Una localidad oscense acumula tres años sin agua potable y con una macrogranja a la vista

Miguel Barluenga

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La localidad de Lierta ha denunciado que suma ya tres años sin disponer de agua potable y que se proyecta una explotación porcina que puede contribuir a empeorar las condiciones de salubridad de este pequeño núcleo de apenas 40 habitantes perteneciente al municipio de La Sotonera, a pocos kilómetros de Huesca. Sus vecinos se han unido en una asociación que está llamando a nuevas puertas tras encontrarse con la oposición de su ayuntamiento. Se trata del último ejemplo de colectivos que tratan de frenar este tipo de explotaciones intensivas cada vez más predominantes en Aragón.

Según explican estos vecinos, desde 2018 el manantial del que tradicionalmente se abastecen de agua de boca presenta unos niveles de contaminación por nitratos incompatibles con su consumo humano. Desde el Ayuntamiento de La Sotonera, que incorpora varios núcleos de población, se plantearon una serie de obras provisionales que intentaban paliar la situación captando agua directamente del cauce del río Venia, aguas arriba del pueblo. Dada la posibilidad de que ese cauce se secara, o redujera mucho su caudal durante el verano, se mezclaron aguas de ambas procedencias con la intención de rebajar la concentración de nitratos.

“La solución era provisional y a los vecinos nos generaba muchas dudas respecto a su capacidad para que nuestro agua fuera potable de forma permanente. Al mezclar las aguas el control de la concentración de nitratos resulta difícil e imprevisible, lo que, en consecuencia, no garantiza la potabilidad de nuestro agua de boca”, señalan fuentes de esta asociación. Ante estas sospechas realizaron análisis privados que dieron unos niveles de nitratos muy por encima de los permitidos. Tras acudir al Departamento de Sanidad el Ayuntamiento realizó nuevos análisis que han confirmado los temores: se han obtenido 70 mg por litro de nitratos, cuando el máximo permitido es de 50 mg/L.

Además, en mayo se desveló la compra por parte de una empresa dedicada a la ganadería intensiva de porcino de una parcela situada aguas arriba de la localidad sobre el lugar en el que, a día de hoy, se capta la parte potable del agua. “Esta firma ya ha pedido una licencia de actividad al Ayuntamiento sobre la que este ha emitido, incomprensiblemente, un informe urbanístico favorable. No sólo se trata de un problema de la cantidad de agua que una explotación de este tipo consume sino que, además, dichas explotaciones generan una enorme cantidad de purines cuyo vertido acarrearía una contaminación aún mayor de nuestra agua”, lamenta la asociación vecinal.

Esta se pregunta “de dónde obtendrá esa gran explotación de porcino las grandes cantidades de agua que necesita”; o “qué impacto tendrá esta actividad sobre nuestros manantiales y acuíferos ya contaminados”. Al problema del agua, en cuanto a su calidad y cantidad, se añade la complicada accesibilidad a esa futura gran explotación porcina. “Existe la posibilidad de que el tráfico pesado originado para el abastecimiento de pienso, transporte de animales…, dadas las características del proyecto presentado, sea de gran volumen pase por el casco urbano de nuestra localidad; junto a la puerta de nuestras casas y delante del parque infantil en el que juegan nuestros hijos, con los graves riesgos que esto entraña”, lamentan.

El “abandono” y “maltrato” que los vecinos sienten desde hace años “se ha hecho en estos últimos meses insoportable y lacerante”. Añaden que, recientemente, se han instalado varias explotaciones porcinas en las cercanías de la localidad “sin que por sus tamaños y localización nos puedan generar tan graves perjuicios a los vecinos como la nueva explotación proyectada que afectará gravemente a nuestras vidas diarias y al medio ambiente”. Lierta es la última de las localidades que se suman a la ‘cruzada’ contra las macroexplotaciones porcinas.

El pasado mes de enero, un grupo de 30 vecinos de Graus puso en marcha una campaña de recogida de firmas para solicitar al ayuntamiento de la capital de la comarca de la Ribagorza una moratoria de al menos 13 años para la puesta en marcha de nuevas instalaciones o la ampliación de las granjas de porcino ya existentes en el municipio. Se agarraban a unos análisis de aguas que califican de “alarmantes” unas muestras recogidas en varios puntos de la zona de Torres del Obispo, un núcleo de 150 habitantes que pertenece a Graus, y del Valle del Sarrón. Según estas pruebas, en seis de estos puntos, nueve en total, el agua resulta no apta para el consumo humano por superar los niveles máximos de nitratos y de bacterias fecales permitidos.

La plataforma vecinal Hoya Huesca Viva se sumó recientemente a la petición de la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial de una moratoria para la ganadería industrial en España que evitaría la construcción de nuevas explotaciones de ganadería intensiva y la ampliación de las ya existentes hasta evaluar y regular cada una de ellas con una visión de conjunto. Según esta, el sector “genera riesgos para la salud pública y el medio ambiente, hipoteca el presente y el futuro desarrollo del medio rural y no tiene en cuenta el bienestar animal”.