Espacio de opinión de Canarias Ahora
Sin brazo y sin derechos
Los hechos sucedieron en Valencia el pasado 28 de mayo. Cuando Franns entró en el servicio de Urgencias sin su brazo izquierdo tenía el miedo en el cuerpo. Por eso dio una extraña versión a los enfermeros. El personal sanitario se dio cuenta de las contradicciones y llamó a la guardia civil. El joven boliviano, de 33 años, terminó contando toda la verdad a los agentes, que se acercaron a la panadería y comprobaron que habían borrado todas las huellas de sangre, y pudieron encontrar el brazo de Franns en un contendor de basura.
Franns Riller llevaba un año y medio trabajando en la panadería valenciana, por eso cuando atiende a los periodistas cuenta que “no me imaginaba que mi jefe me iba a tratar así”. Vino de Bolivia y está sin papeles. Según el sindicato Comisiones Obreras el joven latinoamericano cobraba 690 euros al mes por trabajar entre 10 y 12 horas, el empresario no cotizaba a la seguridad social. El sindicato dice que en la panadería hay otros extranjeros en la misma situación, aunque el empresario dice que les paga 1000 euros.
Da igual que fueran 700 o que fueran 1000 euros, el caso es que un trabajador ha estado casi dos años en una empresa sin contrato, sin seguridad social, sin derechos, y ahora sin brazo. Franns perdió el brazo dos años después de haber perdido sus derechos, de haber sido tratado como aquellos trabajadores que morían de cansancio en los primeros años de la Revolución Industrial en la Inglaterra del siglo XVIII o en la Bolivia del siglo XXI. Franns se marchó de su país pensado que en la “Terra mítica” de Zaplana y Camps podía trabajar en las condicionesdel siglo XXI, pero las condicones laborales en panadería valenciana eran similares a las que se viven en muchos rincones de su Bolivia natal.
El caso de Franns Riller no es una excepción. La explotación de trabajadores inmigrantes se produce en la Valencia donde el presidente Francisco Camps “quiere un huevo” al empresario Bigotes que hace regalos estupendos a su señora, y en la Canarias en la que un inmigrante es un ser privilegiado si es dueño de un complejo turístico de lujo e invita a un gobernante a un concierto en su avión privado, pero es un peligroso invasor si llega a las islas después de jugarse la vida en un viaje en cayuco. Faltan inspectores de trabajo que certifiquen lo que todo el mundo sabe, faltan leyes contundentes que sirvan para que no sea rentable explotar a un trabajador durante dos años porque si te descubren la multa que tienes que pagar es inferior al dinero que te has ahorrado. Falta voluntad política y sobran explotadores sin escrúpulos y gobernantes que hacen la vista gorda. El problema es que muchos ven como verdugos a los explotados. Por eso la ultraderecha gana escaños en el Parlamento europeo.
Juan GarcÃa Luján
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