Es mentira. Gonzalo Angulo no es el programador, acomodador, comisario de exposiciones, jefe de prensa y tramoyista de las instalaciones culturales del Cabildo de Gran Canaria. Eso son elucubraciones de la mala prensa, la que está empeñada en echarle a perder su intachable carrera política. Este viernes hemos podido constatar que hay una parcela de esos inmuebles que no controla: la luminotecnia. Así quedó de manifiesto en el agitado pleno cuando el consejero socialista Blas Trujillo resaltó que han florecido en algunas fachadas de edificios protegidos, emblemáticos y tal, una especie de focos sin que nadie sepa dar razón de su origen. Ha ocurrido en el teatro Guiniguada y ha ocurrido en el mismísimo CAAM. No es que sean antiestéticos, que lo son; no es que no tengan la bendición de Angulo, que parece que tampoco; es que los prohíbe la Ley de Patrimonio, que es donde está la gracia de la cosa: tiquismiquis con el Pérez Galdós y otras lindezas, y tan laxos con la luminotecnia propia. Por cierto, hablando del Pérez Galdós, ¿serán ciertas las maledicencias que apuntan a una potenciación del Cuyás a costa de pretender proyectos, desafectaciones y demás apuestas imposibles?