Menuda semanita llevamos con esto de los temporales, los cortes de fluido eléctrico, las caceroladas y el accidente en helicóptero de Rajoy y de Esperanza Aguirre, reserva espiritual de la parte no catalana de España, y olé. Ah, y la estrepitosa caída del Dedo de Dios, en Agaete, cuya reconstrucción sigue quitando el sueño a su alcalde, el muy popular Antonio Calcines. Ya saben que anda el hombre en un auténtico sinvivir porque el derrumbe es como si una ventolera se llevara el símbolo más representativo de Agaete, con permiso de La Rama, la Virgen de las Nieves, el Valle y la fuente de Los Berrazales. Pero dado que cada día se dibuja más peregrina la idea de reconstruir el monolito y vence la propuesta de dejar las cosas como están, proponemos al señor alcalde una nueva iniciativa que quizá colocaría a Agaete en algún telediario nacional: nombrar una calle como Calle de los Dos Dedos, en memoria de la aciaga semana en que cayó el Dedo de Dios y el líder del PP, Mariano Rajoy, sufrió una lesión en uno de los suyos. Recuerden que en Leganés hay peregrinos de todo el mundo que acuden a llevarse la placa dedicada a la banda AC-DC. Y el PP tiene miles de militantes que se dejarían un dedo en el intento.