Espacio de opinión de Canarias Ahora
Alicatado libre ante la crisis
La traducción isleña de “situación difícil”, vulgo crisis, es particular pues el patio canario se moja más que los demás incluso sin llover. Dice el Consejo Económico y Social (CES) que los canarios somos más pobres que la media española. Dice más, pero, de momento, me quedo con eso; a lo que añadiré lo que ya sabíamos: nuestros salarios están entre los más bajos del país. Cosa que olvidan los empresarios al proponer como medida contra la crisis abaratar los despidos y amenazan con poner en la calle cantidad de gente.
Dios me libre de pensar mal. Pero, si no me libra, aun convencido de que hay empresas con dificultades reales, diría que tampoco faltan quienes quieren aprovechar el jasío. Menos salario o a la calle; o simplemente a la calle. Nada nuevo bajo el sol, que para eso están las crisis.
Sí es relativamente nuevo, en cambio, lo dicho por la CEOE tinerfeña. Tras afirmar la obviedad de que sin productividad Canarias no crecerá, añadió lo que vienen diciendo de toda la vida los legos con sentido común, que haberlos, háylos: no se han aprovechado las vacas gordas para potenciar los sectores más productivos, diversificándolos. Lejos de eso, la CEOE indica que el Gobierno recurrió a una abusiva regulación que, además de reducir el crecimiento económico, ahuyentó a la inversión extranjera.
Como uno va a la pata llana, he traducido a romance esta afirmación de los empresarios tinerfeños. O sea: quieren decir que fue el afán de las administraciones por sacarle lasca al negocio inmobiliario y a la especulación burbujeante la causa de una selvatización normativa y reguladora que ha facilitado las cosas a los listillos metecucharas. La complejidad y confusión de tanta norma cruzada y vuelta a cruzar ha provocado las revolturas que, como las del río del refrán, dan ganancia a los pescadores. Mientras más liada esté la cosa, más oportunidades para el político o el asesor amigo al equis por ciento.
Por supuesto que eso ahuyenta a los inversores extranjeros. Ni que fueran bobos. Y no les cuento de las carreras de los que consiguieron un nivel suficiente de español para entender a la primera y sin intérprete el ¿y yo cómo quedo? de uso tan frecuente.
Hasta ahí iba bien la CEOE que, acabó, mecachis, asomando la patita. Porque tras el alegato dejó ver que se quejaba, sobre todo, de los obstáculos al libre y pleno alicatado de las costas, los barrancos y las laderas que quedan. La cabra siempre tira al monte. Urbanizado, claro.
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