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15 de Mayo del 2011: hoy hace una eternidad
Hace diez años, parece que fue ayer y al mismo tiempo que hace una eternidad. Yo estaba en Las Palmas de Gran Canaria de vacaciones con mi familia y mi sobrino Jorge me había dicho que iba a haber una manifestación que saldría de la Plaza de las Ranas.
El día anterior, cumpleaños de mi hija Sofía, caminando por la calle general Vives había visto panfletos pegados en cristales de ventanas llamando a participar en la manifestación. No lo firmaba ningún partido ni organización sindical.
Era mayo del 2011 y en España gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero. Faltaba una semana para las elecciones municipales y autonómicas de trece comunidades españolas, donde eran candidatos entre otros Dolores de Cospedal, Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz Gallardón, Rita Barberá o Francisco Álvarez-Cascos. Los mismos ladridos de siempre con los mismos collares.
España había registrado un decrecimiento continuado desde el ya pasado año 2008 que provocó que, por primera vez en quince años, España entrase en una recesión de la que no pareció salir hasta el segundo trimestre de 2010; brevemente ya que el PIB (Producto interno bruto) volvió a caer a partir del 2011.
El colapso del Banco de los Lehman Brothers en Estados Unidos desencadenó una crisis económica mundial. El pánico de aquel entonces posteriormente casi se olvidó en el país que lo originó gracias a una figura que no acaba de desaparecer del mapa político: el que fue Presidente de los USA, Donald Trump.
La crisis económica mundial conocida como Gran Recesión empezó en el año 2008 en Estados Unidos con la mencionada bancarrota de los Lehman Brothers. Entre los principales factores que se ven como causas de la crisis se encuentran los fallos en la regulación económica, es decir, los especuladores millonarios hacían lo que les venía en gana, la sobrevaloración de productos, crisis alimentaria mundial, la subida del precio del petróleo por la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y la amenaza de una recesión en todo el mundo, así como una crisis crediticia-hipotecaria y de confianza en los mercados.
El comienzo de la crisis mundial supuso para España la explosión de otros problemas: el final de la burbuja inmobiliaria, la crisis bancaria de 2010 y finalmente el aumento del desempleo en España, de lo que surgen movimientos sociales que cuestionan el sistema político bipartidista exigiendo una renovación democrática. Y algunos exigen cambiar el modelo económico y productivo.
La drástica negativa bancaria y cajas de ahorro de dar créditos a familias y pequeños empresarios, algunas políticas de gasto llevadas a cabo por el gobierno central, el elevado déficit público de las administraciones autonómicas y municipales, la corrupción política, el deterioro de la productividad y la competitividad y la alta dependencia del petróleo fueron otros de los problemas que también contribuyeron al agravamiento de la crisis. La crisis se extendió más allá de la economía para afectar a los ámbitos institucionales, políticos y sociales.
La cifra de parados en España en 2011, según la Encuesta de Población Activa del IV Trimestre, fue de 5.273.600 y la tasa de paro se acercó al 23% (22,85%, el doble de la media de la Unión Europea). El número de hogares familiares con todos sus miembros activos arrojados al paro se situaba en 1.575.000 y la tasa de paro juvenil rozaba el 50% (48,6%). El empleo destruido en España desde el inicio de la crisis en 2008 era de 2.669.400 empleos y el porcentaje de trabajadores temporales en España... alcanzaba el 25%, uno de los más elevados de la UE. El número de parados de larga duración ascendía a 2.638.000.
En tal situación aparece el movimiento de los indignados, siguiendo el título ¡Indignaos! del libro de Stephen Hessel, también influenciados por los escritos de José Luis Sampedro y José Saramago. De forma más o menos espontánea, pero provocados por el caldo de cultivo de la crisis se aglutinan diversos colectivos ciudadanos con distintos lemas: “No somos marionetas en manos de políticos y banqueros» o «Democracia real ¡YA! No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”.
Otro elemento importante fue la pasada huelga general en España del 29 de septiembre del 2010 contra la reforma laboral de 2010 promovida por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y aprobada en el Congreso de los Diputados el 9 de septiembre de 2010, y contra la reforma del sistema público de pensiones anunciada por el Gobierno de España.
Y a lo largo del 2011 aparecen diversos grupos con protestas distintas pero confluyentes, así el 7 de abril, la plataforma Juventud Sin Futuro, nacida en el entorno universitario, organizó en Madrid una marcha contra la crisis económica, criticando la “partitocracia encabezada por las inamovibles siglas del PPSOE”.
El 15 de mayo, en más de cincuenta ciudades, la sociedad civil española protestó contra la partitocracia bipolar PPSOE, inspirada en la revuelta en Grecia de 2008 y también en la primavera árabe. La primera manifestación madrileña, organizada por la plataforma Democracia Real Ya, concluyó en la madrugada del 16 de mayo cuando fueron desalojados de la Puerta del Sol los manifestantes que seguían allí congregados, siendo detenidas 19 personas.
Paralelamente en muchas ciudades, más de 50, se manifestaron decenas de miles de personas. En Las Palmas de Gran Canaria también, desde la Plaza de las Ranas hasta la Plaza de la Feria por la principal calle Triana. En la Plaza de la Feria se hizo un espontáneo mitin sin oradores fijos usando el micrófono libre. Yo mismo hice uso de la palabra saludando aquel acontecimiento como algo esperanzador y largamente esperado. También desde la Derecha se valoró el acontecimiento pero negativamente y como ilegal, como se pudo ver en la portada del conservatusto ABC.
Más de un centenar de concentraciones y acampadas se sucedieron en los días siguientes en diversas ciudades de la geografía española. Algunas pueden considerarse como pequeñas ciudades en miniatura, con estructuras de autogobierno, alimentación, sanidad y cultura. Los indignados continuaron su concentración en la Puerta del Sol el 18 de mayo a pesar de oposición de la Junta Electoral de Madrid, que consideró que no existían causas extraordinarias de urgencia para justificar la convocatoria, además de advertir que para ellos «la petición de voto responsable a la que se hace referencia en la solicitud podía afectar a la campaña electoral y a la libertad de los ciudadanos en su derecho a voto». Los diversos grupos convocantes emplearon etiquetas (hashtags) en las redes sociales como #spanishrevolution, #democraciarealya, #nonosvamos, #15M, #notenemosmiedo, o contra la decisión de las juntas electorales.
Las derechas hablaban de un alocado movimiento juvenil, alegando su ilegalidad. Yo y otros muchos participantes que pude ver y saludar en aquellos momentos quizás éramos „alocados“ pero ya con 60 o setenta años no éramos jovenzuelos y sabíamos lo que hacíamos y por qué lo hacíamos aunque no hubiéramos sido los iniciadores de aquel movimiento tan necesario. En el Parque San Telmo de Las Palmas de Gran Canaria también se organizó una acampada y se organizaron algunas charlas de Comunicación No-Violenta que impartí yo a un grupo de los participantes .
Gran parte del movimiento se articuló en nuevas formaciones. De la ruptura de la modorra bipartidista hecha por el 15-M saldrían Podemos y los Comuns, los triunfos de Ada Colau en Barcelona, Manuela Carmena en Madrid y las demás alcaldías del cambio, y la irrupción de la CUP en el panorama catalán.
En Alemania también se organizaron en torno a grupos españoles y alemanes protestas de solidaridad con los detenidos del 15-M y con sus demandas de Democracia Real Ya, concretamente yo participé en Hamburgo con un grupo Humanista apoyándonos en el partido Die Linke, en Los Piratas, en algunos del SPD y los Verdes, así como sindicalistas, logrando organizar la que fue la mayor manifestación de los años 2000 en Hamburgo.
“El 15-M fue el acontecimiento político más importante desde la transición. Nos recordó que no hay democracia sin protesta y, después, varió para siempre el escenario político español”, opina el presidente del grupo de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens. “Si hablamos ahora de regular alquileres o de una reforma fiscal progresiva es porque una mayoría golpeada por la crisis puso sus demandas en la agenda política”, sostiene el portavoz de Podem Catalunya, Lucas Ferro.
Días después del 15-M, tuvieron lugar unas elecciones que cayeron como un ducha de agua fría sobre la esperanzada izquierda pero empujaron a una ciudadanía hastiada ante la gestión de una crisis que había abierto la mayor brecha de desigualdad social de la democracia. El PP de Esperanza Aguirre arrasó en Madrid con una mayoría absoluta, el PSOE cayó en picado moralmente e IU subió ligeramente. Aún no existían en el mapa político ni Unidas Podemos, ni Ciudadanos, ni por supuesto los desgajados Más Madrid, ni Vox.
Tres años después de aquellas elecciones, el recién nacido Podemos lograba cinco escaños en los elecciones europeas. En 2020, seis años después de aquellas europeas, el partido morado logró formar un Gobierno de coalición con el PSOE de un Pedro Sánchez al que la somnolencia que le producían los “sociolistos” Felipe Gonzales, Redondo, Leguina y Alfonso Guerra le hicieron olvidar las inquietas noches posibles debidas a un aliado de gobierno como Pablo Iglesias.
Pero no la Coalición sino la inesperada, aunque anunciada Pandemia, les ha quitado el sueño tanto a Sanchez como a Iglesias al enfrentar la peor pandemia conocida en la historia reciente en el mundo entero. Un Gobierno cuya viral oposición ha sido ejercida precisamente por una Isabel Díaz Ayuso quien, con sus silencios de sirena neoliberal y mensajes de tabernas con más alcohol que los vendidos al turismo de borrachera francés, ha logrado con la ayuda de las radios ultraderechistas desinformadoras una victoria aplastante no sólo sobre la izquierda, sino sobre su jefe de Partido, Pablo Casado.
El espíritu del 15-M no está apagado, aunque sea necesario reavivarlo. Uno de los que salieron de aquellos fuegos primaverales ha dimitido heroicamente para evitar a su formación política los posibles daños que le producen la imagen caricaturizada como monstruoso delincuente, traidor y antipatriota fabricada en los sótanos de oscuros grupúsculos financieros y en las cloacas policiales.
La dimisión de Pablo Iglesias abre necesariamente un periodo de reflexión y autocrítica en UnidasPodemos y han de volcarse en reganar la calle y los votantes, tarea nada fácil pero ineludible. Y después de escuchar a las nuevas lideres Ione Belarra (surgida precisamente del movimiento del 15-M) y Yolanda Díaz, donde hablan de un estilo de dirección coral, feminista y colectivo, se puede esperar la recuperación del terreno perdido y reforzar el que se ha ganado.
La voluntad derechista de ver y hacer ver a los políticos como extraterrestres sobrevolando por encima del conjunto de los mortales hace que mucha gente diga : Todos los políticos son iguales. Eso es todo lo contrario del pensar y actuar de los que quieren lo mejor para el pueblo y no defienden los privilegios de y para las élites aristocráticas y financieras.
La participación, ha dicho Ione Belarra, para ganar en las próximas elecciones; es la condición ha dicho la candidata a sustituir a Iglesias, pero ¿qué se entiende por “participación”? ¿solo estar inscrito, solo asistir a las reuniones de Podemos, pero no ir al trabajo de base, de calle, al patear los centros donde está la gente, etc? Para mí eso sería una participación raquítica y sin aliento puramente superficial. Hay que despertar a los afiliados de base a la acción y no a esperar las ordenes de arriba. La participación es la condición, ha dicho Ione Belarra y Yolanda Díaz ha arengado a la dirección y a todo el equipo parlamentario de Unidas Podemos a ocuparse de los temas que cambian la vida de los ciudadanos aunque los poderes mediáticos no los saquen en grandes titulares o ni siquiera los mencionen. Quieren ser la primera fuerza del bloque progresista.
Parece, pues, que están en el buen camino. En este décimo aniversario del 15-M que acaba de pasar esperemos que, por el bien del país y de la izquierda, por el bien de sus votantes y por el de las mayorías sociales que no les votaron, esperemos, repito, que así sea.
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