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Arenys de Munt, el derecho a decidir en paz por Rubens Ascanio Gómez

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.El pasado día trece de septiembre veía la televisión con gran atención y sana envidia, no por ningún concurso o asunto del corazón que con demasiada frecuencia visita la caja tonta -más bien al contrario- esos sentimientos los despertó en mí la votación popular en el municipio Catalán de Arenys de Munt (Cataluña).

La verdad que no puedo dejar de tener sana envidia de un pueblo que sale a la calle y convierte una consulta popular, hecha al margen de las instituciones, en una fiesta. Sin duda es toda una gran fiesta de libertad y alegría que un pueblo que se organice para pedir algo tan básico como el derecho a decidir pacíficamente sobre su futuro.

Por supuesto que la misma noche del referéndum y los días posteriores cualquiera habrá podido escuchar a múltiples comentaristas de todo pelaje lanzar espuma por la boca o por sus teclados al tratar de la cuestión. No han tardado en salir voces desde el españolismo más ultra para pedir a la justicia que impida cualquier otro nuevo intento de consultas populares, que en algún caso ya están anunciadas. Este tipo de reacciones me parecen bastante expresivas y clarificadoras de los parámetros mentales que tienen la mayoría de los creadores de opinión del Estado Español. Sin que nadie se los pida han decidido convertirse en defensores a ultranza de la “sacrosanta constitución” que parece ser la única cosa válida que se ha votado en época contemporánea.

Así como la constitución de 1812 es conocida popularmente como “la Pepa” la de 1978 se podría denominar como “la intocable”. Ese referéndum la verdad que no lo recuerdo -tenía apenas dos años por entonces- pero a poco que estudiemos el contexto político de la época nos daremos cuenta que se hizo con la clara amenaza golpista de los militares y por ello saltándose las normas de convivencia internacionales que reconocen el derecho a la libre determinación de los pueblos , ya que entre otras artículos establece “la indisoluble unidad de la Nación española”. Basta con mirar la historia contemporánea de España para conocer lo mal que ese Estado resuelve sus “problemas” nacionales o coloniales, ya que parece sólo conocer dos métodos, el de la guerra o el de la entrega de sus “posesiones” a otros Estados ( recordemos lo sucedido con Puerto Rico, Guam, Filipinas, Protectorado Español del Rif, Sáhara...).

Personalmente me parece de lo más saludable y necesario para la democracia que a la gente se le consulte y se le pregunte sobre el futuro que desean, sea cual sea este. Lo tengo tan claro que incluso no me asusta la respuesta que me puedan dar, aunque esta sea la más opuesta a mi visión posible. La verdad es que siempre he tenido una enorme fe en el valor pedagógico de la política, sólo gracias a ese trabajo es como podremos acercarnos o alejarnos de nuestros respectivos pueblos y reflejar sus aspiraciones.

Tuve la sensación, viendo las imágenes de miles de vecinos y vecinas en las calles, en un ambiente festivo y reivindicativo, que lo del día 13 de septiembre ha entrado, lo quieran o no, a formar parte de la historia catalana. Ahora Cataluña, elija lo que elija en un futuro, sabe que la inmensa mayoría de los que votaron en Arenys de Munt apuestan por la independencia, todo un mensaje claro y pacífico de libertad exclamado por un pequeño gran pueblo.

El derecho que se tomaron a duras penas los habitantes de esta localidad catalana es el mismo que tanto costó establecer después de todas las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial y la aparición de la ONU. La idea de que los pueblos tienen el derecho a decidir sobre su destino aparece con renovadas fuerzas en ese momento, aunque ya era bien conocido este principio internacional con anterioridad. A partir de esa declaración surgen gran parte de los Estados que existen hoy en día en el planeta, más pobres o más ricos pero que por aquel entonces formaban parte de los distintos imperios coloniales europeos.

El derecho a la libre determinación de los pueblos es sin duda un asunto polémico y conflictivo que genera enconados debates. Muchos estados prefieren ignorar el asunto en sus propias legislaciones o como en el caso español situarlo en la ilegalidad y bajo la constante amenaza de las Fuerzas Armadas en su deber de mantener la “unidad de España”. Por fortuna otros países han ejercido y desarrollado sin grandes problemas y en absoluta normalidad este derecho.

Canadá con Quebec y los EE.UU. con Puerto Rico lo han ejercido en varias ocasiones con una normalidad que visto desde Canarias puede resultar hasta envidiable. Al fin y al cabo este derecho fundamental de los pueblos se basa en algo tan sencillo, lógico y básico como poder decidir sobre el futuro político de una misma comunidad unida por lazos históricos, geográficos y culturales.

Se que algunos dirán que en el caso de Canarias ya nos autodeterminamos con cada elección que tenemos. A ellos les pregunto ¿qué miedo hay a preguntarnos directamente? ¿Se acordarán, tal vez, de lo mal que les salió el referéndum de la OTAN donde en Canarias ganó el no?... yo estoy convencido de que no hay nada de malo en preguntarnos directamente sobre cual queremos que sea nuestro futuro político, aún sabiendo que la probable respuesta no se ajuste a lo que yo u otras personas defendemos.

Curiosamente en este País isleño que tenemos las voces de nacional-insularismo con la fe ciega de los recién “convertidos” lanza desde sus altavoces mediáticos alegatos en contra de que se consulte de cualquier manera a nuestro pueblo, no quieren ni oír la palabra referéndum. Hablan de soberanía para Canarias igual que lo hacían los monarcas absolutistas de la Ilustración en su todo para el pueblo pero sin el pueblo. Estos conversos al soberanismo exigen a la ONU que nos descolonice el año que viene y punto, importa bien poco lo que pensemos los canaritos y canaritas de a pie. Yo, a lo mejor más idealista e ingenuo, sigo creyendo en la necesidad de que la pedagogía de la que antes hablaba se ponga en marcha para que al igual que en Arenys de Munt más pronto que tarde nos ganemos el derecho a ser consultados, para entrar definitivamente en una nueva etapa de madurez como pueblo, de adultez política- si se puede decir así- que nos permita elegir el camino a seguir y los cauces por los que queremos avanzar. Que gran lección nos ha dado este pueblecito catalán y cuanto trabajo tenemos aún por delante en estas peñas.

*Miembro de Alternativa Sí se puede por Tenerife

Rubens Ascanio Gómez*

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