Siguen proliferando por el espacio sideral comentarios de todo tipo a cuenta del último revolcón que se ha llevado el trío del istmo con el invento de La Gran Marina, que ya empieza a ser objeto de chanza y vacilón general. A las chuladas de Soria, la suprema ingravidez bonaerense de Pepa y la cara de ojos fuera de orbita de Arnáiz, se ha sumado un comentario que empieza a ser un tanto majedero: que los canarios estamos siendo avergonzados por el Estado al reclamar que los arquitectos estrella devuelvan el dinero cobrado en base a premios y desplazamientos. Esta reclamación tiene su sustento en que el concurso ha sido declarado nulo, es decir, nunca existió, lo que significa que lo que se cobró por él hay que devolverlo. Por razones de proximidad geográfica, el que parece haberse erigido en portavoz de los arquitectos ofendidos es Carlos Ferrater, catalán de toda la vida, que dice que a él que lo registren, que ya se gastó las pelas y que le vayan a reclamar al maestro armero.