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Felipe Martín: El ‘invento’ de Muñoz (1978-1979)

Partido clasificatorio para la Eurocopa 80 ante Rumanía en Craiova. De arriba a abajo y de izquierda a derecha, España forma con: Arconada, Felipe, Alexanco, Marcelino, San José, Villar (de pie); Dani, Del Bosque, Quini, Asensi y Rubén Cano.

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Santa Cruz de Tenerife —

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Biografía

BiografíaJuan Felipe Martín Martín (1954) nació en La Orotava, se formó como futbolista en el Iberia y el Orotava y debutó en el CD Tenerife con 17 años en Segunda División. Tras dos cursos como blanquiazul, fue traspasado a la UD Las Palmas. No triunfó como delantero, pero tras una cesión al San Andrés (Barcelona), Miguel Muñoz lo convirtió en defensa central y en menos de un año ya era internacional. En el centro de la zaga se quedó en el conjunto amarillo durante una década, para vivir un descenso a Segunda División y el posterior retorno a la élite. Tras abandonar Las Palmas en 1987 jugó dos cursos en la UD Orotava, donde se retiró.

El ‘invento’ de Muñoz

El ‘invento’ de MuñozEn el verano de 1973, la UD Las Palmas volvió a mirar a la vecina isla y fichó a un extremo derecho del CD Tenerife llamado Felipe Martín Martín. El futbolista tenía 19 años y dos campañas de experiencia como blanquiazul en Segunda División, en las que se había consolidado como titular gracias a su velocidad y regate, pese a no tener una excelente relación con el gol. Se trataba, en definitiva, de una joya por pulir. En 13 temporadas en el primer equipo amarillo jugó casi trescientos partidos de Liga, pero no logró marcar un solo tanto. Tras la lectura de estos datos, la primera pregunta que surge es cómo, con esas cifras, logró permanecer tanto tiempo en la UD Las Palmas. Y la segunda interrogante obligada sería saber por qué aparece este sujeto en una relación de futbolistas internacionales.

Para dar respuesta a estas dos cuestiones hay que situarse en el verano de 1977. Miguel Muñoz acaba de hacerse cargo de la UD Las Palmas y busca un defensa central. Quique Wolff se ha marchado al Real Madrid y Paco Castellano ha cumplido los 32 años y ha perdido parte de su velocidad. El técnico prueba con el veterano Trona, que no acaba de convencerle. Entonces se fija en un extremo que acaba de jugar como cedido en Segunda División con el San Andrés de Barcelona. Su temporada no ha sido notable, pero al menos ha podido recuperarse de un largo año de inactividad por culpa de un servicio militar un poco más intenso de lo habitual por culpa de la marcha verde, la pacífica invasión del Sahara Occidental ordenada por el rey de Marruecos, Hassan II.

Para entonces, sus cifras en Primera División con el conjunto amarillo (31 partidos y cero goles en dos temporadas) invitaban al pesimismo. Y su edad, 23 años, ofrecía poco margen de mejora. Pero Muñoz descubre que tras ese extremo que ha perdido el gol se encuentra un soberbio defensa central. Escoltado en las bandas por Martín y Hernández, Felipe formará durante seis temporadas una sólida pareja en el eje de la zaga con Roque Díaz (actual concejal socialista del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria). “Yo tenía la ilusión por el fútbol por los suelos después de estar cedido un año y de haber estado antes otro año sin jugar debido al servicio militar y su coincidencia con la marcha verde, que puso a todos los soldados en estado de alerta”, recuerda Felipe Martín, al que el deporte rey le tenía guardada una agradable sorpresa.

“Jugábamos partidillos de cachondeo en los entrenamientos y a cada uno le daba por jugar en un sitio diferente. Yo lo solía hacer en el centro de la defensa, me vio un par de veces don Miguel y decidió probar conmigo”. A partir de ahí se escribe con letras de oro la trayectoria de Felipe Martín. Nacido el 4 de febrero de 1954 en La Orotava, su vida se vincula al fútbol con diez años, cuando se enrola en las filas del infantil Iberia por recomendación de un amigo. La UD Orotava, entonces en la Primera Regional, la máxima categoría que había en el Archipiélago, le da la oportunidad de jugar en el primer equipo, en el que actuaba con regularidad desde los 15 años. Tres años más tarde, con el CD Tenerife recién ascendido a Segunda División, el técnico García Verdugo le recluta para su proyecto blanquiazul.

Felipe debuta en Liga con el CD Tenerife con sólo 17 años ante el Pontevedra en Pasarón y se consolida en la titularidad con Héctor Núñez en el banquillo. En la campaña 72/73 anota cinco goles y, al terminar el curso, cuatro millones de pesetas de la época convierten a Felipe en jugador amarillo. En el Insular, ya en la máxima categoría, acusa el salto y apenas disputar 31 partidos ligueros en dos años (sólo 17 completos), antes de que se quedara en blanco en la campaña 75/76 por culpa del servicio militar y fuera cedido al San Andrés de Barcelona [en Segunda División] al ejercicio siguiente para tratar de recuperar el ritmo. De vuelta a la UD, ya se ha dicho, su carrera da un giro radical. Es entonces cuando Muñoz lo descubre como líbero y se hace con un puesto de titular indiscutible que nadie le quitaría durante una década.

“Felipe era extremo, pero Miguel Muñoz probó a Trona y también a él como centrales y se quedó con Felipe porque era rapidísimo, tenía facilidad para jugar el balón con los dos pies, sacaba la pelota limpia y la jugaba bien; y, además, estaba muy atento a los cruces al aprovechar para ello la velocidad que tenía como extremo”, cuenta Martín Marrero, compañero suyo en Las Palmas. La otra visión del futbolista, la de extremo-extremo, la ofrece Alberto Molina, compañero suyo durante dos cursos en el Heliodoro. “Jamás en la vida pensé que pudiera jugar como extremo”, señala Molina, quien reconoce que “cuando leía las alineaciones en los periódicos pensaba que se habían equivocado o que era una urgencia momentánea. Pero lo cierto es que se adaptó muy bien al puesto porque era rapidísimo, perfecto para ir al cruce… y como en esa época se jugaba con líbero, pues era muy bueno para sacar el balón controlado”.

Otro histórico del fútbol canario, el delantero José Juan, fue uno de los tutores de Felipe cuando el norteño, aún extremo, llegó al Tenerife. “Yo lo conocí de extremo. Debutó conmigo en el Tenerife la temporada que yo regresé y éramos compañeros de habitación en las concentraciones. Lo recuerdo como un extremo rápido, con muy buen centro, pero con poco gol”, explica el atacante tinerfeño, al que también sorprendió la disposición posterior de Felipe como defensor central: “Miguel Muñoz lo convirtió en uno de los mejores líberos de España y cuando lo veía por televisión no me podía creer que la transformación hubiera sido tan perfecta”. Los asiduos del Insular se acostumbraron pronto a verlo formar pareja con Roquenbauer. Y ya en su primer curso con Muñoz firma un séptimo puesto en la Liga (que entonces no se consideraba un éxito) y un subcampeonato en la Copa del Rey, tras caer (3-1) en la final ante el Barça de Johan Cruyff.

Al inicio del curso ya tuvo el premio de disputar la Copa de la UEFA. Y tres semanas antes de jugar la final de la Copa del Rey llegó la llamada del mítico Ladislao Kubala, por aquel entonces seleccionador nacional absoluto, para formar parte del combinado español. “Era muy difícil poder competir con jugadores de equipos el Madrid, el Athletic, el Barcelona o el Atlético de Madrid, pero cuando me dijeron que tenía que viajar a Madrid para unirme a la selección me invadió una sensación inolvidable, que casi no se puede expresar”, recuerda Felipe. Ya embarcado dentro del sueño, el orotavense no quiso despertar y se convirtió en internacional el 29 de marzo de 1978 en un amistoso entre España y Noruega disputado en El Molinón (Gijón) con victoria final para los locales por 3-0. “Cuando uno es joven la imaginación camina mucho, pero aquello no era imaginario, era real”.

Felipe sólo jugó siete minutos tras suplir a Quini en un cambio que permitió que el ídolo de El Molinón se llevara la ovación de la noche… y que el orotavense entrara en la historia. Pese al debut, el líbero tinerfeño se quedó fuera de la lista para el Mundial de Argentina 78, aquel en el que España no pasó de la primera fase tras igualar (0-0) con Brasil el día del histórico error del bético Julio Cardeñosa. Por delante de Felipe estaban jugadores como Pirri o Migueli, “dos centrales tremendos, con un poderío físico impresionante, por algo a Migueli lo llamaban Tarzán”. Pese a la internacionalidad, de aquel curso Felipe prefiere quedarse con el recuerdo de la final de la Copa del Rey: “Nosotros, en un equipo modesto, jugábamos partidos del siglo todas las semanas, pero aquella final fue impresionante para todos, aunque acabáramos perdiéndola”.

Aquel verano de 1978 estuvo a punto de irse al Sevilla e incluso recibió un ofrecimiento del Real Madrid, pero los dirigentes de la UD no estimaron conveniente su traspaso. Y la campaña siguiente en Las Palmas, que acabó el curso en la sexta plaza, ya disputa como titular todos los partidos de Liga con un nivel sobresaliente en un once de lujo: Carnevali; Gerardo, Felipe, Roque, Hernández; Félix, Brindisi, Jorge; Maciel, Morete y Juani. Y en marzo del 79 vuelve a enfundarse la camiseta del combinado nacional para medirse en un amistoso a la antigua Checoslovaquia, por entonces campeona de Europa. Sustituye a Migueli en la segunda mitad para formar pareja con Alexanco y su rendimiento, pese a perder (1-0), es bueno.

Tres semanas después, Felipe forma como titular en un encuentro oficial clasificatorio para la Eurocopa de 1980. España iguala a dos con Rumanía en Craiova y es entonces cuando Felipe se da cuenta del logro alcanzado. “Estaba ahí, de pie, en el césped, escuchando el himno nacional con la carne de gallina y pensando: esto es Rumanía y yo estoy aquí. Tenía 24 años y en ese minuto y medio me dio tiempo de acordarme de toda la gente que me había ayudado para llegar hasta allí. Toda la familia, los amigos, todos los compañeros, los entrenadores que había tenido desde pequeño… Deportivamente es la sensación más intensa que he podido tener jamás”, admite Felipe, que también se quedaría fuera de la lista para asistir a la Eurocopa de 1980 disputada en Italia, a la que acudieron como centrales Migueli, Alexanco, Olmo y Tendillo.

Felipe no volvería a vestir la roja, pero aún le quedaban muchos encuentros por disputar con una UD Las Palmas que fue perdiendo potencial poco a poco, al tiempo que se abandonaba el cuidado de la cantera. El equipo amarillo pasaba apuros para mantener la categoría temporada tras temporada hasta que el 1 de mayo de 1983 firma el descenso a Segunda División tras caer (1-5) ante el Athletic de Bilbao en el Insular. Eso sí, el jugador tinerfeño, ya veterano por aquel entonces, no se bajó del barco y encabezó un proyecto que en dos temporadas devolvió a la UD a la máxima categoría. Por el camino jugó más de medio centenar de encuentros en la categoría de plata y encontró un nuevo compañero de zaga, también tinerfeño y que, con el tiempo, también sería internacional: Juan Francisco Rodríguez, Juanito.

A Felipe aún le daría tiempo de jugar dos temporadas más con la UD Las Palmas en Primera División, donde llegó a ser dirigido por su excompañero Germán Dévora, y otras dos campañas más con la UD Orotava en el grupo canario de Tercera División. Retirado del fútbol, se estableció en Tenerife.

 

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