Espacio de opinión de Canarias Ahora
Año nuevo, vieja ETA
El fin del alto el fuego permanente es, sin duda, un paso atrás. Un revés, no sólo para el presidente Rodríguez Zapatero, que tuvo la valentía de afrontar este difícil proceso de paz, sino para el conjunto de ciudadanos y ciudadanas, puesto que la gran mayoría deseábamos verlo llegar a buen puerto. Pero nadie en su sano juicio podía pensar que iba a ser sencillo. La experiencia de procesos con los que hay algunas similitudes, como el irlandés, confirma que se producen avances y retrocesos, y que el fin de la violencia es un camino largo y doloroso.Se pueden ahora plantear las más diversas consideraciones sobre cómo han ido las cosas en el último año. Y destacar el nulo apoyo, cuando no abierto boicot, del PP al proceso, cosa que no se dio, afortunadamente, en Irlanda, donde hubo unanimidad entre conservadores y laboristas. O, también, la ausencia de gestos (como el acercamiento de presos, tal y como hizo el PP en su momento) que fueran percibidos por el mundo abertzale como una tendida de mano. Así como la enorme distancia que hay entre Arnaldo Otegi y Gerry Adams, incapaz el primero de imponer la política y evitar que la banda siga marcando los tiempos; su intervención en los medios de comunicación tras el atentado fue absolutamente patética.Pero por encima de todo eso, que en mi opinión es real, hay una única responsable de lo ocurrido el sábado en la Terminal 4 de Barajas y de la suspensión temporal del proceso de paz: ETA y su empeño de imponer el terror, de defender sus ideas desde la extorsión y el crimen, de forma tan inmoral como antidemocrática.Hablo de suspensión temporal, porque estoy convencido de que éste u otro Gobierno, ojala más temprano que tarde, volverá a abrir un proceso de paz para tratar de acabar definitivamente con la violencia etarra y sentar las bases de una convivencia armónica y duradera en Euskadi y en el conjunto de España. Es la obligación de quien dirija los destinos del Estado, por más que un grupo de voces fanatizadas se niegue a cualquier negociación y piense que basta con la acción policial y judicial. Cosa, por cierto, que no hacían cuando quien negociaba era Aznar y sus asesores áulicos. Increíbles y curiosas diferencias.Desde el dolor por lo ocurrido el sábado y el sentimiento de frustración por el alejamiento de ese objetivo irrenunciable de alcanzar la paz, no puedo obviar mi absoluto asombro por la actitud de Nacho González y su descentrado CCN, quienes yendo mucho más allá que el propio PP dedicó en sus declaraciones más esfuerzos a solicitar la dimisión de Zapatero que a solidarizarse con las víctimas o criticar la barbarie de ETA. Fueron los únicos destacados por su falta de mesura, irresponsabilidad, demagogia y barato oportunismo, en un tono que aplaudiría hasta la derecha más extrema y descerebrada. Y es que lo que natura non da, Salamanca (ni el dinero) non presta.
Enrique Bethencourt
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