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Prohibido entrar... solo si eres mujer

Cartel en el hotel Marriot de Jeddah en Arabia Saudí

Elisa Caballero / Elisa Caballero

La discriminación contra las mujeres comienza al nacer. Las desigualdades de género se perpetúan en todo el planeta e impiden a las mujeres y niñas alcanzar la igualdad real de derechos. Según el Índice Global de la Brecha de Género realizado por el Foro Económico Mundial, tendrían que pasar 170 años para acabar con la brecha de género. Si comparamos una jornada laboral de 8 horas, las mujeres realizan actividades no remuneradas durante 4 horas y 47 minutos, mientras que los hombres solo dedican 1 hora y media a ellas. Esta discriminación empaña todas las acciones que realizamos, incluida, por supuesto, el viajar.

Hay lugares del mundo donde las mujeres no pueden entrar porque se las considera “impuras” o  porque pueden distraer la calma de los monjes ortodoxos, como en el Monte Athos en Grecia. En otros sitios a ellas directamente no se les permite viajar solas o conducir, como en Arabia Saudí. Quien diga que hemos conseguido la igualdad, miente. Los siguientes lugares son pruebas fehacientes de ello.

Monte Athos, Grecia

2200 hombres habitan en 20 monasterios ortodoxos de este territorio autónomo: el Estado Monástico Autónomo de la Montaña Sagrada. Consiguieron su autogobierno en 1924, fecha en la que redactaron los Fueros de la Montaña Sagrada de Athos, normas que incluían (e incluyen) la restricción que imposibilita a las mujeres vivir junto a sus homólogos masculinos masculinos e incluso realizar una visita turística. Esta regla tan misógina fue invalidada durante la Guerra Civil Griega (1941-1950), periodo en el que acogieron a personas refugiadas, incluyendo a mujeres y niñas.

Cada día permiten la visita de 120 personas (todas, hombres) que tienen un límite de 4 días para explorar en el lugar. De esos 120 individuos, 100 son griegos y 20, extranjeros. Así, admirar el Monte por parte de un foráneo resulta sumamente complicada y para una mujer directamente imposible.

Monte Omine, Japón

Esste monte sagrado situado en la región japonesa de Nara alberga en su cima el templo Ōminesanji, sede de la práctica budista japonesa Shugendō. La montaña es, desde el siglo IX, un lugar de peregrinaje y entrenamiento de los yamabushi, ermitaños a los que se les presupone poseedores de superpoderes. Se cree que las dos horas de ascensión a la cumbre ayudan a alcanzar el mundo espiritual, dejando las preocupaciones terrenales abajo. Y las mujeres, claro, quienes han tenido prohibida la entrada desde hace 1300 años. Los monjes sostienen que es una tradición y no una discriminación. En 2004, la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad porque la montaña refleja la fusión de la espiritualidad budista y sintoísta de Japón, y sostuvo que el acceso universal no es un requisito para este nombramiento. Esta decisión provocó una gran controversia, pero la UNESCO se ha mantenido firme y no ha retirado el título al monte sagrado.

Templos hindúes e islámicos en la India

Las mujeres en edad de menstruar, es decir, entre los 10 y los 50 años, tienen que permanecer a las fueras del templo dedicado a la deidad hindú de Ayyappan en Sabarimala, India. Aún así, es uno de los lugares de peregrinaje más visitados del mundo, con alrededor de 100 millones de devotos que lo pisan cada año. Se espera que los peregrinos lleven a cabo una penitencia 41 días antes de su visita, durante los cuales deben abstenerse de ingerir comida no vegetariana, de tener relaciones sexuales y de cortarse el pelo. Además, deben vestir de negro y bañarse dos veces al día.

Este templo refleja el tabú existente en la cultura india alrededor de la menstruación. En el hinduismo, las mujeres que están menstruando se consideran impuras y en algunos lugares de la India incluso se ven obligadas a aislarse durante su periodo en chozas situadas en las afueras de las ciudades y pueblos, llamadas gaokor, que son de propiedad pública y, por lo tanto, nadie se encarga de su mantenimiento. Estas chozas no tienen cocina, pues las mujeres con la regla también tienen prohibido cocinar. En los últimos años las mujeres indias se están organizando y hace unos meses lanzaron una campaña “Happy to Bleed” (Feliz por sangrar) para acabar con el tabú y el estigma social existente alrededor de la menstruación.

En el lado opuesto encontramos la mezquita y mausoleo de Haji ali Dargah, ubicado en un islote en la costa de Worli, al sur de Mumbai y ejemplo representativo de la arquitectura islámica de la India, donde el pasado mes de octubre se levantó el veto que, desde 2011, había prohibido la entrada de mujeres por considerar que se trataba de un “pecado grave”. El fin de la prohibición tuvo lugar después de una ardua movilización de numerosos colectivos feministas unidos por la causa en una plataforma llamada 'Haji Ali for all' que lucha por la igualdad de derechos de las mujeres.

Además, en algunos estados de la India (por ejemplo, en el estado de Delhi), las normas de seguridad vial no se aplican a las mujeres y están exentas de llevar cascos o cinturones de seguridad, lo que se traduce en cientos de muertes de mujeres en la carretera cada año. El pasado 30 de agosto, el ministro de Turismo, Mahesh Sharma, sugirió a las mujeres turistas que no llevaran falda o vestidos cortos para acabar con la cultura de la violación del país. Cuando personas extranjeras llegan a la India, les dan un kit de bienvenida en el que se incluyen consejos para las mujeres viajeras, entre los que encontramos los ya mencionados.

Arabia Saudí

La situación de las mujeres en Arabia Saudí es muy complicada: el Global Gender Gap Report (Índice Global de la Brecha de Género) realizado por el Foro Económico Mundial,  sitúa al país en el puesto 141 de 145 países. Se habla incluso de “apartheid de género”.

En Arabia Saudí, en general, las mujeres no pueden entrar en los cementerios, conducir, abrir cuentas bancarias, ir a piscinas públicas, entrar en algunos Starbucks de la capital… Tampoco pueden viajar solas y deben estar acompañadas en todo momento de su marido o de un familiar varón. Las mujeres que no cumplan esta norma pueden ser arrestadas. La embajada saudí aconseja a las turistas vestirse de manera conservadora. En algunas áreas, particularmente en la capital, Riyadh, las mujeres deben llevar una abaya, es decir, una larga túnica que cubre también la cabeza. Los museos y algunos lugares turísticos tienen “horas familiares” para que las mujeres puedan visitarlos, pero nunca solas.

La excepción: el pueblo donde solo las mujeres son bienvenidas

Umoja es una aldea keniata en la que solo viven mujeres. Este pueblo está rodeado de vallas y en él habitan supervivientes de violaciones, matrimonios forzosos (muchos de ellos, infantiles), mutilación genital, maltratos y demás actos violentos perpetrados por hombres. Fue fundado en 1990 por mujeres que habían sobrevivido a violaciones de soldados británicos y, en la actualidad, da cobijo a 49 mujeres y a 300 niñas y niños.  

Viven de joyería que venden a los pocos turistas que reciben, lo que les proporciona unos ingresos para cubrir sus gastos en comida, ropa y refugio para todas. Una de las características destacables de la comunidad es que algunas de las residentes veteranas educan y forman a mujeres y niñas de los pueblos cercanos en temas como matrimonios forzosos y mutilación genital. Entre todas forman una comunidad en la que reina la sororidad, la ayuda y el apoyo mutuo.

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