Cuando decimos que el Partido Popular se apropia de los símbolos en su favor, que utiliza la Constitución como máquina de soldar sus propias estrategias políticas, el terrorismo como aglutinador de las voluntades de la gente de bien y las mayorías absolutas para elevarse casi a los altares, no exageramos lo más mínimo. Vayamos por partes. Con el execrable atentado de Madrid ha vuelto a ocupar los primeros planos de nuestras vidas, de nuestra vista y de las imágenes de prensa y televisión, la bandera española. Ya saben que durante muchos años de transición a la democracia, los fachas se apropiaron de la bandera de modo obsceno. La llevaban en sus coches, en las pulseras de los relojes, en las carpetas de ir a la Universidad... Eran un signo de identidad, junto a la gomina, de una forma de pensar excluyente y elitista. Con el paso del tiempo, los españoles conseguimos que la bandera pasara a ser patrimonio de todos, hasta que llegó el PP y empezó a trastear con ella. Soria, aventajado maestro de la involución, está encantado de volver a recuperar los viejos valores del rojo y gualda.