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El caso Bytchkov y la pesca ilegal en Las Palmas por Octavio Hernández*

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Sánchez-Simón negó la mayor e incluso agitó la posibilidad de querellarse, aunque en los últimos años ha quedado probado por denuncias de Greenpeace, Oceana y la propia Comisión Europea, que la piratería pesquera emplea con bastante asiduidad los servicios portuarios de La Luz en el tráfico de pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR).

Según Napoleoni, la desaparición de la Unión Soviética permitió incrementar estas actividades ilegales debido a que estas auténticas mafias de contrabando de proteínas se hicieron con gran parte de la potente flota pesquera estatal rusa. Por ello, no pude evitar acordarme de un caso que investigué hace diez años mientras trabajaba en el libro “Canarias en la estrategia atlántica”.

En el curso de la investigación sobre la presión ejercida por el CESID sobre las actividades rusas en las islas en los prolegómenos de la adhesión española a la OTAN, me encontré con un choque de intereses entre el “lobby pesquero” español y la empresa hispano-rusa Sovhispan, cuyos directivos recibieron la orden de utilizar el tráfico ilegal de pescado para abrir un frente de presión contra la implicación española en la Alianza Atlántica.

Como otras polémicas que mezclaban “guerra fría” y pescado congelado, que hicieron caer en desgracia a los anteriores directivos Yuri Timofeiev y Yuri Makarov, o a su homólogo en la empresa mixta Intramar, Guennadi Sveshnikov, Yuri Bytchkov fue expulsado porque había descubierto parte de la trama de la piratería pesquera que entonces, a principios de los años 80, utilizaba como base los puertos de La Luz, La Coruña, Vigo o Barcelona, donde la sede de Sovhispan fue también clausurada a resultas de aquel conflicto.

Bytchkov abandona apresuradamente Gran Canaria el 28 de marzo de 1981, acusado de espionaje y declarado persona non-grata a efectos diplomáticos. En el pasado, como oficial de la Marina soviética especializado en asuntos pesqueros, había estado ya destinado en Ghana, Cuba y Canarias, historial más que significativo, ya que para cualquier ciudadano soviético salir de la Unión Soviética a cumplir misiones de negocios en el extranjero en más de una o dos ocasiones era algo absolutamente excepcional y, generalmente, sólo tenía explicación en relación con las tres letras de los servicios secretos, KGB o GRU.

En 1978, Bytchkov había ejercido ya como Director General de Pesconsa, una filial que se ocupaba de la distribución de las capturas de Sovhispan junto con las sociedades Iberles y Soviemex, cuando Sveshnikov se encontraba en Intramar. En 1980 regresó a Las Palmas para sustituir al Director General de Sovhispan, antiguo viceministro de Pesca que había sido llamado a Moscú con ocasión de una nueva remodelación del Gobierno. El aparatchik traía un mandato expreso de reforzar la identidad soviética de la empresa y poner en orden su funcionamiento, es decir, desmontar los negocios turbios del lobby pesquero español vinculados a ella.

No cabe duda de que sus órdenes estaban en relación directa con el malestar soviético por los preparativos de adhesión española a la OTAN. En la reunión de la célula comunista de Sovhispan en Las Palmas -siempre se creaba una célula cuando había más de tres miembros del PCUS-, Bytchkov, con su característica brusquedad, describió su programa: en primer lugar, izar la bandera roja en la sede de Sovhispan de Tenerife; en segundo lugar, investigar y acabar con los negocios sucios de los socios españoles de la empresa.

El primer asunto que trató de esclarecer Yuri Bytchkov en su nuevo puesto fue el tráfico irregular de pescado con Africa Subsahariana, concretamente Nigeria, en que él implicaba a los directivos españoles de Sovhispan junto a un poderoso comerciante hindú de Las Palmas. Es fácil adivinar el efecto incendiario que tuvieron las gestiones de Bytchkov, junto con su carácter agrio y directo, en las relaciones hispano-soviéticas en Las Palmas. Pero la misión que probablemente precipitó su expulsión apuntaba también a otras estructuras de la empresa.

Según Bytchkov, que falleció en Moscú a finales de los 80, el Director General español de Pesconsa utilizaba su posición para traficar con pescado y marisquería de América Latina introduciéndolo en España por el puerto de La Coruña. A la mercancía, que no siempre cumplía las normas de calidad, se le cambiaban las categorías con el fin de hacer un pingüe negocio vendiendo caro lo ya de por sí abaratado por el contrabando, y las quejas de los compradores habían llamado la atención de los técnicos soviéticos. El director español de Pesconsa favorecía la distribución de esta mercancía a través de su padre, que poseía una red de pescaderías en Barcelona. El 23 de febrero de 1981, día del golpe de Estado de Tejero, Yuri Bytchkov se encontraba en La Coruña investigando esta red de Pesconsa, y allí comprobó una descarga de mercancía, gambas procedentes de Colombia.

Después de su gira peninsular, de nuevo en su puesto, Bytchkov fue a recibir al ajedrecista soviético Anatoli Karpov al aeropuerto, el 1 de marzo. Todo habría pasado inadvertido si no fuera porque en Gando se encontraba un grupo de periodistas que no dudaron en preguntar al Director de Sovhispan su opinión sobre el golpe de Estado: “Lo que necesitan los españoles es más trabajo y menos metralletas”, espetó.

Aprovechando el clima de conflicto creado con la Unión Soviética por las negociaciones españolas para la adhesión a la OTAN, parece que el Gobierno utilizó este desliz para quitar a Bytchkov de en medio y desviar la atención hacia el espionaje ruso. Realmente, Bytchkov sí era un espía, pero sólo actuaba en el terreno económico, no en la inteligencia política ni militar. Probablemente la expulsión fue impulsada por el lobby pesquero cerca del almirantazgo de la Armada española. El técnico soviético tuvo que abandonar rápidamente Gran Canaria, y un fotógrafo recogió para la posteridad el embarque aéreo del técnico y su esposa en Gando.

Inmediatamente, un Real Decreto estableció hasta 18 puntos de restricción de los derechos soviéticos en la representación y la gestión de Sovhispan, dejando a la empresa totalmente a merced de los socios españoles y, en realidad, a un paso del desmantelamiento. Por más que la flota soviética intentara normalizar sus relaciones en Las Palmas con una fuerte inversión económica, la empresa no volvería a recuperar su época de esplendor. Pero el conflicto también afectó seriamente a Pesconsa, disuelta más tarde sin pena ni gloria, ocupando apenas unas líneas en el BOE en medio de una lista de liquidaciones.

*Portavoz de Los Verdes de Tenerife, candidato al Congreso de Los Verdes-Grupo Verde

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