Para empezar, en esas comunidades cualquiera de los pactos permite la gobernabilidad; en las islas, la gobernabilidad no la asegura nadie. No lo hace el CC-PP y tampoco el CC-PSC. Allá no interfiere pleito alguno; aquí ni siquiera cabe anticipar elecciones y sí apechugar con el Gobierno, por dañino que sea hasta el final. Unas elecciones anticipadas que, encima, no servirían de mucho con la actual ley electoral que excluye a miles de votantes. Veremos que da de sí la reforma estatutaria, por más que el fondo del problema, la inadecuación del modelo autonómico a la realidad física y política, seguirá sin abordarse.En este contexto, el Gobierno CC-PP carece de autoridad moral y política en Gran Canaria, que descalabró gravemente a sus dos miembros. Por eso ya hay voces áticas que atribuyen los problemas que habrá a la perfidia canariona. El esparadrapo antes de la herida. Sin analizar, para qué, el sentido de su voto ni considerar su peso demográfico. Todo pura maldad grancanaria. No extraña que rompieran con el PSC no por discrepancias programáticas sino porque López Aguilar es un antipático que llama a la honradez política, además de ser canarión; o “godo canario” que tanto monta. No disimulan siquiera que quieren ese pacto porque el poder, por precario que sea, les dará mayor comodidad en el manejo de los trances judiciales pendientes. Eso une a CC y PP.También el CC-PSC hubiera sido precario. Antes de las elecciones dije preferir que López Aguilar no fuera presidente. Vuelvo a explicarlo: el PSC ha sido incapaz de generar una alternativa, así que, de entrar a gobernar con CC, se arruinaría la nueva posibilidad de construirla. Sin un partido coherente detrás, con las fuerzas vivas de Santa Cruz en contra por delante y el difumine a ojos del electorado de su “regeneracionismo” al verle del brazo de ATI-CC, mal lo iba a tener el ex ministro con un socio por otro lado desleal.Conste que hablo de la alternativa PSC no por fe sino porque nos obligan a optar entre los tres grandes partidos.