Espacio de opinión de Canarias Ahora
La quema de madera y la soberanía energética
Hará más de veinte años que la Unelco de entonces pretendió promover en La Isleta una central de producción eléctrica quemando carbón. Se argumentaba que la descarga del combustible se podía hacer justo a las puertas de la instalación, lo que abarataba un montón sus costes y sus necesidades operativas.
Como recordarán los que puedan hacerlo, la inicial sorpresa y asombro desembocó con rapidez en el rechazo más contundente. De forma que, una vez superado y arrinconado el exabrupto, la sociedad de entonces desarrolló toneladas de cachondeo carbonario. Al punto que más nunca se volvió a hablar del asunto.
¿Más nunca?
Y es que, ahora, exactamente en el mismo emplazamiento, se pretende montar una planta de biomasa para producir energía eléctrica quemando madera que se supone de procedencia africana. Otra vez la facilidad del suministro a pie de instalación justifica su localización “privilegiada”.
Y la argumentación que se aporta es que no se trata de quemar combustibles fósiles, sino que se trata de montar una instalación de Energías Renovables. Una vez más, se pretende que cambiando el nombre de las cosas pueda cambiarse la realidad de las mismas. Sin más.
Con el convencimiento que, si se trata de instalar energías renovables, cualquier discusión desaparece, porque se está asumiendo el paradigma medioambiental unánimemente aceptado. [No entro aquí en el espinoso tema si la biomasa puede considerarse o no renovable]
Sin embargo hay un par de cuestiones que tienen que ver, en cualquier caso, cuando se discute de las Renovables. En primer lugar hay que recordar que no todas las renovables son limpias y no contaminantes. Sí lo son los casos de la luz, del sol, del viento, del mar, de las diferencias térmicas…. Se trata de aprovechamientos en los que a las fuerzas de la naturaleza se las hace “transitar” por un determinado sitio por decirlo así y, una vez aprovechadas, se las vuelve a dejar ir tan limpitas y flamantes como cuando entraron.
Pero, como todo el mundo sabe, éste no es el caso de la quema de madera. En este caso el combustible no se usa y luego se devuelve tal cual. Hay que quemarlo. Y de ahí provienen los impactos severos que indica el Informe de Sanidad en nuestro caso. Se trata de una fuente de energía sucia y contaminante cuyo rechazo no requiere más argumentación.
En segundo lugar, existe otro elemento a mi juicio igualmente relevante. Se trata de la correlación entre las distintas fuentes de energía y la estrategia encaminada a avanzar hacia la Soberanía Energética. Y es que, para alcanzarla, hay que conquistar necesariamente la independencia energética. Y en Canarias (afortunadamente y al menos desde las tomas de posición pública de los principales agentes sociales y políticos), todos estamos convencidos que ese es el camino. Una hoja de ruta, como se dice, que hay transitarla con eficiencia, justicia, visión estructural, participación y rapidez.
Y podemos compartir esa estrategia porque contamos con fastuosos recursos energéticos limpios. Que son nuestros. Que están aquí. Y que cuando los utilizamos los devolvemos a nuestro medio ambiente en el mismo estado “de revista”.
Entonces y si contamos con enormes y suficientes recursos propios de energías limpias y renovables ¿qué hacemos importando otros recursos energéticos (además sucios) que nos amarran a la dependencia energética del exterior? ¿Qué sentido tiene importar recursos ajenos y dejar de utilizar los propios, más limpios y baratos?
Se trata de una contradicción. Y es que esa propuesta solo puede plantearse por quien no defiende la estrategia hacia la Soberanía Energética ni los intereses generales canarios. Se trata de otros intereses. No digo que ilegítimos aquí y ahora, ¡bonito fuera!
Pero, al final, se trata de propuestas que, además de machacarnos con impactos sanitarios severos, pretenden mantenernos encerrados en la dependencia energética.
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