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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Un paseo por Los Toruños y La Algaida: aire puro de la Bahía de Cádiz

Mª Ángeles Robles

Como ocurre con otros ecosistemas propios de la Bahía de Cádiz, en la configuración del parque metropolitano Marisma de los Toruños y Pinar de la Algaida, tal como lo puede disfrutar hoy el paseante que se adentre en alguno de sus senderos, tuvo que ver en gran medida la mano del hombre. En este espacio natural la historia y la actividad económica tradicional se conjugan para dar forma a un espacio que es, además, pulmón verde de una zona intensamente poblada y reducto de una importante biodiversidad.

Los Toruños-La Algaida es el parque metropolitano más grande de Andalucía, con una extensión de algo más de 1.000 hectáreas que comparten los municipios de El Puerto de Santa María y Puerto Real. Situado en el corazón de la Bahía de Cádiz, es una de las zonas de esparcimiento más visitadas de la comarca. Paseantes, excursionistas y deportistas lo hacen suyo, sobre todo durante los fines de semana.

La marisma de los Toruños y el pinar de la Algaida forman parte del Parque Natural Bahía de Cádiz pero, además, este espacio está protegido por figuras internacionales de conservación. En concreto, el parque está catalogado como zona RAMSAR y ZEPA dada la importancia de sus humedales y la gran cantidad y variedad de aves que allí viven y se reproducen.

La red de senderos que hoy han convertido a Los Toruños-La Algaida en una de las zonas de uso público más importantes de Andalucía se inició en 1998. Esta trama de caminos señalizados se completó con una serie de miradores, torres de observación y puentes de madera para salvar los cauces de los diferentes caños que podemos encontrar en nuestro recorrido por la zona. La construcción de mayor envergadura es el puente que cruza el río San Pedro.

El parque cuenta con varias entradas. Si iniciamos la visita desde Puerto Real, encontramos el inicio del sendero principal en el campus universitario, junto al Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía. El paseante se adentra por este lado en el pinar de la Algaida, una zona de especial valor histórico y natural en la que conviven varios ecosistemas como el pinar litoral, la marisma y los pastizales.

La Algaida, junto a la vecina isla del Trocadero, fue un área estratégica durante la Guerra de la Independencia. Con el objetivo de asediar Cádiz, las tropas napoleónicas establecieron su campamento en esta zona, donde construyeron varias baterías, aunque hoy se conservan pocos restos.

También en esta época, el pinar se explotaba como recursos maderero. Tras ser abandonado por los franceses, sufrió un gran incendio que provocó la pérdida de la práctica totalidad de la masa forestal del pinar, que fue repoblado para evitar el avance de la arena. Hoy día, la Algaida se ha convertido en un referente para los vecinos de Puerto Real y ciudades cercanas a este municipio y en un ejemplo de cómo se puede conjugar el respeto al medioambiente con los usos lúdicos y didácticos.

Para el paseante, poner el pie en la Algaida significa adentrarse en un espacio natural único, integrado por una gran variedad de plantas y animales propios del pinar costero, con su rico sotobosque de retamas, lentiscos y olivillas, que se muestra en toda su riqueza. Por eso resulta fácil dejarse llevar y deambular también fuera de algunos de los caminos trazados, o elegir algunas de las rutas alternativas, como la que se presenta a la izquierda, recorridos pocos metros desde la entrada, y que nos lleva a los restos de una antigua siderurgia que podría haberse construido en el siglo XIX en un intento de implantar en la zona una industria auxiliar del cercano astillero de Matagorda.

En los alrededores de la siderurgia se puede admirar un grupo de grandes retamas marinas, que se encuentran ahora en plena floración. Sus diminutas flores blancas perfuman el aire salino. De camino a esta zona, podremos observar también una de las lagunas episódicas que se forman en el parque y en ella, algunas aves que apenas se inquietan ante la presencia del visitante.

Sin continuamos por el camino principal, que comparten paseantes y ciclistas, encontraremos a ambos lados del camino mobiliario de madera diseñado para hacer deporte y algunas mesas que los excursionistas utilizan para descansar o para recuperar fuerzas con algún tentempié.

A mitad de camino, esta vez a la derecha, una pasarela de madera, que salva una zona que se suele inundar con las lluvias, nos lleva por un sendero que termina cerca de la facultad de Ingeniería y de otra de las puertas del parque, la de Las Lagunas. Este sendero permite también una vuelta circular que finaliza en la puerta de acceso al parque desde el campus universitario.

Durante este recorrido, podemos disfrutar de un área de pastizales que se utilizaban como dehesas litorales. Incluso podremos acercarnos a los restos del cortijo de La Vega. En esta antigua actividad ganadera está el origen de los pozos y abrevaderos que se construyeron el parque desde el siglo XV.

Si nos decidimos a no desviarnos del sendero principal, pronto nos encontraremos con una disyuntiva insoslayable porque el camino se abre a derecha e izquierda. Si optamos por el camino de la derecha atravesaremos la salina de Los Desamparados, no sin antes pasar por otra de las lagunas episódicas características del parque.

La salina de Los Desamparados, del siglo XVIII, nos recuerda una de las actividades económicas tradicionales más importantes de la Bahía de Cádiz y la compleja y rica cultura asociada a ella. Desde esta zona se puede disfrutar, además, del peculiar paisaje salinero, con sus láminas de agua, muros de contención y compuertas que la mano del hombre manejaba para que la cosecha de sal diera sus frutos. Este sendero culmina en El Macka, una venta con mucha solera perfecta para comer al aire libre.

Si nuestras deliberaciones al final del sendero por el que paseábamos nos hacen decidirnos por el brazo de la izquierda, el paisaje cambia totalmente. Tras atravesar un último tramo de pinar, nos acercamos a la zona intermareal y tendremos que atravesar el precioso puente de vigas de madera que salva el río San Pedro para poder seguir nuestro camino por la zona de la marisma de Los Toruños.

Volvemos a tener de nuevo dos alternativas: si seguimos al frente, el camino nos llevará hasta el mar, en concreto a la salvaje playa de Levante de El Puerto de Santa María, popularmente conocida como Los Ramones. Otra opción es girar a la derecha hasta el centro de visitantes Casa de los Toruños, ya muy cerca del núcleo urbano portuense de Valdelagrana, donde se realizan casi todos los fines de semanas actividades lúdicas, deportivas y didácticas. Imprescindible llevar agua y protección para la cabeza si se opta por alguno de estos dos últimos recorridos en cualquier época del año porque nos será muy complicado encontrar sombra.