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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Cambio Climático: y Canarias con estos pelos

Rajoy conversa con Obama durante la cumbre de líderes sobre el clima

Carlos Sosa

Parece que fue ayer pero ya han pasado ocho gloriosos años desde que Mariano Rajoy afirmara con ese pasteleo que le caracteriza que el cambio climático no era para tanto y que, por consiguiente, no debía convertirse en un problema mundial. Llegó a esa convicción tras hablar con un primo suyo, catedrático de Física de la Universidad de Sevilla, que a modo de argumento le dijo que si nadie puede garantizar el tiempo que hará mañana, mucho menos pronosticar “lo que le va a pasar al mundo dentro de 300 años”. Y se quedó tan pancho, el hombre. Estos últimos días, agobiado por la presión electoral, ha reconocido que aquello fue una monumental cagada (él lo llamó error) y hasta se ha permitido el atrevimiento de presentarse este lunes en la Cumbre del Clima de París prometiendo una ley de cambio climático y la supresión de impuestos verdes. Todos tenemos derecho a equivocarnos, estaría bueno que no, a reconocer los errores y hasta a corregirlos. Pero es que en el caso de Mariano Rajoy y su Gobierno los hechos tiran por tierra cualquier mínimo de credibilidad a sus propuestas verdes. Durante estos aciagos cuatro años, con la mano ejecutora brutal del ministro José Manuel Soria, el Gobierno del PP ha propinado un duro golpe a las renovables en toda España que ha frenado drásticamente su penetración; se ha sacado de la manga un infame impuesto al sol que prohíbe el autoconsumo como si los que creen en esa salida fueran terroristas que atentan contra las grandes multinacionales del sector, y ha colocado a España a la cabeza de la Unión Europea en incremento de emisiones de gases de efecto invernadero en 2014. Un palmarés que impide creerle una sola palabra referida a las energías limpias y a cualquier apuesta seria por invertir la tendencia que ellos mismos fomentaron. Canarias, por supuesto, no ha sido ajena a toda esa sucesión de despropósitos. Tras fracasar en el intento de sacar petróleo de las aguas canarias (qué pronto olvidamos los atropellos), el ministro de Industria encabeza ahora la lista de políticos empeñados en introducir el gas como combustible de transición hacia unas renovables que tardarán en desarrollarse al menos el tiempo que tarden los especuladores y las compañías gasísticas en amortizar sus inversiones en infraestructuras y se forren convenientemente. Como para creerles, oye.

Brindis al sol

Pero Soria no está solo en ese empeño de frenar las renovables e imponer el gas. Coalición Canaria y el PSOE le siguen la mar de contentos hacia esa deriva tan irracional. Quieren darle contenido económico al Puerto de Granadilla, en Tenerife, y buscar fórmulas para torcer la voluntad del Cabildo de Gran Canaria de impedir que Arinaga se convierta en la puerta de entrada de ese combustible fósil, al tiempo que se le ponen palos a las ruedas de la central hidroeléctrica de las presas de Chira-Soria y se aprueba un decreto para los generadores eólicos que limita la iniciativa de los promotores pequeños para, mediante la subasta última, se queden con el negocio los grandes productores energéticos del país. Todo muy edificante. Otros partidos como Podemos se conforman con presentar mociones declarativas de intenciones como la aprobada el viernes en el Cabildo de Tenerife, a cuyo frente se encuentra el político que más impulsa en la isla la gasificación, Carlos Alonso. La moción de Podemos no pasará de la nota de prensa que emitió este lunes y que recoge la esencia del acuerdo unánime del Cabildo: “Reconducir el modelo energético en la isla generando un territorio más ecológico, sostenible, habitable y humano que se sitúe a la vanguardia social en energías renovables y lucha contra el cambio climático”. En ningún momento Podemos se atreve a incluir de forma taxativa en su moción el rechazo al gas, seguramente porque lo que importaba era que la propuesta se aprobara y no desnudar públicamente a los que insisten en la penetración de ese combustible fósil durante tres o cuatro décadas al menos.

Cuatro años sin Observatorio

Mientras llega el gas, el actual Gobierno de Canarias lleva dos meses anunciando que va a crear un Observatorio del Cambio Climático en 2016 mediante la firma de unos convenios con la Fundación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y con el Cabildo de Lanzarote. Que ese organismo no esté integrado como una dirección general dentro de la Consejería de Política Territorial, Sostenibilidad y Seguridad en un Ejecutivo que ha incrementado su número de altos cargos de manera bochornosa, dice bastante del interés existente. Pero bueno es que, al menos, se anuncie que el Observatorio se creará, eso sí, después de la Cumbre Climática de París, una oportunidad que pierde Canarias para empezar a hacer realidad esos continuos anuncios de apuestas por la diversificación económica, por la innovación tecnológica y por la economía azul. Que el asunto no es una prioridad lo demuestra el hecho de que la Agencia de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, creada en abril de 2009 con rango de ley durante el Gobierno Coalición Canaria-PP, fuera la primera en sucumbir en julio de 2012 (Gobierno Coalición-PSOE) con el argumento de que había que aplicar los recortes derivados de la apretura de clavijas impuesta desde Madrid (PP). Mientras tanto, otras agencias internacionales, como la norteamericana EPA, han extendido por todos los océanos, incluido el Atlántico que baña Canarias, miles de boyas que miden el comportamiento del mar ante el calentamiento global. En este contexto tiene mucha guasa que la consejera de Política Territorial, Nieves Lady Barreto, anunciara que creará el Observatorio antes de que su partido, Coalición Canaria, presentara en el Parlamento regional una proposición no de ley para instarle a su puesta en marcha y que el PP, para rematarlo, propusiera una elocuente enmienda: “que el Observatorio de Cambio Climático opere con la máxima austeridad económica de recursos humanos y materiales y con el máximo grado de eficiencia”. Sólo falta que salte algún gracioso a pedir que se sufrague con los dineros del ITE, ese maná con el que pretenden cambiar el modelo productivo canario y dos huevos duros. Para llorar.

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