El libro sobre Pokémon y el feminismo que desató la polémica antes de llegar a las librerías

Alejandro Luque

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Cuando Héctor Hierro decidió dedicar su trabajo de fin de grado a la relación entre la popular saga Pokémon y el feminismo, no podía imaginar que acabaría siendo publicado como libro en dos volúmenes. Pero mucho menos sospechaba que este lanzamiento levantaría un auténtico incendio en Twitter, y no por desavenencias con su contenido: nadie ha podido leerlo, puesto que el libro aún no ha llegado a las librerías. El simple anuncio de la salida a la luz de Pokémon y feminismo. La gran revolución transmedia, a cargo de la editorial sevillana Héroes de Papel, desató, con la inmediatez y la ferocidad a la que nos tienen acostumbrados algunas redes, una tormenta de opiniones adversas, incluso de insultos hacia el autor.

Lógicamente, sobrepasado por estas reacciones, Héctor Hierro trataba de digerirlas. “Imaginaba que alguna persona querría liarla, pero ha habido un acoso muy bestia, muchas difamaciones y sobre todo mucha desinformación”, suspira el autor. “Se ha dicho que el libro carece de valor, que su bibliografía tiene solo una hoja, que no aparece ninguna mujer citada… Es muy triste que te tires tantos años trabajando e invirtiendo tu dinero sin esperar el menor beneficio económico, y que luego la gente pretenda hundirte. Es muy desmotivador”.

“Espero que ahora venga lo bueno, y haya gente que lo disfrute”, prosigue. “Está hecho con cariño, amo mucho a Pokémon, y para mí aspirar a la igualdad es algo muy importante. Por eso he querido hacerlo accesible para cualquier tipo de público, invitarlo a valorar las situaciones de los videojuegos y reconocer lo malo que pueda haber en ellos. Y, en ese ecosistema, que el lector vea lo que ha hecho Pokémon”.  

Una pasión familiar

La pasión de Hierro por la exitosa saga comienza en su infancia, cuando le robaba a su hermano una Gameboy de color morado para jugar. “Lo asocio a algo muy familiar: en casa no me limitaban el juego porque veían que yo estudiaba, me curraba las cosas y confiaban en mí, así que podía jugar o ver Disney Channel”, recuerda. Años después, mientras estudiaba Comunicación audiovisual, el joven tuvo una revelación al estudiar una asignatura de Narrativa audiovisual que dedicaba atención a cuestiones de género, y en especial al feminismo. “Leí a muchísimas autoras, pero las que más me marcaron fueron Laura Mulvey y Linda Williams”.

Un buen día, mientras conversaba con su madre sobre estos temas, reparó en que las señales de patriarcado de las que hablaban dichas teóricas no se hacían patentes en Pokémon. “Me preguntaba cómo era posible eso, si nunca había leído que se tratara de una saga de videojuegos educativa. Pero mi madre me animó a ir a por ello”.

Desgraciadamente, la madre de Hierro falleció en el último cuatrimestre de aquel curso. El estudiante estaba hundido, pero su tutora, Mercedes Álvarez Sanromán, también alentó el proyecto. “Al principio le había hablado de cine, pero ella no lo veía claro. Me movía en términos demasiado generales, hasta que le hablé de Pokémon y del modo en que se desmarcaba del machismo. Quiso saber más, y finalmente convinimos que trabajaría sobre ese tema”, agrega.

Mujeres poderosas

Más de 500 horas de juego más tarde, y muchas más buceando en bibliografía sobre el tema, Hierro pudo demostrar que se trata de “una saga feminista salida de un país ultramachista como Japón”, asevera. “Lo interesante es que en 1996, cuando se lanza la saga, existe el feminismo naturalmente, pero no con el auge que posee ahora. Debemos pensar que si sale una selección femenina en FIFA 16, todavía hay gente que va a atacarlo, a poner a parir a Cristiano Ronaldo… Con Pokémon jamás ha ocurrido eso, ¿por qué? Porque desde sus inicios, a pesar de que no podías controlar a un avatar femenino, ya estaba pensado que lo hubiera. La jerarquía social ya presentaba a una sociedad más o menos igualitaria. No estaba tan sexualizado como otros. Cualquier entrenadora podía entrenar al Pokémon más poderoso, cada mujer podía ser lo que quisiera”.

Hierro ha analizado cómo los estereotipos han calado en la cultura de masas, y en especial, cómo las mujeres han seguido cumpliendo en este campo los roles de criaturas que hay que salvar, o que viven subordinadas a los hombres. “En Pokémon, en cambio, tienes un personaje como Agatha que es líder del alto mando, un personaje muy arisco, que no te guarda ningún respeto y controla a unos Pokémon fantasma, terroríficos; un papel que en otros juegos asumirían los hombres. En el alto mando hay cuatro líderes, dos hombres y dos mujeres, y ninguno se parece entre sí, cada uno tiene sus propias frases, su personalidad. Eso dice mucho de la creatividad que desplegó Game Freak en aquel lejano 1996”.

Estas son, naturalmente, solo algunas consideraciones de las muchas plasmadas en el doble trabajo de Hierro (la segunda entrega se publicará en febrero de 2023), pero hay muchas más. Y él mismo reconoce que todavía podría sacarse mucho más partido desde otras perspectivas. En ese sentido, recomienda otras obras como Pokémon, historia y evolución de un fenómeno, de Sergio C. González, por citar una publicada en España. “Sería demasiado pretencioso y arrogante decir que lo he analizado todo, como pretender analizar todo Star Wars o todo Marvel”, confiesa. “Lo que me parece apasionante de todo esto es que siempre se puede sacar algo nuevo. Las distintas miradas sobre algo que nos apasiona hacen que ese algo se enriquezca”.

Evolución paralela

También recomienda Héctor Hierro obras sobre feminismo y videojuegos, como el libro colectivo “¡Protesto! o Identidad gamer, de Daniel Muriel, sin desmerecer a otros muchos”. Que el feminismo haya ido modificando en las últimas décadas la propia dinámica de los videojuegos lo ve como algo natural: “La sociedad evoluciona, y quiero pensar que aprendemos de nuestros defectos. Ahora vemos a una protagonista tridimensional como Ellie, que yo adoro, y que puede ser homosexual, algo impensable hace unos años. Los videojuegos evolucionan al ritmo en que vamos evolucionando como país”.

Ahora, el autor espera que el tono exaltado de las redes se rebaje y los lectores comprueben que su libro no se corresponde a lo que los prejuicios señalan. De él se ha llegado a decir que favorecía al ejército, por destinar los beneficios del libro al Patronato de Huérfanos del Ejército del Aire. “Mi padre era militar de ese ejército, y con mi madre habían colaborado siempre con ese Patronato. Ayudaron a muchas personas que se veían en una situación desastrosa. Cuando ambos murieron, esa ayuda revirtió en mí, me ayudaron a terminar mis estudios. Es algo que no tiene nada que ver con nacionalismos, ni con una idea de España. Y sé que ese dinero no va a parar a nada corrupto, porque conozco a las dos secretarias que lo llevan desde que era un niño. Si sirve para que, no sé, una niña pueda estudiar, es lo mejor que puedo hacer con el resultado de mi trabajo”.