Por mi parte, confieso que llevo la tira de años de abstención electoral. No por desinterés sino debido no tanto a lo que llevo visto, que también, como al escaso valor de mi voto en el actual sistema electoral que tira a la basura los de miles de canarios; y tras constatar que los pactos poselectorales no respetan siquiera al sentido global de los resultados y se atienen a componendas de partidos. Recuerden, si no, el caso de los padrones herreños. Pero hay otros. Por ejemplo, existe la posibilidad de que el PP retroceda en Gran Canaria y Soria sea mediante pacto con ATI-CC vicepresidente de Canarias. Fui abstencionista hasta las últimas elecciones en que acudí a las urnas a votar en blanco. Y lo digo no porque sea significativo más allá de lo estrictamente personal sino porque sé que son muchos quienes hacen lo mismo por razones parecidas y me pregunto ahora, como se preguntarán ellos, si es la actitud adecuada ante las elecciones del 27-M. Si es mejor dejar que las cosas sigan como van o intentar cambiarlas ya en las urnas. La abstención interesa a ATI-CC y al PP. Sus votos fidelizados los revalorizaría la abstención. Ésta perjudicaría sobre todo al PSC que en cada campaña ha de procurar movilizar a los abstencionistas del centro izquierda y de la izquierda para que les presten sus votos. El llamado voto útil que con demasiada frecuencia resultó por último no serlo tanto. En cualquier caso, lo cierto es que en el ambiente se respiran deseos de cambio. Pero si está claro que el cambio querido es el de los modos de gobernar de ATI-CC (y del PP en Gran Canaria), no lo está tanto que sean los psocialistas capaces de operar ese cambio. Visto lo que hay, es lógico que muchos miren hacia ellos porque llevan tiempo sin comerse un rosco, lo que los deja en un estado de relativa pureza. Hay, desde luego, diferencias entre unos y otros, pero la cuestión es si las perciben los electores o si éstos no ven más allá del mero cambio de caras. En la situación a que hemos llegado, las elecciones del 27-M son tan importantes que no parece que abstenerse sea una buena cosa. Digo yo.