “Siempre hemos sido compañeros, pero cuando dejamos de necesitarlos, nos alejamos, tanto que hoy los sentimos como seres ajenos a nosotros. Sin embargo, ellos siguen recordando algo de nuestra antigua amistad y pueden ayudarnos a comprendernos mejor a nosotros mismos, a acercarnos a nuestro lado más instintivo y a dejarnos llevar por nuestro cuerpo y nuestro corazón”.

Los beneficios físicos de los movimientos del caballo para paliar ciertas enfermedades ya eran conocidos por los griegos, según cuenta el experto. El equipo de Arucas a Caballo, siendo consciente de los beneficios que aportan los equinos en estas terapias, ofrecen actividades de desarrollo personal para niños de entre 6 y 16 años. “Ofrecemos a los padres una alternativa de ocio en un ambiente donde los caballos y la naturaleza son los maestros que les enseñan a trabajar aspectos importantes en el desarrollo de sus hijos como la autoestima, la seguridad, la confianza, el respeto y los valores de convivencia entre personas y especies”, señala Díaz.

La equinoterapia ayuda a trabajar diversas áreas del comportamiento humano, como la psicológica/cognitiva, la de comunicación y lenguaje, la psicomotora e, incluso, la médica. Alexis Díaz explica que las sesiones se dividen en tres fases: la primera consiste en un primer acercamiento con el animal, en el que los niños ayudan a limpiarlo y a acicalarlo, “lo que les recuerda a los cuidados que les proporcionan sus madres”, destaca Díaz; en una segunda etapa, los niños trabajan con el caballo lo que los expertos en equinoterapia denominan “la unión”, y se trata de establecer relaciones de confianza, seguridad y conexión con el animal, “un momento hermoso y mágico”; y por último, en la tercera fase, los niños se convierten en jinetes y montan al caballo. “Trabajamos siempre con caballos maestros, los que están acostumbrados a ser montados por muchos gente distinta y que son muy mansos”, subraya el técnico de Arucas a Caballo.

Uno de los aspectos que más se desarrolla gracias a la equinoterapia es la autoestima. De acuerdo con Alexis Díaz, la especial comunicación que se establece entre el animal y la persona hace que nos sintamos especiales frente a esos seres tan poderosos. “El poder dirigirlos, comunicarnos con ellos, sentirlos y comprobar que colaboran en nuestras tareas hace que nos sintamos importantes con ellos por quienes somos”, explica. “Al igual que los caballos no aceptan a un líder de la manada que no sea seguro, tampoco aceptarán a un jinete que se sienta inseguro y le ponga en peligro. Tienden a juntarse con personas que sean seguras y confiadas, por lo que estas terapias estimulan continuamente dichas habilidades y refuerza la autoestima”, concluye Díaz.

El canto de los delfines

En las instalaciones de Aqualand, en el sur de Tenerife, se desarrolla desde hace diez años un programa de delfinoterapia pionero en Europa y por el que han pasado más de 2.500 asistentes. Estos mamíferos marinos se utilizan fundamentalmente con niños y su uso está contraindicado en muy pocos casos, como epilepsias no controladas o enfermedades infectocontagiosas. “La ventaja frente al resto de animales es el medio acuático, que ya de por sí es terapéutico y beneficioso”, explica José Luis Barbero, director técnico del delfinario.

Los delfines tienen un sentimiento definitivo hacia la debilidad y de forma natural se acercan con suavidad hacia los pacientes para jugar, tal y como explica Barbero. De esta forma, los niños que participan en las terapias ganan confianza con rapidez, pierden miedo y consiguen traspasar el aprendizaje llevado a cabo con los delfines a su vida diaria para desarrollarse mejor su entorno. Sin embargo, no todos los delfines son aptos para trabajar en el programa. Se emplean aquellos que pertenecen a la especie conocida como nariz de botella, y las más indicadas para las terapias asistidas son las hembras adultas, ya que los machos tienden a querer liderar el grupo, según cuenta el director técnico del delfinario de Aqualand.

La delfinoterapia está dirigida a mejorar la calidad de vida tanto de niños como de adultos que padecen complicados problemas de salud, en especial enfermedades crónicas y psicológicas. Estudios recientes afirman que las ondas cerebrales de los pacientes en presencia de los delfines producen una armonización entre los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro, “lo que produce un estado de paz y relajación similar al que se experimenta al realizar una meditación”, aclara Barbero.

El director técnico del delfinario tinerfeño señala que esta terapia está especialmente indicada para niños con Déficit Atencional con Hiperactividad, síndrome de Down y autismo; en adultos también resulta muy eficaz para los que se encuentran en proceso de desintoxicación de drogas y los que sufren trastornos alimentarios, así como personas con secuelas tras un accidente cerebral, como parálisis o traumatismo craneoencefálico.

Una importante parte de la terapia es la de obtener un beneficio máximo de las ondas sónicas que emiten los delfines. El científico estadounidense David Cole ha formulado la Hipótesis Cavitacional, la cual atribuyen al sonido del delfín frecuencias ultrasónicas que estimulan el sistema nervioso central del paciente, lo que estimula la liberación de hormonas ligadas a la relajación y mitigación del dolor, como las endorfinas. Asimismo, los cambios neurológicos y neuroquímicos que se generan gracias a la delfinoterapia se traducen en diversos beneficios físicos, emocionales e intelectuales tales como mejoras en el sistema inmunológico, mejoras en la coordinación motora, en el estado de ánimo, el contacto social y el lenguaje.

Cada vez más delfinarios de todo el mundo cuentan con este tipo de actividades especiales, lo cual ha dado lugar a cierta “explotación comercial” de la delfinoterapia, tal y como afirma José Luis Barbero. “En algunos países esta práctica está siendo perseguida porque algunos irresponsables profesionales de la salud no utilizan al delfín como instrumento de ayuda, sino como un remedio rápido y casi milagroso para ciertas enfermedades a través de su sistema de ondas alfa”, señala el técnico. Barbero subraya que las familias deben saber que los delfines no son una cura en sí, sino una herramienta vehicular utilizada en una terapia que siempre debe ser dirigida bajo la atención de un biólogo marino y un psicoterapeuta especializado en este tipo de terapias asistidas. “Desgraciadamente algunos profesionales se aprovechan de las actividades realizadas con delfines para conseguir grandes sumas de dinero y hacer negocio, en vez de centrarse en lo que realmente importa, que es la salud y el bienestar de las personas que acuden a estas terapias”, sentencia Barbero.

El abrazo del koala

Viven en los bosques de eucaliptos del continente Oceánico y son la imagen nacional de Australia junto con los canguros. Los koalas despiertan sentimientos de ternura en todo aquel que ve una fotografía o un vídeo, especialmente cuando está en su posición favorita: abrazado a un árbol. Sus orejas peludas y suaves junto a su gran nariz, su cuerpo redondeado y su carácter poco agresivo le confieren un aspecto muy similar al de un oso de peluche. Es por ello que quizás se ha convertido en uno de los animales más populares entre el público mundial y es el mayor reclamo en el Zoológico de Australia. Allí, los visitantes pueden conocer más de cerca a este pequeño marsupial y disfrutar durante unos segundo de su abrazo. Muchos usuarios en redes sociales, blogs de viajes y portales de turismo han hecho referencia a esta experiencia, llegando a decir incluso que ha sido el momento más tierno que han vivido porque al estar abrazados a un koala han sentido una paz y una calma inmensas.

Hasta ahora no se han llegado a desarrollar terapias asistidas con koalas, pero sí es cierto que muchas personas sueñan con poder vivir ese momento especial junto al animal australiano. Tanto es así que incluso algunos famosos han aprovechado sus visitas al continente para poder experimentar el abrazo del koala, como la actriz Carey Mulligan, el cantante Michael Bublé junto a su esposa Luisana Lopilato y su hijo, los integrantes de la banda británica One Direction y hasta el presidente de los Estados Unidos Barack Obama.

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