Hay que comprender que mover a tanta gente, algunos más díscolos que otros, es complicado para cualquiera. Sobre todo si se tiene en cuenta que en la expedición de Román Rodríguez viajaban políticos, rectores, empresarios, periodistas y funcionarios, hasta un total de 57 personas. De ese modo es hasta justificable que se produzcan malos entendidos, como el que tuvo como polémica una cena con los ministros de Exteriores, Benaissa, y los de Pesca y Turismo en Rabat. Una cena muy apetecible a la que inicialmente se invitó a casi toda la expedición para, a continuación, desconvocar a la mayoría con las oportunas excusas. Sólo que hubo unos cuantos empresarios que no se enteraron de la desconvocatoria hasta casi el momento mismo de la cena, lo que les dejó con tres palmos de narices. Por cierto, muy duro el ministro de Pesca, al que Benaissa, por cierto, trata de ablandar en favor de los intereses canarios.