José Miguel Suárez Gil está dando lecciones de cómo hacer que los enanos crezcan en derredor de uno mismo. Nos referimos al pacto alcanzado por este presidente de la Comisión de Comercio de la CCE para darle un empujón definitivo a la Ley de Comercio que Adán Martín está empeñado en que vea la luz cuanto antes. No han gustado los alardes del máximo exponente de la vía plateada en determinados núcleos comerciales todopoderosos de muchas plantas y diversas ubicaciones a lo largo y ancho de las ínsulas. Tanto es así que ya han sonado las voces que reclaman se aparte a un lado el, a la sazón, presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas. Para colmo, no ha dudado nuestro hombre en desatar el caos por aquéllo de que “en el caos reino yo, que para eso es mío (el caos)”. Nos referimos al supuesto visto bueno dado por Fedeco al mencionado acuerdo entre Adán y Suárez Gil. Sí es verdad que hay un Fedeco que otorga, pero es la versión tinerfeña. La Fedeco de Las Palmas ni pasó por allí, ni aprueba, ni nada que se le parezca.