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Espacio de opinión de Canarias Ahora

Sé que no fue ayer

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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Tras ocho años, gran parte de mi esfuerzo ha estado centrado en escribir sobre temas culturales, especialmente relacionados con el séptimo arte, llegando a utilizar el argumento de determinadas películas para abordar otro tipo de cuestiones. Y que, por mucho que algunos se empeñen, el cine SÍ tiene que ver con la realidad de nuestro tiempo.

Lo cierto es que mis ocho años como columnista coinciden en el tiempo con la publicación de mi artículo número novecientos ?una cantidad que conozco por necesidades profesionales, no porque me encante contar los artículos que escribo. Admito que hace veinte años sí que lo hacía, pero ahora estoy empeñado en otras cosas, como lograr ser mejor profesional. Las cifras terminan por no significar nada, si no hay un verdadero trabajo detrás de ellas. De ahí que, a la hora de escribir estas líneas -la cuales sirven de presentación a una columna ya publicada- me decidiera por escoger una columna de la cual me siento orgulloso, no solamente por el tema, una magnífica película de género, sino porque el trabajo se desarrolló en un escenario por el que siento una especial querencia, el Festival de Cine Sitges. Para esta columna a la que me refiero conté con la inestimable ayuda del director gran canario, Elio Quiroga, quien me respondió a todas las cuestiones que le formulé en aquella ocasión.

Ahora, y aprovechando el merecido homenaje que el realizador ha recibido dentro del programa de actividades de Sobresaltos, rescato mis impresiones sobre su película La Hora Fría, cinta que tendría que haber sido mejor reconocida cuando ésta llegó a las pantallas de nuestro país.

La columna refleja lo que he tratado de lograr cada vez que me he sentado a escribir un texto dedicado a un determinado titulo cinematográfico; es decir, conseguir que quien lo lea acuda a una sala de cine a ver la película y disfrutar con ella. Si tal y como comentaba el realizador Barry Levinson tras estrenar su película Good Morning Vietnam lo he logrado tan solo en una ocasión, todo el trabajo habrá merecido la pena, sobre todo porque el cine que más me gusta es el cine de género y eso complica mucho las cosas.

'La hora fría'

Resulta cuanto menos curioso que, en un país tan poco amante del género fantástico como lo es el nuestro, podamos encontrar muy buenos directores cinematográficos del mencionado género. Y, si encima, nos remitimos a la comunidad canaria -lugar más propenso a otros géneros, tales como “la novela negra” o “el realismo mágico” sudamericano- el detalle se convierte en asombro.

Sin embargo, la historia la escriben los vencedores y éste muy bien pudiera ser el caso de realizadores como Juan Carlos Fresnadillo y Elio Quiroga.

El primero saltó a la palestra con el corto Esposados, nominado al Oscar en su categoría. Después dirigió su primer largo, Intacto, una historia con claros tintes fantásticos donde la suerte, como una entidad que define el futuro de las personas, ejercía de hilo conductor de la trama. Su debut en la gran pantalla le hizo merecedor de un premio Goya en la categoría de mejor director novel.

Un año después, Fresnadillo filmaría Psicotaxi, corto con el que formó pareja con el multidisciplinar Alejandro Jodorowsky.

Tras la experiencia, al joven director le encomendaron la tarea de rodar 28 Weeks Later, secuela de 28 Days Later, película que fue dirigida por el británico Danny Boyle.

La historia, también del género fantástico, nos sitúa en un mundo devastado tras los efectos de un mortífero virus y con unos supervivientes que han olvidado su pátina de civilización para tratar de sobrevivir ante tal situación.

Fresnadillo, en su doble papel de director y guionista de la cinta, tuvo que hacer frente al reto de continuar donde lo dejó Boyle y desarrollar la que ha sido considerada como una de las mejores historias fantásticas producidas en Europa en los últimos años. Tras ver la película, la cual destaca por estar contada con un ritmo frenético, pero que en nada dificulta la comprensión de la historia, queda claro que Juan Carlos Fresnadillo no es de los que se encoge ante un reto como lo era, sobre el papel, dirigir 28 Weeks later.

El año próximo, 2011, está previsto el estreno de Intruders, película protagonizada, entre otros por Clive Owens y, dos años después, está previsto Bioshock, película que se encuentra en proceso de pre-producción. Veremos con qué nos sorprende el enorme talento del director tinerfeño.

El caso de Elio Quiroga también responde a las premisas antes formuladas, aunque, en el caso del realizador y guionista gran canario, su trabajo abarque otras facetas de la creación. Por ello, no es de extrañar que, junto con realizaciones filmadas con personajes reales, Quiroga se atreviera con la animación en su premiado corto Home Delivery, basado en un cuento de Stephen King. A su vez, también ha sido responsable de dos cortos documentales, El último Minutero y Uwe Grumann, Pintor, siendo el primero nominado al Goya al mejor corto.

Mi intención es detenerme en la faceta como realizador de películas de género, sobre todo tras ver su última propuesta, La hora fría, en la pasada edición del festival de Sitges. La mencionada localidad catalana fue el escenario escogido para la presentación de su primer largo, Fotos, en 1.997. La cinta, con un marcado carácter onírico, recibió un premio especial del jurado del festival, además del entusiasmado aplauso del realizador Quentin Tarantino. A su vez, la película fue nominada a los Méliès de Plata, los cuales reconocen la valía de las nuevas producciones del género fantástico realizadas en el viejo continente.

No es extraño, por lo tanto, que Quiroga escogiera la edición del año 2006 para presentar su nueva película de género, La hora fría.

Empezaré diciendo que la narración, también escrita por Quiroga, parte de una premisa muy habitual dentro del género. La hora fría es heredera de los cuentos góticos de terror con “una casa encantada” y planteada desde la sugerencia. Partiendo de dicha base conoceremos a los personajes, todos encerrados en un asfixiante escenario, un viejo caserón que los limita cual animales enjaulados a causa de un conflicto militar que acabó con la vida en el planeta tal y como la conocemos.

La verdad es que dicho razonamiento lo debe sacar el espectador, dado que, salvo Judas, el veterano del grupo ?magníficamente interpretado por el actor Pepo Oliva- nadie habla de lo que en realidad sucedió. En total conviven siete adultos -aunque Judas vive aislado del grupo- y dos niños, tratando de desarrollar una vida lo más normal posible.

El problema es que ni el ambiente ni lo que los rodea ayuda a lograrlo. Por un lado están los Extraños, seres que recuerdan a los zombis clásicos ?tantas veces mostrados por el maestro Romero-los cuales acosan la casa, tratando de entrar. Y por otro se encuentran los Invisibles, seres que traen consigo lo que se conoce como La hora fría, momento en el que la temperatura baja muy por debajo de cero.

Tampoco nadie sabe de dónde vienen estos gélidos seres y la razón de su existencia. Sólo el viejo Judas cree que hay una relación entre los seres que amenazan a la comunidad y la última contienda.

Con un decorado tan grotesco, es normal que los personajes terminen por dejarse llevar por su egoísmo y se olviden de defender el precario equilibrio en el que viven sumidos. Al final, sus decisiones les llevarán a enfrentarse con la búsqueda de una verdad que les dejará tan sorprendidos como a todos los espectadores que asistimos a la proyección de la película en el festival de Sitges.

La hora fría es una obra de cámara. Un pequeño ejercicio de estilo que mantiene a un grupo de personajes en un espacio cerrado del que no pueden salir a causa de una incierta amenaza exterior. Como director me planteé la película como un profundo trabajo de atmósferas y de diseño, pero también como una historia de fantasmas y de terrores inexplicables, sin olvidarme del marcado carácter psicológico que empapa toda la narración.

Quiroga demuestra su capacidad para la dirección de actores sobre todo en el caso particular de los niños, auténticos motores de toda la narración. Los jóvenes actores Omar Muñoz, quien ejerce de particular cronista de la narración, siempre con su cámara de video a cuesta; Nadia de Santiago y Marco González, junto con el mencionado Pepo Oliva, se sitúan por delante de nombres muy conocidos, tales como Silke o Carola Manzanares.

No quiero decir que el resto del reparto no esté correcto, lo está y eso siempre es de agradecer. Lo que ocurre es que se echa de menos en los actores más veteranos ?a excepción de Oliva- una mayor implicación con el trasfondo fantástico de la historia, algo que los niños y el bueno de Judas sí logran mientras están en pantalla.

Mención aparte merecen los efectos especiales que jalonan la narración, sencillos, aunque sólo en apariencia, pero muy resolutivos. El trabajo de sus responsables demuestra que, poco a poco, se han logrado hacer unos efectos especiales a la altura de las necesidades de las producciones del género fantástico en nuestras fronteras, sin necesidad de tener que salir de ellas.

No obstante, el acierto de Quiroga es guardarnos la mayor sorpresa para el final, la cual termina por sorprenderte tanto o más que a los supervivientes finales de la aventura.

Ahora sólo queda que la película llegue a las pantallas, como ya ocurriera con Fotos y que, tal y como el mismo Quiroga me comentó durante su estancia en Sitges, el próximo festival Internacional de Cine de Las Palmas, la reciba tal y como se merece.

Les aseguro que propuestas como éstas se han ganado un momento de su tiempo para asistir al cine y, si así lo consideran, su reconocimiento una vez vistas.

El mío ya lo tiene, tras disfrutarla en la gran pantalla del auditorio del Hotel Meliá de Sitges, sede central de festival.

Epílogo: Un año después de su presentación en Sitges, La Hora Fría se consiguió estrenar en las pantallas, tras un largo periplo, lleno de vicisitudes. Como suele ser habitual en este tipo de propuestas, la película pasó desapercibida, merced a una limitada campaña de promoción y a la enorme ceguera que ataca a los espectadores españoles, desde el albor de los tiempos, cuando se trata de películas de género.

Posteriormente, la película fue comercializada en DVD por DeAPlaneta, lo que permitió que la cinta se convirtiera en un título de culto para todos aquellos capaces de perder su tiempo con propuestas tan interesantes como ésta. Parafraseando a Guillermo del Toro, si La hora Fría la hubiera dirigido cualquier realizador anglosajón especializado en cine de género, ¿se imaginan la reacción de muchos que la ignoraron por ser una película realizada en nuestra fronteras?... Seguro que SÍ son capaces de imaginárselo.

Eduardo Serradilla Sanchis

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